La única grabación conocida de una conversación privada de Adolf Hitler, que se halla en los archivos nacionales finlandeses, sirvió al actor suizo Bruno Ganz para imitar la voz del dictador nazi en el exitoso filme alemán El hundimiento (Der Untergang).
“Esta grabación es verdaderamente una rareza. Es la única en la que Hitler habla libremente”, explicó Lasse Vihonen, jefe de los archivos sonoros de la radio pública finlandesa YLE.
Bruno Ganz la escuchó varias veces para trabajar su personaje en la taquillera película del realizador Oliver Hirschbiegel, que muestra las dos últimas semanas del régimen nazi, recibida en Alemania con estupor y conmoción al ser estrenada en setiembre.
Tono muy bajo
El tono bastante bajo que se escucha no es muy familiar ya que hasta ahora solo se conocían las grabaciones de los discursos del dictador, con su voz aguda y fuerte.
“Si hubiese acabado con Francia en el 39 la historia del mundo habría sido sin duda diferente, pero tuve que esperar hasta 1940”, declara Hitler, a veces hablando muy rápido o con lentitud, haciendo frecuentes pausas.
El dictador, que conversa con el mariscal y barón Carl Gustav Emil Mannerheim, comandante de las fuerzas finlandesas, explica enseguida los reveses de su campaña contra la Unión Soviética.
La grabación tuvo lugar secretamente la noche del 4 de junio de 1942, cuando Hitler efectuó una sorpresiva visita a Finlandia para felicitar a su aliado con motivo de su 75º aniversario.
“El hecho de que haya venido a Finlandia era un gesto político. Hitler quería que Finlandia permaneciera del lado alemán”, estima Ohto Manninen, profesor especializado en la historia de la Segunda Guerra Mundial en el Colegio de la Defensa nacional de Helsinki.
En 1941 Finlandia se había alineado del lado alemán y había atacado a la Unión Soviética.
Con sus fuerzas desperdigadas por Europa, Hitler consideraba esencial mantener a los finlandeses en la guerra.
La cinta, esencialmente un confuso monólogo del Fuhrer, vale sobre todo porque él mismo había prohibido que se grabaran sus conversaciones privadas. Solo sus discursos oficiales debían pasar a la posteridad.