Pirata cojo que le metió mano a la vida, vivió muchas y probó otros nombres pero se quedó con uno: Gustavo Rojas Antillón, ese que siempre anda en carreras, como si tuviera azogue.
Escurridizo como un chancho encebado, tiene casi 30 años de ser actor de teatro, cine y televisión con más de 200 producciones; más que vivir se ha gastado y hecho de todo: panadero, bartender, salonero, diplomático, locutor, animador, presentador y abogado sin sueldo.
Gustavo fue juez en Pequeños Gigantes, de canal 7, y antes de que se enfriara su reaparición en la tele nacional lo contrataron otra vez para presentar Trato hecho, el nuevo programa de concursos de esa televisora.
Y es que no hay manera de que este adolescente cincuentón se quede quieto.
“Estoy atrapado en la vida, no puedo dejar de moverme ni vegetar”. A los 54 años, tiene tres exesposas y cuatro hijas; le gustaría vivir 114 años y cuando llegue a esa edad “pensar en morirme”.
Su madre, doña María Isabel, dice que nació “cabezón y pesó once libras”, será por eso que es de “pocas ideas pero todas fijas” según confiesa Gustavo. Hijo amoroso, cuida, consiente y chinea a don Édgar, un anciano venerable que fue abogado constitucionalista.
Josefino de nacimiento, de las cercanías del bar Chelles; creció en Santa Ana y ahora reside en Puriscal, en una finca familiar que según cuenta parece una comuna donde viven juntos, pero no revueltos: hijos, hermanos y nietos.
Conoció el teatro como “el burro que tocó la flauta: de casualidad”. Su padre lo quería matricular en otro colegio, pero en el viaje se pasó de calle y cuando dio la vuelta en la Sabana –para regresar– se topó con unos niños que arreaba don Arnoldo Herrera, fundador y director del Conservatorio Castella. Hablaron y este lo convenció de inscribir a “Tavito” en ese cénaculo de las bellas artes.
A los 15 años comenzó en el Teatro El Ángel mientras era estudiante; creció y se formó como actor de la mano de Bélgica Castro, Alejandro Sieveking y Lucho Barahona.
Gustavo fue el doctorcito Zaldívar, en la serie El Barrio de canal 6; produjo y dirigió –entre otras– Los elegidos, Los popof, Apartamento de Solteras, Las aventuras de Emeterio; hizo cine y ganó tres Premios Nacionales de Teatro por El hombre elefante, Rinocerontes y Lindo don Diego.
La adrenalina de la existencia lo mantiene activo, aprendió de sus errores, algunos digeribles, otros no tanto. Trabajador infatigable, sus días tienen dos soles: sus padres y sus cuatro hijas.
--¿Por qué vive en Puriscal?
--Esta es una pequeña isla adonde corro para salir de todo lo que me rodea: consultas legales, carreras para grabar, los ensayos y el ruido de la ciudad. Aquí tengo la tranquilidad que me da la naturaleza y la cercanía con mi familia.
--¿Son una tribu?
--Mis padres son los caciques y nosotros los indios, juntos pero lejos para no ahorcarnos. Ellos compraron una finca para ir los fines de semana; más tarde mis hermanos conocieron a sus futuras esposas y se quedaron ahí. Un día me di cuenta que yo era el único que andaba dando vueltas por San José y me fui.
--¿Ya está viejo?
--Tengo 54 años. No es tanto lo viejo como lo usado. Me siento en mi segunda adolescencia pero con la experiencia que da la vida. Ya no estoy para perseguir a nadie, tampoco nadie me persigue.
--¿Buen padre o mal marido?
--Excelente padre, excelente exmarido y como marido habría que preguntarle a mis exesposas. Estoy separado y siempre me casé por amor. Las mujeres se enojan conmigo porque tengo un extraño sentido de la libertad y la independencia, que termina causándome problemas con todo el mundo.
--¿Es un incómodo?
--Sí. Soy el único que me aguanto y salí chocho, guero. Tal vez por eso nunca he podido tener un patrono, las veces que ha ocurrido ha sido muy duro porque los mando para el carajo pronto.
--¿Tiene mal humor?
--Hay días que amanezco de luna y me pongo el gorro rojo, como un abuelo que yo tenía. Soy alegre pero no chistoso, no soy de bromas, ni de contar chistes, mi vida no es un chiste, es una cosa seria.
--¿Se considera guapo?
--Para el gasto' atractivo Brad Pitt'Galán ¿yo? ...nunca. Siento que lo atractivo o no que haya podido resultar en determinado momento fue por una manera de ser, más que por un aspecto físico. Uno puede resultar agradable, conversador; ni siquiera soy divertido sino una persona que puede ser un buen compañero para cenar.
--¿Tiene fama de pesado?
--¿De qué voy a presumir? La gente me estima y me interesa; habrá quienes no me quieran pero es una pena porque tal vez no me han dado la oportunidad de entenderlos. El contacto con la gente me ha permitido ser más sencillo. Soy feliz cuando me quito la corbata, suelo andar en jeans y camisa normal.
--¿Se arrepiente de algo?
--Me duele haberle hecho daño a la gente que me ha querido, daño sin querer, pero daño al fin. La gente que ha estado cerca me ha querido mucho.
--¿Ha hecho de todo?
--Fui panadero en Villa Colón, me levantaba a las dos de la mañana a hacer el pan, pero vendí el negocio cuando tuve la oportunidad. Tuve bares, restaurantes, fui bartender, salonero, he sido de cuanta cosa se le puede ocurrir a la gente.
--¿Por eso es abogado?
--Porque no tenía nada mejor que hacer. Yo quería ser arquitecto pero soy muy malo para la matemática, es una profesión que me encanta.
--¿Y ejerce la abogacía?
--Sí pero no cobro. No soy abogado litigante desde el punto de vista de otros. Tengo oficina abierta, pero trato de no dedicarme solo a eso, ayudo a los amigos, a los familiares, a las personas sin recursos, soy como el abogado del pueblo. Lo realizo más como una satisfacción de carácter personal.
--¿Cómo se gana la vida?
--Vivo al día. No tengo rutina, hago lo que aparezca; soy feliz trabajando, es lo que me apasiona, Tengo obligaciones, hijas en la universidad, en la escuela y hay que llegar a fin de mes. Trabajo como locutor en la Cámara Nacional de Radio donde leo los comentarios matutinos; grabo anuncios; hago campañas comerciales para radio o televisión; soy actor y ahora trabajo en la obra Concherías.
--¿Tiene plata?
--He tenido la oportunidad de hacer dinero, pero no estuve dispuesto a pagar el precio que eso costaba. Tener dinero implica vender algo más que los servicios profesionales y ese no es mi estilo. Por eso no tendré pensión, ni rentas, ni podré darle la vuelta al mundo.
--¿ Dónde descubrió su vena artística?
--Estudié en el Conservatorio Castella y tuve contacto con las artes, la danza, el teatro y la música. Soy de la generación que aprendía haciendo, donde no existían tantas oportunidades de estudio. Siendo estudiante me ofrecieron la posibilidad de actuar en el Teatro El Ángel y me formé con los actores más destacados. Lucho Barahona fue mi escuela y mi maestro.
--¿Tiene otras vetas artísticas?
--Ni canto, ni bailo, ni toco instrumentos, pero en El Castella los carajillos teníamos la dicha de pasar muchas horas en contacto con el arte, en algún momento “travesié” el piano y la trompeta, pero al final uno decidía en cuál de las artes quería especializarse
--¿Y el gusto por la locución?
--El Castella me ayudó a conocer las posibilidades vocales y corporales que tengo y explotarlas, pero fue mi padre el que me formó como locutor.
Desde niño me hacía leerle en voz alta los periódicos y me obligaba a entonar correctamente, hacer las inflexiones adecuadas y darme a entender con la lectura.
--¿Y su faceta de presentador de televisión?
-He trabajado en varios programas y canales. También he sido maestro de ceremonias y animador en eventos masivos. Ahora lo haré en Trato hecho, en canal 7.
--¿Cuál será su papel?
--Haré una mezcla de maestro de ceremonias, animador y presentador
--¿Por qué lo escogieron?
--Varias personas hicieron una prueba y me seleccionaron, fui como cualquier hijo de vecina. Tengo entendido que son temporadas de seis meses.
--¿Qué se había hecho?
-- No estaba guardado en un baúl. Siempre en carreras y activo en el teatro, la radio, la televisión y como productor, si no ya estaría en La Reforma por falta de pago en las pensiones. Estoy feliz de regresar a un trabajo que me gusta, ya lo hice en Aquí entre nos, en canal 7; Turista Inteligente o El 21 de la suerte.
--¿Pagan mejor en la tele o en el teatro?
--En ningún lado. Trabajé en México, en Venezuela, pero en Costa Rica ninguna de esas actividades te hace rico, uno lo hace por amor. Se gana para vivir.
--¿Vale la pena el teatro costarricense?
--Sí claro, siempre valdrá la pena aún cuando haya momentos en que el teatro no se cuide a sí mismo. Vivimos tiempos extraños sin propuestas novedosas, ni interesantes; el teatro nuestro ha tenido dolorosas zonas de comodidad.
--¿Saldría desnudo?
--Ya lo hice en obras donde el personaje lo ameritaba, el texto lo exigía y finalmente porque el desnudo en el ser humano es una obra de arte, aunque para otros es un tabú.
--¿Le gusta la comedia?
--Me siento más a gusto con el drama, soy realista, no soy bueno para las comedias, no tengo buena vis cómica.
--¿Cómo se aprende los guiones?
--No soy bueno, soy como de teflón, requiero mucho ensayo y estudio para aprenderme un texto, otros actores tienen más facilidad que yo.
--¿Es bohemio o parrandero?
--Tal vez otros profesionales son igualmente bohemios, pero los actores estamos más expuestos al público y nos conocen más. Es una cuestión de exposición pública, evidentemente un médico no tendría tanto tiempo para salir de fiesta.
--¿Qué chascos le han ocurrido?
-- Todas las pesadillas que azotan a un actor: desde olvidar un texto hasta quedarme dormido y no llegar a una función, pero todo ha sido un aprendizaje; pagué el precio por ese pecado de hace muchos años.
--¿Es creyente?
--Creo en un poder supremo, en una gran conciencia universal que no necesariamente determina, que te da autonomía para tomar decisiones, pero que nada de lo que existe tendría sentido sin esa gran conciencia, ese ser superior.
--¿Practica algún deporte?
--Monto a caballo y hace poco vendí uno; soy de ir a topes, me gustan los caballos de buen ver. Pero la poca energía que tengo la debo cuidar para actividades menos prosaicas.
--¿Cómo se repone?
--Duermo bien, recargo baterías rápidamente, me alimento dentro de lo normal; lo único es que no almuerzo, no me da tiempo. Trabajo de 14 a 16 horas.
--¿Cuál es su vanidad?
--Mis hijas, rajo con ellas: María Andrea, Inka Daniela, Sofía, Cristina y mi nieto Gabriel de cuatro años. Soy feliz con ellas, nada más maravilloso que haber tenido el privilegio de ser el padre de estas mujeres, que lo único que me hacen sentir es orgullo. Son lo mío.
--Usted es uno y muchos. ¿Cuál le gusta?
--Estoy formado por muchos Gustavos. Ese que está formado por tantos es el que me gusta, sino sería aburrido, “insaboro”, insonoro, insípido.