Una causa en la que hemos trabajado con intensidad un buen grupo de periodistas de distintos medios y varias organizaciones, durante más de diez años, es una reforma que le dé cuerpo a una legislación en materia de prensa, libertad de expresión y acceso a la información que se ha ido desmantelando por anacrónica. Pese a la mano sabia de la Sala Constitucional, que acabó con parte de esa normativa y ha generado jurisprudencia, en línea con la visión moderna del derecho a la información, lo que queda sigue siendo una legislación confusa, improcedente y con enormes vacíos.
En campaña electoral afloran las promesas. Si bien este no es un tema prioritario, dentro de la amplia agenda de temas importantes del país, la libertad de prensa ha estado presente. Lamentablemente, esa presencia no genera tranquilidad, no es una promesa para obtener votos. Cuando el discurso del político se afina, y el receptor es crítico, queda claro que no hay propuestas que nos permitan mejorar.
Durante más de diez años hemos tocado la puerta de distintas oficinas en la Asamblea Legislativa, de todos los partidos políticos. Nos hemos dado a la tarea de explicar los avances en legislación de prensa en Europa y Estados Unidos, pero la miopía política impide reconocer esto. Han quedado evidenciados, en esas oficinas y en otras de la Casa Presidencial, políticos resentidos con lo que ellos quisieran ver reflejado en la prensa; cuestionamientos a noticias simples, que los afectan, o a las grandes denuncias de hechos irregulares; y también dudas por el hecho de que la empresa privada esté detrás de los más importantes medios de comunicación. Aquí no hay diferencia ideológica o partidaria.
¡Hipocresías! Todos, sin distinción, ofrecen resguardar la libertad de expresión, pero, cuando están frente a propuestas de avanzada, probadas en otros países, que promueven las principales organizaciones de defensa de los derechos humanos, la disposición cambia.
Asusta mucho conocer el pensamiento de Patricia Mora, presidenta del Frente Amplio y eventual diputada. Sin embargo, muchos políticos que han estado y están en la Asamblea Legislativa piensan como ella. También hay colegas, desfasados, que tienen ese pensamiento. Lo mejor que nos puede pasar en este asunto en los próximos cuatro años es que no pase nada y que la Sala IV siga amparándonos.