Aunque es rica en naturaleza, la cuenca del río Sixaola no está exenta del efecto del cambio climático.
El exceso de lluvias provoca inundaciones en la parte media y baja de la cuenca, cuya consecuencia es la pérdida de la producción que se da por monocultivo y el aumento de plagas como la monilia que afecta al cacao.
Asimismo, las crecidas del río imposibilitan el tránsito y las comunidades se ven aisladas sin poder transportar sus cosechas.
A esto se suma la deforestación con la consecuente sedimentación que se da al “lavarse” el suelo. “Tenemos un área donde aparentemente los ngöbe buglé están botando el bosque para convertirlo en pastizales para el ganado”, explicó Pedro Cordero, de UICN.
Ante esta situación, las comunidades están trabajando en viveros forestales para reforestar y así conservar los suelos.
También apuestan por la agricultura orgánica en combinación con plantaciones de especies maderables y frutales.
Gracias a la investigación del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie), se trabaja con siete variedades de cacao que son más resistentes a la monilia y aseguran la plantación por 80 años.
Asimismo, se promueve el uso de semillas criollas que, al ser de la zona, se adaptan mejor a las condiciones climáticas. De hecho, en el 2012 se realizó una feria de intercambio de semillas criollas, la cual fue organizada por UICN y el Corredor Biológico Talamanca Caribe.