Las Esperanzas (Pérez Zeledón). Desde que llegó al país, Lorenzo Salinas vive en una antigua casa de madera, apenas cubierta por unas latas de zinc y con un piso de tierra que ha visto a decenas de indígenas panameños hospedarse en ella durante muchos años, tal vez décadas.
Un pequeño fogón es lo que utiliza para cocinar arroz y algunos plátanos que tiene en el armario; además, el único entretenimiento que tiene es un viejo televisor que con problemas capta algunos canales nacionales.
Todo esto, Salinas, de 39 años de edad, tiene que compartirlo con otros tres compañeros, quienes como él llegaron hace un poco más de una semana (jueves 18 octubre) al pequeño pueblo de Las Esperanzas de Pérez Zeledón, donde la principal actividad económica es el café.
Ninguno se conocía; llegaron a este lugar para recolectar café sin saber para quién iban a trabajar o dónde dormirían, por lo cual aceptaron la primera oferta que les hicieron.
Salinas es originario de Chiriquí, Panamá, y el viaje que tiene que hacer le cuesta en total unos $60 (ida y vuelta) por dos días en autobús, monto que él paga de su propio bolsillo.
“Con este son seis años que tengo de venir. En mi caso, salí de Chiriquí, que es de donde yo soy, y llegué hasta Sereno, en la frontera; ahí me quedé con unos conocidos y después de ahí salí en bus y llegué hasta aquí; luego aquí uno más o menos sabe dónde hay patrones y los busca”, explicó.
El trabajador agregó que todos los sacrificios que tiene que hacer al final valen la pena pues lo que gana aquí lo invierte en su familia.
Para mejorar. Salinas vive en Panamá con cinco hijos, sus suegros y su esposa en una casa de tres cuartos y paredes de zinc. Antes de dedicarse a la recolección de café vivían en una choza construida con plantas.
“Antes de comenzar a venir acá vivíamos bastante más humilde; no tenemos mucho, pero sí incluso un poquito de plata ahorrada. Ahora incluso pudimos hacernos una casa más buena y para este verano pienso construir otra más porque necesitamos espacio, por eso es que vengo acá”, contó.
Él afirmó que en otras ocasiones ha venido con algunos de sus hijos, pero en los últimos años ha decidido no hacerlo para no afectarles la educación, ya que están en la escuela y otros están muy chiquitos todavía.
Además, asegura que en una temporada de recolección, que va de mediados de octubre a principios de diciembre, puede ganarse entre $600 y $800.
“Nunca se gana igual, hay años que gano $500 o $600; el año pasado, que vine con mi hijo de 11 años, ganamos $1.500; en Panamá cuesta mucho ganarse esa plata, allá ni en un año de trabajo” ,afirmó.
Diferentes zonas. Otro de sus compañeros, Lorenzo Samudio, también es de Chiriquí, aunque no quiso hablar, mientras que los otros dos son hermanos, Eliseo y Gregorio Castillo, de 18 y 19 años de edad, respectivamente, vecinos de Sereno, en Panamá.
Es la primera vez que estos dos hermanos vienen a recolectar café en Costa Rica, y su timidez apenas los dejó pronunciar unas cuantas palabras.
“Lo hacemos para ayudar a nuestra familia; somos cuatro hermanos y es la primera vez que venimos. Nos vamos en diciembre”, dijo Eliseo.
Algunos de estos cuatro hombres desconocen si van a pasar Año Nuevo aquí, para ir a otras zonas del país como San Marcos de Tarrazú , a recolectar más café y llevar sustento a sus familias.