Archivo

¡Inmortal!

La voz de Julio Jaramillo sigue sonando, a pesar de su desaparición, hace 25 años

EscucharEscuchar

El 9 de febrero de 1978 falleció Julio Jaramillo, considerado uno de los más grandes cantantes populares de la historia.

Sin embargo, sus canciones se escuchan en las radios populares de América Latina, de la que Costa Rica no es la excepción y en diversas partes del continente, el cantante será recordado con diversos actos.

Ecuador, su tierra natal, decretó tres días de asueto, para rendirle homenaje a su más grande artista.

En la conocida Calle 8 de Miami, será colocada una estrella en honor al artista y el domingo, la emisora local Radio Sinfonola, le rendirá tributo a Jaramillo, en su espacio de las 6 p. m.

Y no es para menos, pues el cantante visitó Costa Rica en innumerables ocasiones.

Amor, pasión, muerte...

Para escribir la historia de Jaramillo, tendrían que ser necesarias demasiadas páginas, sin embargo, la vida de este extraordinario trovador y compositor, se puede resumir en la temática de sus canciones: amor, pasión y muerte, la trilogía que ha obsesionado a los seres humanos.

Jaramillo vivió solo 42 años, su Carnaval de la vida no le permitió vivir más. Sin embargo, sus canciones, su estilo y su sentimiento, parecen eternizarse mediante el hilo invisible del recuerdo.

Jaramillo paseó sus canciones por el mundo entero y las fue plasmando poco a poco o por montones, en los recuerdos de miles de seres humanos. Después de todo, era lo que más disfrutaba, tanto, que según sus seguidores y no pocos de sus conocedores, grabó entre cinco mil y siete miel de ellas, algunas en nuestro país y de nuestro gran y desaparecido compositor, Ricardo Mora, con quien fraguó una enorme amistad.

Uno de los fanáticos de este cantante y quizás de los mayores conocedores del artista ecuatoriano, el Dr. Jorge Ávila, recuerda a Jaramillo por su calidad, por su enorme bohemia, pero sobre todo, por su hermosa relación con el público que lo aplaudía.

Para el Dr. Ávila, en Jaramillo se juntaban numerosos factores para convertirlo en un artista de inigualable valía: "Tenía una voz bella y extraordinaria, amaba su trabajo, sabía improvisar y externaba su gran pasión, ser cantante, como nadie en el mundo.

En opinión del crítico de música, Alberto Zúñiga, el por qué de la permanencia en el ideario popular de algunos int¥érpretes de la canción latinoamericana, habría que buscarlo en la época en que vivieron mas que en la canción misma.

"Para muchos, las canciones de Julio Jaramillo fueron los himnos o cantos de guerra cotidianos de un sector muy popular de nuestra América. Recordemos que la mayoría de las letras elegidas nos hablaban del submundo del bebedor de licor y su entorno eran las cantinas, los cabarets, esquinas, rincones del olvido o a la soledad de un cuartucho y por supuesto, de sus amores inconclusos o fatídicos. Este cantor creció en una época definitivamente especial", añadió Zúñiga.

Según Zúñiga, los tiempos de Jaramillo fueron los de grandes e ilustres compositores e intérpretes. Suficiente es mencionar a dos compañeros de jornada con quienes además cantó en varias oportunidades: Daniel Santos y Olimpo C¥árdenas.

"Eran tiempos en los que la canción popular evolucionó como nunca se ha visto e incluso, llegó a todos los estratos por igual, lo que unificó bastante una cultura continental", explicó Zúñiga.

Desde México hasta La Patagonia, las canciones de Agust¥in Lara, Felipe Pirela, Los Panchos, Javier Solís, Daniel Santos, entre otros y, por supuesto Jaramillo, acaparan las emisiones radiofónicas y las canciones populares", dijo el crítico. "Era una ola, una gran y descomunal ola musical que bañó a cada uno de nuestros países y a cada uno de los corazones que se encontraban en ese momento en la playa del romancero popular", asegura Zúñiga.

Un cuarto de siglo después de su partida, Jaramillo ejerce, como pocos, una especie de magnetismo para aquellos que hoy entrelazan en su alma algún nombre, algún recuerdo y no pocas lágrimas.

Sin embargo, para El Trovador ecuatoriano, la vida no fue, precisamente, un lecho de rosas.

Su personalidad, su "magnetismo" su voz de encantamiento, le trajeron todos los aplausos del mundo, pero también innumerables problemas.

Su cuna pobre, su baja escolaridad, su inclinación al alcohol y además, una considerable cantidad de enfermedades, junto a su mundo de bohemia, le llevaron, de la mano del éxito, incluso como compositor de muchas de sus canciones, a una vida llena de muchos sobresaltos.

Aunque no hay datos fidedignos, los estudiosos afirman que Jaramillo se casó al menos cinco veces, otros dicen que lo hizo únicamente dos, pero que de todas formas, procreó entre 27 y 30 hijos.

Jaramillo, quien tuvo que hacerse zapatero y luego ebanista, comenzó a rasgar la guitarra muy joven .A sus 16 años de edad, se presentaba en programas de aficionados de las diferentes emisoras de radio. Poco tiempo después entró al estrellato con el vals Fatalidad, el disco en su reverso tenía el pasillo Náufrago de amor , lo que le abrió las puertas de la fama internacional y lo convirtió en eterno peregrino, prácticamente hasta pocos días antes de su muerte.

Sin embargo, en el recuerdo de miles de sus seguidores, sus Elsas, Nuestro Juramento, A Pasito Lento, Te odio y te quiero y otros cientos de pasillos, valses, boleros y tangos, su ídolo sigue vivo, como ligado a una especie de fatalidad.

"Mi defecto era el trago y mi virtud es ser bueno para el trago...", dijo en varias ocasiones.

Pocos meses antes de su muerte había sido ingresado en la clínica San Gabriel, pero un día se olvidó de su tratamiento y se fue a un restaurante, para disfrutar de un arroz con carne. En otra oportunidad se salió de una clínica, para viajar a Estados Unidos y Canadá, con el fin de cumplir lo que sería su última gira internacional. En Nueva York, talvez presintiendo que su fin estaba cerca dijo: "Este es el último año que los fastidio con mis canciones". La gira duró dos meses.

Y en su carrera quedaron varias pel¥ículas, numerosos discos de oro y una eternidad de recuerdos entre sus fanáticos.

El 27 de enero de 1978, lo ingresaron a la clínica Domínguez, en Guayaquil, en estado sumamente grave.

Se estaba cumpliendo lo que este cantante de mirada triste y sonrisa melancólica que cautivó a todo un continente, había dicho en algún momento de su vida: "La vida es así y hay que vivirla porque en cualquier momento se acaba. Cuando yo deje de cantar...estaré muerto".

Ese nueve de febrero a las 9:30 p.m. el cantante expiró, víctima de un paro cardiaco producido por insuficiencia hepatorrenal, una severa hipertensión y un cuadro asmático.

Ese día estuvo gris y lluvioso .

Que carnaval más necio el de la vida, que consuelo más dulce el de la muerte..."

LE RECOMENDAMOS

En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.