Un detective sufre de insomnio y no hay manera de que pueda pegar los ojos. Solo él conoce la razón de sus desvelos. En tanto, debe continuar con la investigación del extraño asesinato de una muchacha en un pueblo alejado en Alaska, allí donde la oscuridad es imposible porque el Sol nunca se oculta. De esa manera se arma el argumento, finamente tejido, de una película en el mejor estilo de un buen policial que nos llega con el título de Insomnia (2002).
El filme está dirigido por Christopher Nolan, realizador de quien hace poco vimos la sorprendente cinta Amnesia (2001), que tiene un estilo inusual de narración: su relato va siempre para atrás con un personaje que ha perdido la memoria.
Ahora, en Insomnia, lo que el personaje ha perdido es el sueño, reacción peligrosa, sobre todo cuando debe investigar un crimen y cuando -a la vez- es amenazado por el asesino, quien sí conoce la verdad acerca de un segundo delito: la muerte de otro policía. Así, un asesinato se mezcla con el siguiente en juego de intrigas que sustenta la tensión del filme.
Este policial es refrito de una película noruega de 1997, con el mismo título, dirigida por Erik Skjoldbjaerg. En ambos filmes, todo se circunscribe en ver a un detective entre dos aguas: quiere que se descubra la verdad, pero a la vez no quiere, y todos sus esfuerzos caminan en ambas direcciones, ¿por qué? La eficacia de esa trama necesita de buenas actuaciones, y aquí hay de sobra.
Así, vemos a un excelente Al Pacino como un oficial que se desmorona en su insomnio y en la maraña de su trabajo. Vemos a un sobresaliente Robin Williams como un asesino que degusta el cinismo de su condición delictiva. Y vemos a una sugerente Hilary Swank como la joven policía que tiene la condición de llegar a la verdad.
Se trata de un filme muy bien realizado, absorbente en su trama y que hay que recomendar, porque quita el sueño con su intensidad.