Nació en Dijon, en una antigua familia de magistrados. Sorprendiendo a profesores y maestros por la lucidez de su entendimiento y seriedad de sus reflexiones, estudió bajo la dirección de los jesuitas. Ordenado sacerdote en París en 1650, dos años después obtuvo el doctorado en teología.
Sus superiores lo enviaron a Metz, donde pronunció sus primeros sermones y redactó sus escritos iniciales, todos plenos de ardor cristiano. La propiedad y brillo de su oratoria se divulgó ampliamente y, para que dirigiera ciclos de conferencias y sermones, San Vicente de Paúl le pidió que se trasladase a la capital.
La popularidad que adquirió en París como predicador llegó a ser asombrosa; toda la corte acudía a escucharlo, y el mismo monarca Luis XIV -hombre parco en elogios- quedó tan impresionado, que envió al padre de Bossuet un mensaje de felicitación "por tener semejante hijo". Y posteriormente lo llamó a la corte, para que se hiciese cargo de la educación del Delfín heredero de la corona.
Desde sus tiempos de canónigo, Bossuet había acariciado el sueño de unir a católicos y protestantes bajo la égida de un rey filósofo cristiano; de modo que, aprovechando la ocasión de ejercer influencia en el pensamiento de un monarca, se dio a la tarea de escribir sobre temas morales, literarios, teológicos, históricos, filosóficos y políticos.
La gran autoridad de que disfrutaba le permitió incluso dirigir al mismo rey dos severas cartas reprochándole algunos aspectos de su conducta. Era tan vigoroso su temperamento, tan ardiente su afán apologético y tan incapaz de soportar el silencio de la renuncia, que le resultó imposible permanecer al margen de las discusiones contemporáneas, en las que participó con textos sobre ética, moral, política y religión.
Sus obras, de admirable pureza de estilo, incluyen el célebre Discurso sobre la historia universal , además de Política extraída de las Sagradas Escrituras, la monumental Historia de las variaciones de las iglesias protestantes , y las Oraciones fúnebres, que constituyen un modelo del género.
Falleció en París. Henri-Daniel Rops dice: La posteridad ha admirado en Bossuet sobre todo al pensador de intuición profundamente evangélica, así como su vida hecha de una sencilla y pura unidad cristiana.