Las pinturas de Jonathan Alfaro Alfaro han sido leídas como vastos paisajes imposibles, pero la verdad es que el artista no saben qué son. Tampoco sabe bien de dónde vinieron. Un día, Alfaro tomó acrílico y pincel y se descubrió. “Empecé a pintar por diversión, y, desde el primer cuadro que hice, encontré que me podía comunicar por medio de la pintura: había encontrado un lenguaje”.
En apenas año y medio de trabajo, Jonathan aprendió a hablar de nuevo y, armado con inusitadas herramientas, se embarcó en un viaje cuya memoria se aprecia en Pintura abstracta , en la Galería Des Pacio hasta el jueves 9 de mayo.
Aprendizaje continuo. Jonathan Alfaro proviene del mundo de los recursos humanos y la tecnología, bastante ajeno al lienzo. Cercano a artistas, a la vuelta de los treinta años se le ocurrió probar suerte con la pintura y los caminos del arte.
Alfaro se fue caminando sin comprender bien a dónde, pero supo que se sentía cómodo. “Vi que me podía comunicar plenamente: en el cuadro puedo ser yo por completo, sin tapujos, sin miedos y sin límites”, expresa el pintor.
Del acrílico pasó al óleo y conservó su pasión por el cromatismo. El artista Federico Herrero notó la potencia de su color y lo alentó; lo visitaba en su casa mientras trabajaba y terminó por asegurarle una ventana en Des Pacio. Los lienzos que resultaron de la experiencia sugieren visiones personalísimas de paisajes que no existen.
El curador Inti Guerrero escribió acerca de Alfaro : “Cada una de sus telas crea un distanciamiento pictórico en relación al color ‘real’ del referente de la naturaleza que él pinta, ya sea viendo el paisaje en sí o a través de un recuerdo; pero, más allá de si vemos o reconocemos un paisaje, su pintura abstracta no tiene fondo ni figura”.
Continúa Guerrero: “Por lo tanto, como el filósofo lacaniano Slavoj Zizek declaró sobre el pintor [Mark] Rothko, que existe un tipo de ósmosis entre fondo y figura, es el traspaso de la realidad a lo real”. Alfaro se complace en la variedad de interpretaciones que puedan surgir de sus telas. Cada nueva lectura lo nutre y le revela algo de sí.
“Creo que el arte habla por sí solo: es lo que vos ves y lo que yo veo”, señala el pintor. “Soy yo plasmado allí completamente, sin límites. El inconsciente es el que habla y expresa lo que no puedo decir con palabras”, agrega. Si sus obras son paisajes, se trata de miradas a su interior, y no la evocación de un territorio perdido.
Alfaro explica que, de tener que definir su trabajo, lo llamaría una “cartografía utópica de la psique”. Es una cartografía imaginaria, no precisa científicamente; es utópica porque aspira a expresar una corriente que la sociedad sofoca.
“La humanidad está pasando por un despertar; vemos que ciertas cosas no funcionan y debemos pasar a otro nivel para llegar a un punto que deseamos. Mi arte es una búsqueda de la sensibilidad pura y de una humanidad idílica sin contaminación”, explica.
Visión renovadora. “Unos cinco meses antes de empezar con la pintura, yo estaba muy frustrado porque me decía: ‘Voy para 30 años y no tengo ninguna pasión’. No tenía nada que quisiera morir haciendo”, relata Alfaro.
“Ese sentimiento que genera la pintura nada más lo logra”, confiesa. ¿Cómo se convierte la pintura en un acto tan necesario? Si Jonathan no lo había confirmado, bastó con trabajar durante una residencia en Des Pacio: tres meses con un sitio reservado a la reflexión y a una batalla cotidiana contra el lienzo.
La visita a Des Pacio se convirtió en una obligación. “Este sitio tiene una energía increíble. El estar solo en un lugar ayuda mucho a un artista”, considera Alfaro. Las salas de esta casa en barrio Amón, cuyas paredes han exhibido tan variado y fino arte, estimularon a Alfaro a explorar mezclas propias de colores y líneas indefinidas trazadas sobre celajes inexistentes, y para colocarse frente a un espejo.
“Es una experiencia muy intensa porque muchas veces te das cuenta de que no sos quien creés”, declara. Se conoce menos aún al ser un invitado al arte, un huésped fortuito. Al inicio, Jonathan Alfaro no sabía gran cosa de arte, ni de su historia ni de su técnica. Incluso, Herrero lo alentó a continuar así “para no contaminarse”. En más de un modo, estos colores son propios.
La búsqueda de Pintura abstracta ha sido una intensa exploración casi solitaria. Alfaro desea dedicarse a la pintura en un plazo razonable: quiere vivir del arte –es, insiste, su primera, verdadera pasión–. Que haya encontrado tal capacidad de transformación espiritual indica que, quizás, su utopía de una visión pura y liberada sea terrenal, material y muy cercana. La exposición se cerrará con una charla de Jaime Gutiérrez Victory y con un concierto de la Tríada Hermética el jueves 9 de mayo a las 7:30 p. m. en Des Pacio (tel. 8676-3897).