María Luisa Ávila, saliente ministra de Salud, tiene razón: la CCSS vive una crisis financiera y de gestión administrativa que amerita una profunda intervención, pero no entre los de casa, ante el temor de que barran para adentro.
Por pedir un papel más protagónico del Ministerio de Salud, la eficiente funcionaria encontró una sospechosa reticencia en el seno del Gobierno, lo que la llevó a dimitir.
Hoy, una comisión de notables estudia la situación financiera de la Caja, con el fin de rendir un informe en dos meses.
Y es que en nuestra querida CCSS algo no anda bien, y son corresponsables los altos jerarcas, empezando por sus actuales cabezas, doña Ileana Balmaceda y la junta directiva.
No hablo necesariamente de la situación financiera, cuyas raíces en parte están en tres décadas de rígidos esquemas salariales y leyes que han venido atando a la institución, a tal punto de que corre el riesgo de un cercano colapso financiero.
Me refiero a la tolerancia superior hacia ciertos mandos medios que sorpresivamente mejoran su condición socioeconómica sin que medien exorbitantes ajustes salariales o alguno que otro premio de la lotería.
Las retribuciones parecen andar por otras latitudes y de ello tiene conocimiento la Auditoría Interna de la CCSS que, espero, investigue en profundidad y brinde prontos resultados.
De la noche a la mañana, ciertos funcionarios ligados a compras institucionales y con sueldos quincenales de ¢350.000, ostentan vehículos doble tracción último modelo, realizan cruceros con la familia o, sencillamente, viajan al menos 15.300 km para conocer el Taj Mahal en India (las fotos en Facebook son invaluables y despiertan envidia de la buena).
La comisión de notables que investiga todo el entarimado legal y financiero oculto en nuestra CCSS de Pandora, tiene un reto que supera la grandeza y el romance del propio Taj Mahal.
Sus acciones y recomendaciones, muchas de ellas de saneamiento institucional, deberán ser tomadas en completa independencia y sin miramientos de cargos directivos o jefaturas.
Solo así, siendo puntual y sin miedo al poder, la Caja podrá liberarse de tantos males que la agobian y corroen.
Solo así, contrario al pasaje mitológico, podrá brillar la esperanza en el mejoramiento de una entidad emblemática de nuestro país.