El último fue el mejor. Más de cuatro horas de música, más de 20 intérpretes sobre el escenario, más de 4.000 personas que hicieron que quedara pequeña la Sala de Conciertos de la Estación al Pacífico. Coros gigantes y avalanchas de aplausos que se repetían como ecos a cada exponente así fue el recital de cierre del Festival Internacional de las Artes (FIA) 2004.
Desde que el cartel se estaba armando aquello tenía visos de megaconcierto, pero como del dicho al hecho muy mucho trecho... la práctica confirmó que aquel concierto fue un acierto.
Todo en punto arrancó a las 6 p. m. con una Sala donde ambas graderías traseras estaban a reventar, donde en la platea la gente no dejó espacios en blanco y más cuerpos se acomodaban a los costados del lugar.
Éditus abrió luego se sumó el panameño Rómulo Castro con Ausencia y después apareció el ex-Alux Nahual Álvaro Aguilar. Fue recibido como los grandes, con sonoros aplausos y ovaciones y arrancó con Lo que siento por ti , un clásico que Alux publicó en su cuarto disco.
Un estreno vino luego: Un relámpago en la habitación , tema del nuevo álbum de Aguilar, Atrapasueños , tema que, además, el guatemalteco compuso en Costa Rica a ritmo de blues-rock .
Él llamó a Éditus y con el trío nacional hizo Aquí está tu tierra que fue coreada y aplaudida pero cuando Mujer salió de su boca la Estación rompió en alaridos. Y continuó cantando a todo pulmón junto a él La fábula del grillo y el mar.
Uno para todos...
Apareció Rómulo Castro y Tuira, y con ellos se sumó el tico Manuel Monestel y la panameña Yomira Johns que ya con La Orquesta de la Papaya días antes había vuelta loca a la Estación.
“¡Centroamérica presente!” gritaba ella, la Estación respondió con aplausos. Concierto por la Fraternidad Centroamericana es como se llamaba el recital y eso fue.
Los músicos colaboraban entre ellos, discursos y canciones llevaban a unificar la región.
Así fue como a canciones aparecía el hondureño Guillermo Anderson, el guatemalteco y también ex-Alux Nahual, Lenín Fernández entre otros.
Adrián Goizueta y El Experimental hicieron un abanico de sentimientos: alegría llevaron con Sabes que , Y como no y Vienen llegando , y solidaridad colocaron cuando Adrián dedicó No es un ángel a su hijo Luciano ingresado en el hospital México.
Guillermo Anderson apareció luego y con canciones como Malena y El mar hizo hasta bailar a a la gente. Ahí aparecieron para acompañarlo Manuel Monestel, Manuel Obregón, Rómulo Castro. Era un concierto estilo Los tres mosqueteros: uno para todos y todos para uno.
Con Malpaís la Estación se volvió loquita: gritaba, aplaudía, y cantaba Boceto para Esperanza , Muchacha y Luna , Otro lugar y Presagio .
Ya era lindo el concierto, pero se puso mejor con Luis Enrique Mejía Godoy que junto a su sobrino Ramón Mejía, de Perrozompopo, hasta ejecutó sonidos de percusión con la boca. Con Pobre La María hizo que la gente bailara enparejada y en colaboración con Adrián Goizueta y El Experimental hasta cantó Compañera .
A las 10: 25 p. m. cerraba el concierto cuando todos los que por el escenario pasaron hicieron Congorí Chango. La Estación no paraba de cantar.