Todos querían tomarse fotos con Depredador. Irónicamente, la abominable criatura respondía con amabilidad a las solicitudes, y antes de que el flash se disparara, el monstruo levantaba sus brazos, cubiertos con armas, para lucir más temible ante el lente.
Aquel disfraz –detallado y creíble–, implicó cuatro meses de trabajo, con materiales como cartón, basura y plástico. Así lo contó Warlock , el sujeto bajo la máscara del famoso personaje de terror. La indumentaria encantó a los jueces por lo que, con ella, Depredador se convirtió en uno de los premiados de la jornada entre los concursantes de la categoría de cosplay masculino.
El sábado pasado, más de un centenar de ticos se pasearon con elaborados disfraces y maquillajes por el Cenac, en San José. Muchos se tomaron tan en serio su personaje que hasta modificaban su andar y transformaban su talante para impresionar a los extraños que los admiraban con la vista de pies a cabeza.
El encuentro se titulaba Comic Party 2011 y, en importancia, es la segunda cita más grande de este tipo que se realiza anualmente en nuestro país. Como en las ediciones anteriores, el sábado la comunidad de cosplayers del país hizo fiesta con lo que más disfruta: disfrazarse como personajes de comic cartoons , animé , manga , historietas, literatura de fantasía, televisión, cine de ciencia ficción y videojuegos.
La variedad de figuras pululaba en el encuentro. El peligroso Michael Myers se codeaba con el aventurero Indiana Jones, mientras la hermosa Lara Croft se fotografiaba cerca de Frodo, el pequeño y peludo hobbit de El señor de los anillos .
Entre la colorida multitud, se hallaba un joven que se había convertido en La Máscara. Cada vez que abría la boca, su sonrisa destellaba en tamaño extra large . La dentadura postiza se veía auténtica, pero lo obligaba a estirar de más las comisuras en su rostro. Parecía no representarle un problema, pues aquel tipo anduvo con el maquillaje verde y la sonrisa falsa por horas y horas.
“No puedo hablar”, dijo La máscara ante un intento de entrevista, seguido por una sonrisa que, sin palabras, lo decía todo.
Aquel sacrificio del intérprete tenía sentido. Encarnar fidedignamente a los personajes equivalía a un alto puntaje a la hora de la evaluación por parte de los jueces. También pesaban el detalle en la confección de la indumentaria y el parecido físico entre los imitadores y sus personajes.
Una afición muy en serio
A José Pablo Morales le comenzó la fiebre por el cómic y el manga (dibujo japonés) en la adolescencia. Hace varios años se juntó con colegas dibujantes y entre todos crearon la actividad que hoy tiene tan buena acogida en el país.
El productor no llevaba un traje llamativo, pero cuando se le preguntó sobre el tema habló con propiedad: “El cosplay promueve la creatividad cuando la gente la invierte en su indumentaria. Requiere conocimiento, tiempo y dinero. El 60% del traje del cosplayer es mandado a hacer, se le encarga a costureras. La mayoría está hecho con grapas, silicón, foam y materiales similares”.
Morales (conocido en este ámbito como Hermes ), asegura que en la escena nacional hay varias figuras que se han hecho un nombre entre los cosplayers . Son famosos por su talento para vestirse como sus ídolos y han llegado a ser referentes en el medio.
Entre los ticos hay algunos que ya han ganado varios premios locales de forma consecutiva, mientras que hay otros más que han viajado al exterior a mezclarse con la crema y nata de esta singular cultura.
Alex Philips, de 25 años de edad, es uno de esos. Su última encarnación fue la del Sombrerero loco, de Alicia en el país de las maravillas . Su versión era la del personaje en un juego de video y asegura que su disfraz le resultó “bastante económico”.
Su afición lo ha llevado a visitar México, Estados Unidos y varios países de Centroamérica. “Me gusta la locura de vestirme y confeccionar manualidades. Hacer esto me ha servido para dejar atrás la timidez; cuando me pongo el disfraz, caigo en el personaje que estoy interpretando; cuando me toman una foto, no soy yo el que sale, sino el personaje.”
Otros que atrajeron miradas por donde caminaran fueron dos personajes azules con llamativas vestimentas ... no eran pitufos ni avatares. Eduardo Soto y Melisa Sagel encarnaban a dos Dekan Dragon Fighters, una pareja de protagonistas del videojuego titulado Rohan .
Sus ojos estaban cubiertos por lentes de contacto con cuadrículas blancas, por otra parte, sus cuerpos lucían revestidos en su totalidad por pintura, y de sus manos sobresalían enormes armas que inspiraban respeto.
“Sí me gusta la atención de la gente que provocan estos disfraces; si no, no haría esto. Una vez pude ir a México disfrazada por un concurso que gané y la experiencia fue increíble. Por eso, cada año quiero ganármelo de nuevo”, aceptó Sagel.
La mayoría de los cosplayers se sienten realmente atados a los personajes que ocupan sus pieles por un día. Así lo confesó un Darth Vader cargado de años: “Con esto uno saca al guila interno”.
En Costa Rica hay, al menos, 18 fans de Star Wars que personifican a soldados imperiales y clones. Ellos son parte de la Legión 501, reconocida ya por sus indumentarias, que inclusive han sido aprobadas por la industria de George Lucas (creador de la franquicia de La Guerra de las Galaxias ). A nivel mundial la agrupación asciende a 5.000 miembros.
Ellos hacen armas con madera, los cascos los moldean y construyen con diferentes materiales, y solo compran algunos elementos, como por ejemplo, los sables luminosos. ¿Cuánto cuesta un traje completo? Un “clon” tico confesó que el presupuesto ronda entre $1.500 y $2.000 (de ¢750.000 a ¢1 millón).
Camino ascendente
A la hora de elegir a los ganadores del concurso de cosplay occidental (organizado por el grupo King’s Hand), cinco jueces debatían en una calurosa discusión. Quienes fueran elegidos como los mejores disfraces se llevarían a casa el orgullo y una medalla o un trofeo, según los puntajes. “Me molesta que tengan un año de tiempo y haya quienes traen trajes hechos sin cariño... eso se les nota”, decía uno del jurado, mientras otra le bajaba puntos a una participante porque se quedó inmóvil sobre la tarima.
El cosplay tico no está en pañales, pero debe ajustarse la capa para seguir creciendo. “Falta más compromiso... Hay que buscar alcanzar la mayor exactitud posible”, dijo Ricardo Vargas, de 38 años y con más de un lustro de disfrazarse. “Si la gente quiere ganar, debe convertirse en el personaje para lograrlo”.