Tonos en azul, amarillo, lila y rosado son destellos electrónicos que escapan por el cristal de las enrejadas ventanas y se pueden observar todos los días al caer la tarde. Ese arcoíris de estridentes colores nos hace volver la mirada al pasar frente a lo que queda de la vetusta casona que una vez dio albergue a uno de los hombres más importantes de la provincia de Heredia.
La casona del ilustre ciudadano don Nicolás Ulloa Soto (El Gran Chaparral) hoy se viste de exóticos colores para dar cabida al polémico y no bien ponderado Bingo Multicolor de la Cruz Roja Costarricense.
Sin contar aun con el permiso de funcionamiento de la Municipalidad de Heredia, pero muy seguros de obtenerlo, los inversionistas siguen adelante con las labores de remodelación y construcción.
Esta moderna remodelación y su iluminación electrónica son una contrariedad artística abominable que rompe la sobriedad histórica del lugar, otrora hermosa casona que en los momentos álgidos de nuestro pasado sirvió de refugio y cuartel a muchos personajes de prestigio y relieve político.
Su vestíbulo doblemente centenario recibió por única vez al “Caudillo de Centroamérica” don Francisco Morazán Quezada, para la formalización de la toma del poder en Costa Rica, que traicioneramente le había sido arrebatado a nuestro jefe de Estado don Braulio Carrillo Colina.
Los representantes de nuestra centenaria y benemérita Cruz Roja alegan que modernizar el actual bingo es incorporarle elementos electrónicos que lo hagan más atractivo para una población más joven y con mayor capital. Es hora de que el Ministerio de Cultura impida el uso indebido de los monumentos nacionales y de nuestro patrimonio histórico para la instalación de negocios de este tipo.
Hoy por hoy, la población comprendida entre los 18 y los 45 años representa el 12% de los visitantes al tradicional Bingo de la Cruz Roja, mientras que en la nueva modalidad electrónica de juego ese porcentaje supera el 50%. No hay nada más que visitar la sala de Bingo Multicolor de la avenida central de San José para darnos cuenta de que esa cifra se queda corta.
Tal y como lo manifiesta un matutino de nuestro país, el “casi, casi gano” es el elemento crucial que ata a todo jugador a su juego, lo que se puede transformar en una fuerte adicción a los juegos de azar denominada ludopatía.
Esta patología se presenta en su máxima expresión en las maquinas tragabilletes de los casinos y que el Bingo Multicolor también utiliza en un 70% de sus instalaciones actuales.
No queremos nuevos “jugadores robots” en nuestra juventud herediana. No queremos más casinos. No queremos bingos electrónicos en su modalidad de máquinas tragabilletes. No queremos más salas de maquinitas como las que hoy en día abundan en el circuito central de la ciudad.
Esta lucha no se trata de aprobar tiempos limitados para el expendio de licores o de decidir si el lugar es o no un casino. Se trata de proteger a nuestra juventud de un peligro que la viene acechando desde hace unos años.
Señor Alcalde, sea claro y limite el otorgamiento del permiso de funcionamiento del Bingo Multicolor al uso tradicional de cartones de juego, aunque sean electrónicos y diga “no” a las máquinas tragabilletes.
Queremos una juventud sana, pujante y trabajadora, libre de vicios y con la mente fija en luchar por los mejores ideales de nuestra comunidad y, por favor, no conviertan en un circo de luces electrónicas lo que tardó 200 años en convertirse en historia. Respeten la sobriedad de lo que aún nos queda de la hermosa casona de don Nicolás Ulloa Soto.
Toda la ciudad de Heredia clama: ¡Silencio!, porque en el recinto de esa casona duerme la historia.