Tres niños son brutalmente asesinados. Como sospechosos figuran igual número de adolescentes. El caso en la Corte se complica. Los testimonios son contradictorios y las pruebas tampoco parecen contundentes. El pueblo exige justicia y la sentencia es demoledora: dos de los acusados deberán pasar el resto de sus existencias en prisión y a uno se le cegará la vida con inyección letal.
Cuando todo parece perdido para los condenados, un descubrimiento inesperado cambiará de forma dramática el rumbo de los acontecimientos.
Aunque la trama parece de una película de ficción, es real. La historia se comenzó a escribir el fatídico 5 de mayo de 1993, cuando los cadáveres mutilados de Stephen Branch, Byers Christopher y Michael Moore, de ocho años de edad, fueron descubiertos al lado de un arroyo fangoso en la zona forestal de Robin Hood Hills de West Memphis, Arkansas.
Como posibles inculpados del hecho figuraban los nombres de tres adolescentes: Jessie Misskelley de 17 años, Damien Echols de 18 y Jason Baldwin de 16, quienes fueron acusados de violar, mutilar y darle muerte a los pequeños.
Tan sorprendente como el hecho mismo, es que HBO haya podido documentar y darle seguimiento al caso a lo largo de casi dos décadas. Como resultado de esa cobertura surge el poderoso e impactante documental verité Paradise Lost 3: the purgatory, dirigido y producido por Joe Berlinger y Bruce Sinofsky. (Los documentales verité son un género que concede mayores libertades a los directores a la hora de retratar la realidad, pues pueden influir en los hechos filmados).
Realidad de película
Cuando comenzaron su aventura fílmica la premisa básica de ambos cineastas era hacer una película sobre tres adolescentes culpables de un horrendo crimen. Sin embargo, luego de convivir en la comunidad de los jóvenes durante los siete meses previos a los juicios (en 1994) la culpabilidad de los acusados, desde su óptica, resultaba más que dudosa.
Con el tiempo Berlinger y Sinofsky llegaron a convencerse de que la condena fue producto de una auténtica cacería de brujas y no de evidencia científica.
Su primera película, Lost Paradise: Los crímenes de los niños en Robin Hood Hills (1996), logró mostrar ante el mundo un retrato del juicio apresurado a que fueron sometidos los acusados para lograr su condena. Cuatro años más tarde, Paradise Lost 2: Revelations, se enfocó en el defectuoso proceso de apelación que impidió la liberación de Misskelley, Echols y Baldwin, y que mantuvo intactas sus sentencias.
A partir de ambos filmes, el caso cobró mayor notoriedad y surgió el movimiento Free the Memphis West 3 (Liberen a los 3 de Memphis), que contó con el apoyo de celebridades como Johnny Depp, Eddie Vedder y Natalie Maines, del trío de música country las Dixie Chicks.
Al creciente apoyo internacional que surgió a partir de estos movimientos, HBO ordenó la producción de Paradise Lost 3: El Purgatorio, documental que usted podrá ver esta semana en ese canal y el cual se encuentra nominado para los premios Óscar 2012.
De villanos a héroes
En esta nueva entrega se dan a conocer nuevos resultados de pruebas de ADN que al momento de cometerse los crímenes aún no existían, así como las graves anomalías encontradas en la conducta del jurado. Incluye recientes entrevistas a Echols, Baldwin y Misskelley y a Juan Marcos Byers y Hobbs Terry, padrastros de dos de las víctimas.
Más de 150 horas de material filmado desde el año 2004, fotografías inéditas y material noticioso rara vez visto dieron a los realizadores la posibilidad de escudriñar tomas de archivo de las producciones anteriores e incluir escenas que hoy cobran renovada importancia.
Quienes no hayan visto las dos primeras entregas de Paradise Lost no deben preocuparse. Este tercer documental fue realizado de manera que no sea requisito conocer las películas anteriores para meterse de lleno en la trama y entender los pormenores del complicado caso, que culmina con un desenlace sorprendente: Echols, Baldwin y Misskelley fueron finalmente liberados de la cárcel el 19 de agosto de 2011. Los tres llegaron al acuerdo de declararse culpables (al tiempo que afirmaban su inocencia) para obtener su ansiada libertad y salvar a Echols de la condena de muerte.
Al final de su odisea el trío fue ovacionado de pie por 1.200 espectadores, tras el estreno mundial de esta última secuela en el New York Film Festival.
Lost Paradise –no obstante– también ha sido objeto de críticas. Mike Hale de The New York Times resume la la actitud de los cineastas ante el tema con lo expresado por Sheila Nevins –presidente de la división de documentales de HBO– en una entrevista con ese diario, cuando al referirse a los acusados del caso los llamó “nuestros muchachos”.
“Mientras tanto, las víctimas –Stevie Branch , Christopher Byers y Michael Moore– son solo estadísticas en gran parte de las seis horas y media de duración de las tres películas”, censuró Hale.
Hank Stuever del Washington Post, lo analiza desde una perspectiva distinta: “Estas películas cuentan una historia profundamente inquietante e inolvidable –al parecer– sobre la naturaleza humana, el dolor y la venganza, convirtiendo los hechos de West Memphis en una moderna analogía de los juicios de las brujas de Salem. Los filmes de Paradise Lost se convirtieron, a falta de una mejor descripción, en un éxito de culto”.