LOS ANGELES (AFP) - Es un cineasta que creó algunos de los trabajos más memorables y enigmáticos realizados en celuloide, pero en lo que a David Lynch concierne, la película está muerta.
El cineasta inconformista de Hollywood, famoso por películas perturbadoras que exploran el lado oscuro de la naturaleza humana, como "Blue Velvet" ("Terciopelo azul"), "Eraserhead" ("Cabeza borradora") y "The Elephant Man" ("El hombre elefante"), dice que se ha vuelto parte de la revolución digital.
"La película es un medio hermoso", dijo el cineasta de 61 años en una entrevista con la AFP. "Hermosas máquinas, hermosas cámaras, la mirada, todo es exquisito. Pero hacer filmes así está muerto".
Lynch filmó su última película "Inland Empire", un enigmático e irritante rompecabezas de tres horas de duración que dejó a los críticos rascándose la cabeza, enteramente usando livianas cámaras digitales.
E insiste en que no planea regresar a la filmación tradicional.
"Las cámaras tradicionales de cine son como plomo. Los 'travelling' son gigantes y pesados. Todo es grande y tan lento. Cada vez que mueves la cámara, tienes que iluminar nuevamente el plató. Es como una tortuga en invierno", indicó.
Trabajar con cámaras digitales permitió a Lynch filmar y editar en tiempo real, mientras que antes tenía que esperar 24 horas el revelado de la película.
"Ver lo que vas a obtener realmente y poder cortarlo allí mismo es invaluable", estimó.
"Poder mantener la espontaneidad en el plató sin matar la magia del momento teniendo que recargar la cámara es toda una nueva manera de trabajar. No podría volver nunca a trabajar con película. Es como un dinosaurio", añadió.
Sin embargo, aunque Lynch ha abrazado en forma entusiasta la nueva tecnología para su arte, se siente consternado solo de pensar que a medida que más películas puedan ser descargadas de internet, la gente dejará de ver cine en una gran pantalla.
"Es un pensamiento terrible", indicó. "Espero realmente que si la gente comienza a mirar películas en sus iPods, que tengan algún tipo de artefacto que les permita proyectar una gran imagen en la pared", dijo.
"Pero espero que la tradición de ir al cine nunca muera. Una pantalla gigante, una sala a oscuras con cientos de personas, las cortinas abriéndose y todos viajando a un mundo diferente... es algo mágico".
Lynch está haciendo una gira para promocionar su nuevo libro "Catching the Big Fish", en los que describe sus métodos para captar ideas y los inmensos beneficios creativos de la meditación diaria.
También ha realizado una mini-gira en Estados Unidos, apareciendo en Nueva York, Washington y Hollywood con el cantante de folk escocés Donovan.
Aunque admite la ironía de promover la felicidad interior tras una vida de trabajos que exploran la violencia más recóndita en los humanos, Lynch sostiene que la sensación de paz alcanzada a través de la meditación no necesariamente alterará los temas tradicionales de sus filmes.
"Si uno se quedara extasiado y relajado cuando medita y el trabajo no tuviera ninguna fuerza, sería absurdo seguir meditando", indicó.
"La meditación ha sido para mí la llave para un océano de creatividad. Las ideas no cesaban de fluir", añadió Lynch, mofándose de la idea tradicional de que el gran arte es a menudo fruto de un gran sufrimiento.
"En algún lugar esta idea, tal vez provino de los franceses, instauró que había algo noble en el artista muerto de hambre en su buhardilla, tiritando de frío. Admito que siempre pensé que eso tenía onda".
"Pero si realmente estás sufriendo y deprimido no puedes salir de la cama. Creo que el tema del artista muerto de hambre es solo una gran manera de atraer muchachas: sienten lástima y te traen comida. Y si tienes suerte, te abrazan fuerte".
© 2007 AFP