Faltaban solo unos segundos para las 10 p.m. y las luces comenzaron a iluminar el estudio Central Park de Buenos Aires, donde los expertos en escenografía del canal 13 se las ingeniaron para construir una cancha de futbol.
Afuera, en el último camerino del primer piso, Diego Armando Maradona esperaba a que el jefe de piso le diera la señal para comenzar La Noche del Diez , su nuevo programa de televisión.
Vestía chaqueta y camisa negras, jeans , dos anillos, una cadena con un crucifijo y los dos relojes que lleva siempre en cada una de sus muñecas -uno para ver la hora y el otro para saber la hora de sus hijas en Argentina.
A la hora indicada, el exfutbolista saltó al escenario y el público estalló de júbilo. Con 47 kilos (103 libras) de menos y alejado de las drogas, el Pelusa parecía otra persona, un resucitado, un ser distinto a aquel obeso, hipertenso y adicto a la cocaína que "agonizaba" hace poco más de un año en una clínica de Buenos Aires.
"Esto no es un milagro, es producto del amor. De Dalma, Gianinna, Claudia (sus hijas y esposa), de mis padres. Ellos me rescataron", fueron las palabras con que inició su programa.
Y en verdad que lo suyo puede llamarse "resurrección". Después de una gran carrera futbolística en Argentina, España e Italia y toda una fortuna en sus arcas, las drogas llevaron al Pibe de oro a lo más profundo del infierno.
Vio de cerca la muerte en enero del 2000, cuando sufrió una crisis cardiaca en el balneario uruguayo de Punta del Este y debió ser llevado de urgencia a su país.
Tras recuperarse de ese primer susto, viajó entonces a la clínica La Pradera, un centro de rehabilitación en Cuba, donde estuvo varios años intentando en vano curarse de la adicción a las drogas que lo capturó desde sus tiempos como jugador del Nápoli de Italia, en la década de 1980.
Miles de dólares en tratamiento, su amistad con Fidel Castro y su nuevo look -cabello rubio y un tatuaje del Che Guevara en el brazo derecho, incluidos- no alcanzaron para sacarlo del abismo.
En abril del 2004 sufrió una crisis hipertensiva y una infección pulmonar que lo pusieron de nuevo al filo de la muerte.
Cientos de seguidores se ubicaron día y noche en las puertas de la Clínica Suizo-Argentina, mientras seguían atentos las noticias del ídolo conectado a un respirador artificial.
La entrada de la clínica más parecía un altar religioso. Cada rincón de su fachada fue tapizado con velas, rosarios, estampitas de santos y carteles que decían: "Dios, curá a un dios", "El cielo puede esperar" y "Dios no está enfermo, solo descansa".
Y el favor se les hizo. A pesar del pronóstico reservado, Maradona salió de la crisis, se separó del respirador, volvió a comer y hasta le quedó fuerza para hacer una rabieta más.
Sin haber sido dado de alta, abandonó la clínica y se marchó a jugar golf en una casa de campo en las afueras de Buenos Aires.
Mas la broma le salió cara y, seis días después, su médico de cabecera lo mandó a hospitalizar de nuevo por incumplir la dieta indicada. Salió del hospital y, contra su voluntad pero con la autorización de su familia, fue internado durante tres meses en el instituto Del Parque, una clínica especializada en el tratamiento de enfermos mentales por consumo de drogas.
Estuvo amarrado, aislado y sedado para controlar sus ataques de furia, mientras su familia decidía en qué país tratar su adicción a las drogas.
Cuba fue de nuevo la primera opción y ahí se trasladó el 20 de setiembre para internarse en el Centro de Salud Mental de La Habana. Durante poco más de dos meses estuvo bajo el estricto cuidado de psiquiatras, psicólogos y médicos internistas.
Cambió de vida. Si los periodistas no lo hubieran seguido la pista tan de cerca, pocos habrían adivinado que aquel gordito de 124 kilos (273 libras) que llegó en marzo pasado a Cartagena de Indias, Colombia, era el Pibe de oro .
Aunque lo negó días antes, Diego viajó al puerto colombiano con su hermana Kity para someterse a un by-pass gástrico laparoscópico, una intervención que disminuiría el tamaño de su estómago y lo uniría a la parte media del intestino delgado.
La operación costó $10.000 (¢4,7 millones, al tipo de cambio de la época) y se convirtió en la puerta para que el astro argentino tuviera una nueva vida.
Dos meses después de la cirugía, en medio de una gira por Europa, Diego reconoció haber bajado 27 kilos y llevar más de un año sin consumir drogas. Y aunque no admitió estar quebrado, sí aceptó que necesitaba trabajar para demostrar que era un hombre nuevo.
"Es que ya le regalé mucho tiempo a la 'pavada' y al dejarme estar. Mientras se trate de trabajo, tengo dos brazos, tengo dos piernas, una cabeza que me funciona y voy a trabajar", contó al diario argentino La Nación .
Y la oportunidad no tardó en llegar. Desde el 1° de agosto labora como vicepresidente del Consejo de Futbol de Boca Junior, el equipo de sus amores, y recibe $1,5 millones al año.
En vivo. La noche del 15 de agosto, Buenos Aires se paralizó. Casas, bares y restaurantes siguieron con devoción La Noche del Diez. Bajo las luces del estudio Central Park, Diego Maradona hizo realidad el sueño que empezó a gestar unos meses atrás.
Su figura estilizada impresionó a todos cuando apareció en la pantalla, pero el Diez tenía más sorpresas guardadas.
Diego aceptó "en vivo" que tiene un hijo en Italia, confesó su amor por su exesposa Claudia Villafañe, contó la verdad sobre el gol que anotó con la mano a los ingleses en el mundial de México 86 -"La mano de Dios"- y habló con Pelé , su eterno rival.
Ese primer programa fue visto por 3 millones de argentinos y contó con invitados de primer nivel, música, bailes y animación computadorizada.
En cuatro semanas, la megaproducción que requiere el trabajo de 150 personas, 12 cámaras y tres directores, ha roto récords de audiencia.
Un segundo de publicidad vale $700 y Maradona recibirá $33.000 por cada una de las 13 emisiones pautadas para este año.
La fama del espacio ha crecido tanto que las cadenas mexicanas Televisa y TV Azteca compraron los derechos de transmisión en su país. También existe interés de la cadena RAI , de Italia, y TVE , Televisión Española.
A ellas se les sumó TV Chile , que ya emitió el programa y obtuvo más de 40 puntos de rating en su primera emisión.
Dentro del escenario, Maradona luce rejuvenecido y ha puesto a jugar su poder de convocatoria. Ya ha compartido el set con los cantantes Charly García, Diego Torres, Cristian Castro y Thalía.
Ahora piensa entrevistar al presidente cubano Fidel Castro, al golfista Tiger Woods, al exbasquetbolista Michael Jordan y a los futbolistas brasileños Ronaldo y Ronaldinho.
Cada madrugada de martes, cuando termina el programa, la exesposa y las hijas del Pelusa -Dalma y Gianinna- lo esperan fuera del set . Aunque no vive con ellas, pues volvió a la casa de sus padres 25 años después, deja claro que sigue vivo por y para ellas.
"Esta es mi vida. Es la que yo quería vivir y no podía. Dejé que mis hijas me vieran gordo, postrado y drogado en una cama. Y no quiero más", enfatizó.
Lejanas parecen aquellas pesadillas en las que la muerte venía a buscarlo y no se lo llevaba porque Dios lo agarraba de una mano y su madre de otra.
Quizá, como dice Diego, "no hubo ningún milagro, se destapó algo que yo tenía adentro". O tal vez, como explicó el comentarista deportivo Ezequiel Fernández, eso de que los ídolos argentinos -Gardel, Evita, el Che - mueren jóvenes, no aplica para el Diez .