París, 30 nov (EFE).- Titán, la mayor de las lunas de Saturno, es un mundo "muy extraño" de color marrón y naranja, formado de hielo, alquitrán y petróleo, donde los pies se hundirían y hace mucho frío.
Jonathan Lunine, uno de los científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA), dijo hoy en una rueda de prensa en París que de esta manera describiría Titán a un niño de cuatro años.
En la conferencia de prensa también estuvieron los ocho expertos que se han encargado de estudiar los datos captados por la sonda europea "Huygens", desvelados hoy.
Durante su descenso de dos horas y 48 minutos a través de la atmósfera de Titán, el 14 de enero de 2005, "Huygens" registró una multitud de datos con los seis instrumentos científicos que llevaba a bordo y continuó transmitiendo otros 72 minutos más tras su aterrizaje, el primero de un artefacto terrestre en el satélite.
Titán es "un mundo fantástico, muy extraño, formado de hielo, alquitrán y petróleo, que llena las riberas y los lagos, y no se podría pasear allí porque los pies se quedarían pegados o se hundirían", dijo Lunine al iniciar su descripción.
Además, "habría que tener mucho cuidado con los minivolcanes y llevarse un buen abrigo porque hace mucho frío, y una botella de oxígeno, y, sobre todo, no llevar cerillas", bromeó.
En tono más científico, Lunine y sus colegas de la ESA explicaron durante dos horas los resultados obtenidos de la sonda que viajó en la nave estadounidense Cassini y que fue la primera en aterrizar en la "densa y muy brumosa" atmósfera de Titán.
Un satélite que presenta una superficie muy accidentada, fruto de una erosión muy abrupta ocasionada por metano líquido, uno de sus principales componentes, añadió el profesor Bruno Bezard.
Actualmente esa sustancia no está presente en la superficie pero sí en la atmósfera, que está compuesta además por nitrógeno, hidrógeno y otros gases que ponen de relieve la existencia de "una estructura química compleja", agregó su colega Guy Israel.
Bombardeado por partículas del medioambiente de Saturno, expuesto a los rayos ultravioleta del Sol, el metano se convirtió en hidrocarburos y en compuestos de azote e hidrogeno, que se condensan entre 300 y 200 kilómetros de altitud para formar una niebla muy espesa de color naranja de materiales orgánicos, según Israel.
Esos aerosoles caen finalmente en una especie de lluvia en la superficie de Titán, donde se acumulan en una capa esponjosa que está compuesta probablemente por una especie de galletas de hielo y metano líquido, estimó el científico John Zarnecki.
Ese proceso implica que el metano se escapa constantemente de la atmósfera de Titán y debe ser reemplazado, lo que implica la existencia de un depósito de metano o de carbono en forma muy primitiva, situado probablemente debajo de la superficie del satélite, dijo Francois Raulin.
"Habría una fuente muy importante de metano de origen no orgánico (...) Un proceso similar podría haber producido una gran bolsa de metano en la Tierra, lo que abriría nuevas vías de fuentes energéticas, como gas no orgánico en nuestro planeta", estimó.
La sonda "Huygens" no aterrizó exactamente donde estaba previsto sino a 166 kilómetros de distancia, en la superficie de un lago seco, que recordaba, según Zarnecki, a la consistencia de una "creme brulée", que se parece a la crema catalana.
En su laboratorio, Zarnecki, que tenía la misión de analizar los datos recogidos por el "penetrómetro" de la "Huygens", reprodujo el escenario y llegó a la conclusión de que la capa más externa de la superficie en la que cayó el sonda podría asemejarse a "arcilla humidificada o a arena húmeda y luego secada".
Son sólo los primeros resultados del análisis de los datos captados por "Huygens", que dan lugar a la publicación de siete artículos en la edición de mañana, jueves, de la revista británica "Nature", y que aún alimentarán años de investigación.
El estudio de Titán presenta un interés particular para la comprensión de la Tierra, ya que esa luna de Saturno es, junto a nuestro planeta, el único astro del sistema solar que está dotado de atmósfera espesa compuesta mayoritariamente por metano.
Desde el punto de vista físico, las medidas efectuadas han confirmado una presión atmosférica una vez y media superior a la de la Tierra y una temperatura de -180 grados-, que impide la formación de vapor de agua y, por tanto, de oxigeno.
Los vientos soplan siempre en la misma dirección que la rotación del satélite y alcanzan 430 kilómetros a la hora en las zonas altas, pero curiosamente, según Jean-Pierre Lebreton, son casi inexistentes en la superficie. EFE
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