Aquel lunes por la mañana, olía a suerte en el Mercado de Abastos de San José. Reunidos alrededor de una mesa, los miembros de la Junta de Caridad se disponían a sacar los números ganadores dela Lotería del Hospicio Nacional de Locos ante los ojos de curiosos y compradores.
Varias semanas atrás, se había fijado para esa fecha el primer sorteo de la anunciada lotería pública que dejaría a algún hijo de vecino con 500 pesos en la bolsa.
El Reglamento de la Lotería estipulaba que el sorteo fuera realizado en presencia del alcalde, don Inocente Moreno, y del inspector, don Carlos Echeverría. Ellos y decenas de josefinos, presenciaron con asombro la gran coincidencia: entre más de 1.400 números vendidos, el ganador fue el número 1.
Así comenzó hace 125 años, la historia de un juego de azar que hasta la fecha, sigue cautivando e ilusionando a miles de costarricenses. Desde aquella mañana de junio, empezaron las cábalas, la búsqueda del número favorito –en ocasiones desesperada y a un alto precio– y el deseo de obtener alguno de los premios de la Lotería Nacional, para convertirse en rico de la noche a la mañana, o al menos salir de algún apuro.
Más de un siglo después, muchos han tenido la suerte que tuvo Amelia Rohrmoser esa mañana; otros – los menos afortunados– , se conforman quizá con la idea de colaborar, domingo a domingo, con alguna causa benéfica como la que motivó el nacimiento de la Lotería Nacional a mediados del siglo XIX.
La idea de una lotería nacional comenzó a gestarse muchos años antes de que aquel famoso número 1 fuera cantado como premio mayor.
El 21 de octubre de 1845, el médico Nazario Toledo, presidente de la Junta de Caridad, solicitó al Gobierno del Estado la instauración de una lotería pública mensual con el fin de recaudar dinero para la construcción del Hospital San Juan de Dios.
“Puede reunirse la suma de mil pesos, de manera que puedan celebrarse doce loterías cada año, y en tal caso ha parecido conveniente distribuir la cantidad supuesta de tal modo que diez números resulten premiados con cincuenta pesos cada uno y solamente uno con quinientos”, propuso Toledo en la misiva.
La Cámara de Representantes vio con buenos ojos la propuesta, sobre todo por los beneficios que podría aportar.
“...Es de mucha utilidad para el Estado porque cada mes va una persona a ser propietaria de quinientos pesos de un momento a otro, siendo probable que ella sea algún joven pobre y que por este medio salga de la indigencia y en breve tiempo tengamos un nuevo propietario”, reza una carta fechada el 4 de noviembre de 1845.
Una semana después, el 13 de noviembre, un decreto autorizó al Ejecutivo para “establecer en el Estado una lotería pública mensual de mil pesos”, sobre cuyo capital se fija el impuesto de un 15% en favor del “piadoso” San Juan de Dios.
Sin embargo, el Decreto y la lotería fracasaron rotundamente ante la oposición del público, pues en la Costa Rica de entonces abundaban las rifas y juegos de todo tipo.
“Durante esos años hubo mucha oposición. A la gente de esa época le gustaba jugar lotería de otros países, sobre todo de Cuba, ruleta, dados o lotería entre amigos. Eso generó cierto temor de que les quitaran el negocio”, cuenta Jorge Alberto Castro, coleccionista de lotería.
Pasaron casi 40 años para que los ticos pudieran jugar la lotería pública, luego de que la Junta de Caridad presidida por el doctor Carlos Durán lograra vencer la resistencia de algunos sectores que consideraron que el país no requería de este tipo de juegos.
Incluso, fue necesaria una ley, aprobada el 28 de junio de 1852, y un reglamento, emitido el 8 de mayo de 1885, para allanar el camino de ese juego cuya ganancia se destina a la beneficencia.
Cuando al fin se hizo el sorteo, el hospital ya estaba construido, así que las ganancias serían destinadas al Hospicio de Locos.
El primer sorteo fue muy diferente a los actuales; no hubo tómbolas ni bolitas, pero sí la misma emoción. Según el acta de ese día, se realizó en el edificio del Mercado de Abastos –hoy Mercado Central– , centro de reunión por excelencia para los josefinos.
Aunque no existe referencia sobre quién sacó el número ganador, lo cierto es que la suerte le sonrió al número 1.
“Este premio de 500 pesos le correspondió a la señorita Amelia Rohrmoser Carranza, (hija de Ernesto Rohrmoser-von Chamier, y con 11 años de edad, ya casi 12) –después esposa de don Juanito Montealegre–”, consigna la publicación de la Junta de Protección Social de San José.
También hubo dos premios de 100 pesos, cuatro de 30 pesos y 18 de 10 pesos.
“Para ganar el premio mayor había que tener los cuatro pedacitos del entero, pero aún así por esas fechas, con 500 pesos (el colón comenzó a circular el 24 de octubre de 1896), se podía comprar más de una manzana de terreno”, añade Castro.
El entero de lotería estaba formado por cuatro billetes, cada uno con un precio de 25 centavos, monto que por entonces no estaba al alcance de todos.
La venta de los primeros billetes recayó en los llamados “agentes de lotería”, quienes ganaban una comisión del 3% sobre la venta total (hoy los chanceros ganan el 12%). También se nombraron agentes viajeros; los dos primeros se ubicaron en Heredia y Pacaca de Puriscal, y hubo otras personas que vendían lotería sin cobrar ninguna retribución.
“Durante esos primeros años, hubo unas cuatro o cinco personas que tenían sus puestos de venta, algunos eran reconocidos, como Teodorico Quirós, que tenía un puesto llamado La Colorada cerca del Mercado de Abastos. Su fama era tanta que hasta se anunciaba en
Aunque el segundo sorteo de la Lotería Nacional se realizó 45 días después del primero, las rifas siguientes se hacían cada cada mes y medio o dos meses, pues se tenía por costumbre anunciar antes que la Junta ya contaba con el dinero de los premios y después se fijaba la fecha.
El primer aumento de los premios de la lotería se dio en 1886, cuando se agregaron cuatro premios de 20 pesos. Ya para inicios de 1887, el premio mayor había alcanzado los 1.000 pesos y la cantidad de números vendidos superaba los 8.000.
Durante décadas, la lotería experimentó los mayores cambios en su diseño. De los billetes rectangulares se pasó a los alargados y luego, a pequeños cuadros que se mantuvieron hasta 1990.
La probabilidad actual de ganar un premio de la Lotería Nacional es de una en 100.000, pues hay que acertar uno de 100 números y una de 1.000 series.
Esa posibilidad comenzó en 1951, cuando se adoptó la recomendación de Jorge Salas Ruiz, quien era secretario y administrador del departamento de Loterías. Él propuso incorporar tres esferas a los sorteos.
De esta manera, hay una tómbola solo para los números del 00 al 99, otra para las series del 000 a la 999, y una esfera más para los premios. Antes el billete solo tenía número, y en los años previos a 1951 esa cifra solo podía llegar a tener hasta cinco dígitos.
El cambio generó la protesta de algunos compradores asiduos, pero no frenó la pasión de muchos por jugar lotería.
En las actas de la Junta de Protección Social consta que en el transcurso del siglo pasado se rifaron viviendas, televisores, artículos electrodomésticos y planes turísticos, ya sea dentro del país o en el extranjero.
Los sorteos extraordinarios han acompañado a la Lotería Nacional desde su creación.
Como prueba de ello, el 12 de julio de 1885 (tan solo un mes y cinco días después de la primera rifa) hubo un sorteo especial que regaló 1.500 pesos en total, con un primer premio de 800 pesos. En esa ocasión, la suerte recayó en el número 1.578.
A partir de 1886, esas rifas extraordinarias que incorporaron premios más altos, se programaron para los días 1°. de enero.
Pero en diciembre de 1960 empezó la locura navideña, con el llamado “gordo”. Ese año, resultó favorecido el número 30 con la serie 504.
La lotería navideña surgió después de que se aprobó la ley que obliga a pagar el aguinaldo a los empleados privados, aprobada el 23 de octubre de 1959. Desde ese momento, los chanceros se frotan las manos esperando el aguinaldo y muchos trabajadores reservan parte de ese decimotercer salario para “invertir” en lotería. Incluso, desde el 2006 se juega una “miniversión” de lotería navideña en julio, bautizada por la Junta como el “gordito” de medio año.
El uso de tiza y pizarra fue frecuente para anotar los números favorecidos de la Lotería Nacional, casi desde sus inicios. Luis Polinaris, quien fue gerente de la Junta entre el 2001 y el 2008, cuenta que sustituyeron esas pizarras por un sistema electrónico en el año 2002.
“Cuando se hacían sorteos navideños (en el Parque Central o la Plaza de la Cultura) se llevaban esas grandes pizarras para anotar los números. Hubo resistencia a ese cambio (al sistema informático). En el 2002 también aparecieron las listas de números favorecidos en el sitio
Aquellos sorteos al aire libre obligaban a usar megáfono para cantar los números, series y premios, pero junto con la radio y la televisión, ayudaron a difundir los sorteos a todo el país.
Han pasado 125 años desde que el Mercado de Abastos fue testigo del primer sorteo de lotería. Para recordar esa fecha histórica, la Junta de Protección Social decidió que las fracciones de lotería del sorteo de esta noche tengan como imagen aquel boleto utilizado en 1885.
Si usted es de los que hace cábalas con las fechas de cumpleaños, tal vez pueda comprar el 07 o el 06... Quién sabe, a lo mejor en la fiesta de la suerte, salga regalado con el premio mayor.