La vida, en las buenas y en las malas, es mejor cuando se está en compañía de un amigo; esa persona a la que uno le tiene afecto, puro, desinteresado y compartido.
Todos tenemos experiencias que pueden proveer evidencia sobre las bondades de la amistad. Los psicólogos también tienen sus pruebas: diversos estudios demuestran que el tener un buen amigo cerca, aun cuando se está inmerso en situaciones dañinas, como hogares violentos o situaciones de abuso, puede ayudar a la persona a sobrellevar las circunstancias y lograr un desarrollo con menos secuelas que si no hubiese tenido ese apoyo.
Pero, ¿qué sucede en el momento exacto de una situación negativa? ¿Tener un amigo al lado de uno cuando algo malo sucede sirve como un ‘colchón’ que aminora el efecto de la situación negativa sobre uno?
Para encontrar una respuesta a esa pregunta, los investigadores William Bukowski, Ryan Adams y Jonathan Bruce Santo se fueron a una escuela canadiense y, a lo largo de cuatro días, siguieron a 103 niños y niñas, de entre 10 y 12 años de edad.
Cinco veces al día, los niños llenaron diarios donde narraban qué les había sucedido 20 minutos antes, con quién habían estado y cómo se sentían. Al final de cada registro del diario, contestaban un par de preguntas sobre la percepción sobre sí mismos y, además, los científicos recogían una muestra de saliva para analizar los niveles de cortisol, una hormona que el cuerpo segrega más cuando se está bajo estrés.
Al analizar los registros de los preadolescentes, los científicos encontraron que si el mejor amigo estaba junto al niño cuando ocurría algo negativo, como el regaño de un maestro o el enfrentamiento con algún compañero, los sentimientos negativos se aminoraban y la percepción sobre sí mismo cambiaba poco.
Al examinar la reacción biológica, la secreción de la hormona cortisol, también se evidenció que cuando el mejor amigo estaba cerca, aunque se enfrentara una situación negativa, los niveles de la hormona se quedaban cerca de la norma, pero si el niño estaba sin la compañía de un amigo estos sí subían.
El estudio, publicado en la revista Developmental Psychology , demuestra una vez más el enorme poder de los amigos. Hoy agradezco a los míos por estar siempre ahí.