Por Susana Madera
Quito, 25 nov (EFE).- Los hermanos César y Luis Fernández, las personas más nombradas y más negadas en las últimas semanas en medio de un escándalo que involucra al Gobierno y al narcotráfico en Ecuador, son los únicos aún no han hablado.
César Fernández fue capturado, junto con otras 13 personas, en el "Operativo Aniversario" desarrollado durante seis meses, conocido hace casi un mes y en el que la policía se incautó cerca de media tonelada de cocaína.
César Fernández, gobernador de la provincia de Manabí en el Gobierno de Sixto Durán Ballén (1992-1996), y hasta hace poco considerado un influyente empresario que cayó en desgracia económica, es ahora uno de los principales cabecillas de una presunta banda de narcotráfico y a la que se investiga el posible vínculo con carteles de México y Colombia.
El escándalo se desató cuando una fuente del partido de Gobierno, Sociedad Patriótica, dijo al diario "El Comercio", que la familia Fernández Cevallos entregó 30.000 dólares a la campaña electoral de 2002, lo que el presidente del país, Lucio Gutiérrez, desmiente.
En lo poco que ha dicho, César Fernández ha aclamado su "amistad" con el vicepresidente de Ecuador, Alfredo Palacio, quien, por su lado, se esfuerza por desmentir cualquier relación con el imputado que rebase un acercamiento laboral cuando el actual vicepresidente fue ministro de Salud en el Gobierno de Durán Ballén.
Sin embargo, un anuncio publicado en "El Diario", de Manabí, convocando a reuniones en favor de Palacio durante la campaña electoral de 2002 y suscrito por Fernández, ha levantado sospechas sobre la profundidad de la amistad entre los dos.
El Partido Roldosista Ecuatoriano, por medio del diputado Roberto Rodríguez, reconoció que esa agrupación política pagó el aviso publicado en "El Diario".
Las negativas de Palacio sobre mayores vínculos con César Fernández se desdibujaron aún más cuando se filtró a la prensa un documento en el que el vicepresidente proponía a Fernández para ocupar un cargo público, iniciativa que no prosperó.
Palacio, que ha mantenido una actitud serena en todo el escándalo, ahora cambió su tono y comenzó a reclamar por la falta de colaboración con él, pues considera que si Fernández estaba ya siendo investigado por narcotráfico debió, al menos, ser alertado de ello.
Lamentó que no haya habido "ninguna advertencia de los peligros éticos, morales, de autoridad, imagen internacional y hasta de integridad física".
También Gutiérrez negó, en principio, conocer a César Fernández y a su hermano Luis, pero sus aseveraciones sucumbieron al peso de una serie de fotografías que se publicaron en la prensa en las que se ve a César en un mitin político y a Luis en una reunión en el propio Palacio Presidencial de Carondelet, sede del Ejecutivo.
Aún más, el diario El Comercio asevera poseer un vídeo en cual se comprueba otra visita de Luis Fernández al Palacio.
Gutiérrez ahora sostiene que no negó conocer a los Fernández, pero aclaró que retratarse con ellos o con cualquier persona no demuestra ningún nivel de amistad.
Algunos diputados también tuvieron que ceder sobre su negativa de conocer a los Fernández cuando circularon fotografías en las que ciertos legisladores aparecen junto a Luis Fernández.
En el Parlamento, el partido de Gobierno hace esfuerzos por desvincular a la administración central de César Fernández una vez que las imágenes sobre la cercanía de su hermano Luis al poder político son irrefutables.
"En una misma familia, una cosa es el padre y otra el hijo. Cada persona y los que estén involucrados o algo tengan que ver tendrán que responder", dijo Gilmar Gutiérrez, diputado oficialista y hermano del jefe de Estado.
Hasta el momento, la única baja gubernamental por el escándalo es el ministro de Turismo, Hernán Plaza, quien aceptó haber usado el avión de Fernández, mientras el asesor presidencial Polivio Córdoba desmintió haber escrito una carta a Luis, en la que supuestamente le pedía que agilice el pago de unas encuestas. Luis Fernández no ha hablado hasta el momento. EFE
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