En sus marejadas de color, sus pequeños tugurios aglutinados en busca del cielo, sus hierros retorcidos empapados de texturas y sus espaciosas galaxias, Rafael Angel Felo García ha derrochado jirones de su ser en un amor subyugante y bestial por la plástica.
A sus 70 años y con la esperanza de vivir unos 150 años para terminar de realizar todos sus sueños y proyectos, Felo García es un maestros de la pintura costarricense y un destacado arquitecto.
Además, como integrante del grupo 8, es uno de los artífices, según señala la historia, de la introducción del abstraccionismo en el país y de un sismo que despertó al conservador ambiente artístico nacional en la década de los años 70.
Hoy, este pintor que quedó prendado de los paisajes desde sus conversaciones con otro pintor, Teodorico Quirós, presenta una exposición de más de 20 cuadros de diferentes formatos que muestran, en forma retrospectiva, la evolución de su "arquitectura espontánea", es decir, de los tugurios que revive en sus obras.
Esta nueva exposición se realizará en el Centro Cultural de España y se inaugura hoy, a partir de las 7 p. m.
García tiene más de dos décadas de trabajar la temática de paisaje urbano y tardó cerca de cuatro años en pintar su primer cuadro, pues todo ese tiempo lo dedicó a analizar de qué forma abordaría esa temática.
En medio de muchos de sus cuadros, que han sido testigos de su evolución artística y se encuentran colgados en la paredes de su casa, en barrio Escalante, García confesó que avanza hacia una mayor síntesis de ese paisaje urbano, en donde quedan solo las líneas esenciales.
En sus casuchitas apuñadas hacia arriba, donde sobresalen los cables eléctricos, las antenas de los televisores y la ropa tendida, no existe la figura humana y muestra su gran dominio de los colores y del espacio.
Vida intensa
García es un autodidacta que se ganó su lugar en la plástica nacional con muchas horas en su taller, esfuerzo y trabajo. No obstante, también es un arquitecto en ejercicio, exfutbolista de primera división y un amante de su familia, la cual está compuesta por su esposa María Eugenia Sáenz, sus cinco hijos y sus 10 nietos.
Con su sonora y extensa carcajada que aplaca los miedos en su interlocutor, García recordó que cuando niño, sus vecinos estudiantes del Liceo de Costa Rica le pagaban para que hiciera sus dibujos de anatomía. Este reconocimiento de sus habilidades exacerbó sus ansias por encontrar su propia forma de hacer arte, lo cual logró.
El arquitecto asegura que cuando empieza a pintar no tiene una idea predeterminada, sino que empieza a manchar el lienzo y las figuras y sensaciones se dan. "Yo no busco algo específico, yo encuentro", expresó García.
"La pintura, si es buena, te hace sentir algo. La pintura no debe ser bonita, debe ser buena. Lo importante es que una obra no le sea indiferente al espectador", dijo en forma tajante el maestro García.
Este artista no soporta lo periférico, para él las personas deben inmiscuirse en todo lo que hacen. "Quedarse períferico debe ser terrible, uno debe meterse, sentir y amar para poder disfrutar de la vida. De hecho, yo dejo jirones de mí en cada obra".
García ha sido desordenado con su producción y nunca ha hecho un recuento de las obras que ha pintado, pero cuando encuentra alguna de ellas siente que recupera parte de él, una gran emoción y nostalgia.
Baja satisfacción
Para este artista que construyó su propia casa en barrio Escalante y al cual le encantan los niveles en los hogares, la pintura le produce más satisfacción que la arquitectura. "La arquitectura produce un 15 por ciento de satisfacción, contra casi un 100 por ciento de satisfacción de la pintura".
García aseveró que con la edad se ha hecho más tolerante consigo mismo y más exigente con su obra, debido a más de 50 años de oficio que así se lo piden.
Con la mirada analítica de un viejo artista y de uno de los profesores fundadores de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de la Costa Rica, García se sorprende de la gran ebullición artística y plástica que vive Costa Rica semana a semana y, con mucha satisfacción, afirma que existen muchos buenos artistas actualmente.
Este pintor ahora empieza a sacar su "arquitectura espontánea" de sus cuadros y la empieza a poner en tridimensional en trozos de madera con pequeñas casitas talladas sobre ellos. El color de los cuadros también explota en los pequeños maderos.
Para el próximo año, el artista ya podría tener lista una exposición de escultura, cumplirá los compromisos en el extranjero (Miami y Londres, entre otros) que debe y trabajará intensamente como lo ha hecho hasta hoy.