Cuando Leda Astorga comienza una escultura, se dedica a redondear ideas. Sus personajes –plenos, curvos, orbitables– son las esferas de sus intereses. ¿Parodian sus obras las pinturas y las esculturas del colombiano Fernando Botero? La artista responde: “No. Conocí la obra de Fernando Botero después de haber iniciado mi trabajo escultórico. Mi padre tenía gran cantidad de libros de arte, y, desde niña, mi pintor favorito fue Rubens: me encantan sus atmósferas bucólicas y sus personajes robustos, llenos de movimiento, sensualidad y vida. Ahora, con el acceso a Internet, descubro gran cantidad de artistas conectados con formas similares.
¿Modelos de belleza? Las esculturas de Leda Astorga nos dibujan otra vez la veterana cuestión de cuáles son los ideales de belleza humana: ¿la plenitud de la mujeres de Rubens o la protoanorexia de Twiggy?, ¿el Lacoonte de Agesandros o el translúcido Justin Bierber? Los gustos cambian. El escritor mexicano Carlos Fuentes expresó: “Una maravillosa modelo actual pasaría por ser una tísica a los ojos del siglo XIX. Cindy Crawford sería una moribunda en el harén de Delacroix” ( En esto creo; sub voce “Belleza”).
En su casa-taller de Vargas Araya (San José), Leda está libre de visitas y de dudas: ella opta por las figuras que parecen crecer como pidiéndole permiso al universo.
Varillas y cemento son el barro de sus Evas y sus Adanes; ya buscarán manzanas –redondas– en esta casa: paraíso terrenal donde las plantas se tejen con las agujas del Sol desleídas por las ventanas. Por este taller siempre camina el último día de la Creación.
Desde 1978, Leda Astorga ha creado una colorida y esférica familia: la mujer coqueta, los maduritos bailarines de rock , el niño goloso, la bella durmiente, el galán de barrio, el cura predicador, la familia-banca, la pareja romántica, y así. Las estilizadas obras de Astorga aluden a millones de personas que “no cuadran” en los modelos del cuerpo humano. La artista comenta:
–Existe un mercado muy fuerte que hace creer que la belleza es sinónimo de ser lo que no se es. Con ese sentimiento de insatisfacción, muchas personas acuden a las intervenciones quirúrgicas, realizan tratamientos o consumen productos, entre otras cosas, para convertirse en los modelos que les ofrece el mercado.
–¿Debemos aceptar nuestro cuerpo, entonces?
–Debemos aprender a conocer nuestro cuerpo para poder aceptarlo, respetarlo y cuidarlo de una manera natural, sin las presiones del mercado o de otras instituciones que manejan con astucia el sentimiento de la culpa y de la ignorancia. Se cometen muchos atropellos en contra del cuerpo humano.
Alegría de vivir. Leda Astorga ha participado en muchas exposiciones individuales y colectivas en nuestro país y fuera de él. En el 2001 y el 2011 exhibió obras en la ciudad alemana de Lahr. ¿Diría ella que “lo gordo es hermoso”, como el economista Fritz Schumacher predicaba de “lo pequeño”?
–Desde el punto de vista artístico, sí. Considero hermosas las formas gordas, robustas, corpulentas, carnosas, desmesuradas o voluptuosas. Me gusta jugar con ellas y producir obras llenas de sensualidad y de alegría de vivir; sin embargo, desde el punto de vista de la salud, tengo claro que la obesidad ocasiona problemas físicos y emocionales, y a esto debe ponérsele la debida atención.
Astorga se inició en la escultura siendo estudiante de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica. Al finalizar los cursos, empezó a andar el camino de las formas obesas. No obstante, debió superar el rechazo inicial que algunos profesores opusieron a sus obras coloridas, redondas y sonrientes. ¿Cómo le nacieron?
–Empecé a observar a las personas que tenía a mi alrededor, a las que veía siempre en diversas situaciones de la vida cotidiana – incluso a mí misma–, y las reinterpreté desde una perspectiva artística. Esta es mi mejor manera de expresar la realidad en la que vivo: a partir de mí misma y de las personas que hay a mi alrededor.
–¿Se inspira en personas reales o son figuras-síntesis?
–Las personas reales son las que más me motivan. Me gusta observar sus formas, sus movimientos; su manera de actuar, de expresarse ante las diversas circunstancias. Retengo su esencia, y esto luego da origen a las figuras-síntesis.
Para Leda Astorga, flacos y gordos tienen su lugar bajo el amplio brillo del Sol: “Todos los temas, formas y colores que el ser humano pueda imaginar, gozan de los mismos derechos para aparecer en las obras de arte; obviamente, los gordos también”.
Naturaleza exuberante. La artista menciona algunas de sus esculturas celebradas por el público: El conquistador (un seductor amante de sí mismo); Suave brisa , ubicada en un hotel en la Fortuna de San Carlos; Arco iris , recorrida por los niños en La Sabana, y el grupo escultórico Cocorí , en la Facultad de Educación de la UCR.
–¿Por qué son tan coloridas sus esculturas?
–Porque responden a la forma en la que veo las cosas: a todo color. Desde sus orígenes, la escultura ha sido polícroma, como la Venus de Willendorf [30.000-25.000 a. C.], hecha en piedra caliza, de 11,5 centímetros, descubierta en Austria. Según estudios recientes, esa estatuilla presenta restos de pigmento, de modo que pudo haber estado pintada, al igual que las esculturas paleolíticas de su tipo. Nuestras culturas indígenas policromaron también sus obras y sus cuerpos.
–Sus figuras siempre “hacen” algo: conversan bailan...
–Yo trabajo con la figura humana resuelta en infinidad de situaciones, pero, sea cual sea el tema que trate, me interesa que las figuras lo vivan intensamente: que sean esculturas vivas.
¿Cómo no sonreír ante sus gordas y gordos querendones, espejos curvos donde tal vez nos vemos? Leda se define:
–Vivo en un país de luces doradas, con una naturaleza voluptuosa y exuberante, cargada de infinidad de exquisitos colores y de formas; de manera casi intuitiva, todo está integrado en mi trabajo.