Ciudad de Guatemala. Francisco Maturana pareciera ser un nombre común, pero hablar de Pacho Maturana, es adentrarse en la vida de uno de los entrenadores con mayor renombre en el futbol continental.
El colombiano, de 1,85 metros de estatura, accedió a conversar con los costarricenses durante una visita realizada a Ciudad de Cuatemala como técnico de la Selección de Ecuador.
Este hombre bastante serio, de piel morena, atendió al llamado de La Nación, en el hotel Hyatt de esta capital, donde dejó la habitación 503 para conversar con nosotros en el lobby.
En su currículum aparecen registrados dos mundiales -Italia 90 y Estados Unidos 94- con el seleccionado colombiano; varias temporadas como entrenador en España y 14 años como jugador profesional.
Sereno y educado, en aquella sala reconoció que en el futbol moderno no hay sistemas y que tampoco es adicto a ninguna corriente futbolera.
Aquí, en la capital guatemalteca, dirigiendo al seleccionado de Ecuador, empató a 0 goles con Guatemala en un partido celebrado la noche del martes anterior.
-¿Es agradecido con la vida?
-Todo ser humano tiene que aspirar a más, pero sin dejar de ser agradecido porque yo he tenido logros. Como técnico, ser campeón de Colombia, no es fácil; ser campeón de América, un logro; dirigir en Europa, otro logro; ir dos veces a un Mundial, ni digamos; cuatro copas América, es bastante; y lo que más vale para mí es el reconocimiento que le hacen a uno.
-¿Comulga con alguna corriente futbolística
-No. Pienso que en el futbol no hay cuestiones de corriente, sino hay sensibilidades. De pronto unas muy similares a otras, pero en lo personal no me atrevo a hablar de corrientes.
-¿En qué conocimientos se apoya su escuela?
-Es obvio que todos los entrenadores que pasan por la carrera de uno dejan marcas, y yo tuve la suerte de estar dirigido por entrenadores de gran nivel como Popovic, Zubeldía, Bilardo, Luis Cubillas, el profesor De León... Todos ellos me dejaron algo. Aparte de eso, uno tiene su propia sensibilidad y se identifica con otros técnicos internacionales que más o menos manejan la misma idea que yo tengo.
-¿Hablo con un entrenador ofensivo o defensivo?
-El futbol es uno solo. No creo que hayan técnicos ofensivos o defensivos. El futbol es uno y consta de dos variantes: una, si yo tengo el balón, no puedo ser defensivo, tengo que atacar porque el balón es para atacar; y dos, si lo tiene el rival, no puedo ser atacante, tengo que buscar que mi equipo recupere esa pelota. En el futbol hay que saber pasar de defensa a ataque y viceversa, pero la diferencia la marca el que ese proceso se haga en armonía.
-¿Qué esquema le gusta utilizar?
-Considero que el futbol actual no da para esquemas rígidos dentro de la dinámica del futbol moderno. Un esquema rígido no iría acorde con la época. Un técnico debe manejar todas las variantes, dependiendo de las circunstancias.
-¿Es sereno o agresivo como entrenador?
-Soy un entrenador normal.
-¿Cómo analiza el futbol americano?
-Es difícil hablar de diferencias. Hablaría de peculiaridades porque el futbol americano siempre tiene alguna escuela representativa como la brasilera, y después se le agregan las ideas de otros países.
-¿Y...?
-Por lo general cada uno busca su propia identidad acorde con lo que es el sentimiento e idiosincrasia de cada pueblo porque el futbol de un país siempre se juega como se vive. En ese sentido hay peculiaridades: el uruguayo, todos saben cómo y quién es, cómo siente el futbol (garra, coraje sin abandonar la técnica natural). El colombiano, por igual. Hay otros países, como Ecuador, que busca identidad, lo que no se impone, sino que nace de amalgamar ciertas circunstancias y, sobre todo, de tener un reconocimiento del público que mima, cuida, protege y defiende el futbol de su país.
-¿Hay diferencias futbolísticas entre Colombia y Ecuador?
-En la vida todo es diferente. Nada se parece a lo de ayer. Indiscutible: el colombiano es diferente al ecuatoriano; el país es diferente; la sensibilidad también, pero el futbol es uno solo, y la diferencia a nivel de equipos se encuentra en todas partes.
-¿Cómo analiza su labor en Ecuador?
-Soy un disconforme; pienso que puedo dar más. De todas maneras, el atractivo o desafío con Ecuador es lograr la clasificación para el Mundial de Francia 98, pero que sea algo que a la gente le guste y que lo pueda defender más adelante.
-¿A qué aspira?
-Si en este momento finalizaran las eliminatorias para el Mundial de Francia, Ecuador estaría clasificado, y diríamos que se ha cumplido con el objetivo. Pero yo siempre aspiro a no cumplir con el objetivo, sino que hay que tener sueños porque los objetivos se van cumpliendo, y uno se va quedando vacío; en cambio, los sueños siempre los vas fortaleciendo a medida que los vas cumpliendo.
-Su actividad está circunscrita solo a la Mayor ecuatoriana
- Básicamente, si a mí me llaman a trabajar con las inferiores de Ecuador, yo no voy porque soy un técnico de selecciones mayores. A mí me llamaron para dirigir un proyecto con un objetivo claro que es la clasificación para el Mundial, pero no puedo dejar de orientar a los entrenadores de las selecciones inferiores.
-¿Qué conoce de nuestro futbol centroamericano?
-El futbol se conoce todo porque un técnico conoce de América, de Europa; está la prensa y en ese sentido se da cuenta. Además, por ejemplo, he dirigido contra México, Estados Unidos, Honduras, Jamaica, Costa Rica; entonces uno maneja más o menos la idea que manejan en estos países.
-De Costa Rica ¿qué sabe?
-De Costa Rica conozco más porque todos los jugadores se vuelven una sola nación, que es la nación del futbol. De todos esos futbolistas que se proyectan internacionalmente, es obvio, uno debe tener un conocimiento. Uno sabe quiénes son, dónde actúan, qué características tienen. A través de ellos uno se va construyendo una imagen del futbol del país. Es un país pequeño con mucha gente buena actuando afuera; hay que tener eso en cuenta.
-Cuando no se dedica al futbol, ¿qué hace?
-Mi carrera de odontólogo la dejé en 1986 porque no se pueden hacer dos cosas con la misma dedicación, y la odontología admite o exige un respeto, una dedicación plena, y yo no la tenía. Me pareció justo y decente, no más. En cambio, con el futbol uno siempre está. Vivo para el futbol.