Sao Paulo (Brasil). Los mercados brasileños han asumido con cierta resignación la probable victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en las Presidenciales del domingo, y esperan que forme rápidamente un equipo económico a la altura de los desafíos que vive el país.
La preocupación por el eventual triunfo de Lula, que alcanzó niveles de histeria la semana pasada en los mercados locales, amainó en los últimos días, porque, según algunos analistas, el impacto ya fue absorbido.
"Por la relativa calma de los tres últimos días, parece que el mercado ya absorbió el choque de la posible elección de Lula, pero no se pueden descartar nuevas sacudidas si las previsiones de las encuestas se confirman en las urnas", dijo a EFE el analista Julio Cardoso, del Banco BVA.
Lula, que aspira por cuarta vez consecutiva a la Presidencia, lidera con comodidad todas las encuestas sobre intención de voto y está muy cerca de obtener la mitad más uno de los sufragios necesarios para ser elegido en la primera vuelta.
El preferido por los círculos económicos es el oficialista José Serra, que ocupa el segundo lugar en los sondeos y podría pasar a la segunda ronda, aunque con pocas posibilidades de éxito.
"Considerando que el mercado, además de exagerar, se anticipa a los hechos, se puede decir que buena parte del 'riesgo electoral' ya fue asumido", señala un análisis divulgado ayer por el Departamento Económico del Lloyds TSB, partiendo de la base de un triunfo de Lula.
Pese a que el ex tornero mecánico ha moderado el discurso radical de las elecciones de 1989, 1994 y 1998, los mercados no le dan el crédito suficiente y consideran que tendrá que anunciar cuanto antes las piezas clave de su equipo económico para evitar nuevos descalabros en la bolsa de Sao Paulo y escaladas en la cotización del dólar.
La expectativa tiene que ver básicamente con los nombres escogidos para la presidencia del Banco Central y el Ministerio de Hacienda, que serán una señal del rumbo que tomará la política económica del posible gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).
"Lula tendrá que respetar algunas cosas como las condiciones previstas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional si quiere ver el color del dinero", dijo Cardoso, en referencia al préstamo de 30.000 millones de dólares que el FMI concedió en agosto pasado al país.
El 80 por ciento de esa ayuda (24.000 millones de dólares) sólo será desembolsado a partir del año próximo, cuando ya esté instalado el nuevo Gobierno, siempre y cuando el país cumpla las metas de superávit fiscal y los demás compromisos acordados.
El próximo presidente tendrá que recuperar además la confianza de los inversores, mermada no sólo por la perspectiva de un gobierno de izquierda en el país, sino también por el crecimiento de una deuda pública que equivale a más del 60 por ciento del PIB, y por una coyuntura internacional adversa.
Según el analista Julio Ziegelmann, del BankBoston Asset Management, Lula dará tranquilidad al mercado si nombra rápidamente un equipo económico que agrade a los inversores, pero el propio candidato ya advirtió de que no designará a nadie para complacer a los círculos financieros.
"El presidente del Banco Central tiene que ser alguien que ame a Brasil, que conozca la sutileza del mercado y del hambre que existe en el país", dijo el candidato esta semana a la prensa extranjera, al descartar de plano la ratificación en ese cargo de Arminio Fraga, como han propuesto algunas voces.
Pese a que en los últimos días la prensa brasileña ha hecho conjeturas sobre los posibles integrantes del equipo económico de Lula, el presidente del PT, José Dirceu, dijo el miércoles que todo es pura y simple especulación.
"Quien hable sobre nombres o perfiles lo hace por cuenta propia y exclusiva responsabilidad, y el valor de eso es cero", manifestó Dirceu, y agregó que, por precaución, el PT prefiere esperar el resultado oficial de las elecciones antes de hablar sobre lo que hará en el gobierno.
Edición periodística: Gerardo González y Juan Fernando Lara . Fuente: agencias.