A como es de grandote es de buenote. Una equis más y Michael Bleak habría sido actor porno. Nació en “Tres equis” de Turrialba, un “pueblito de gente noble y espíritu alegre” como este “cowboy tico” que se dice “más bueno que el pan dulce”.
Como una estampida irrumpió en El verano toreadode canal 7 y hoy cabalga a sus anchas por las praderas televisivas, demostrando sus habilidades con el lazo o el amarre, pero aún más con sus conocimientos taurinos y un aire de “niño bueno”, que en menos de lo que canta un gallo le granjeó la simpatía del televidente.
El apellido Bleak, “ todo mundo lo dice bien y lo escribe mal”, lo heredó de su padre, un gringo californiano que era ingeniero químico y llegó a este cafetal para asentar sus reales en Turrialba, donde conoció a Nuria, quien lo conquistó para el resto de sus días.
Michael se las sabe todas en cuanto a vacas, toros y caballos porque primero aprendió a montar y después a caminar. Él es lo que parece: un vaquero.
Este centauro de los redondeles calza botas puntiagudas, jeans, camisa a cuadros, hebilla gruesa y sombrero blanco –que con el ala mata a las mujeres guapas– y en las corridas monta unas veces a Bandolero y otras al Apache, sus cuadrúpedos amigos.
Antes de abrevar en canal 7 acampó en otros pastizales. Hizo sus primeros “pininos” en canal 13 con Los Taurinos, siguió Al grito de puerta; saltó la cerca al canal 42 con Rincón Taurino y produjo, él solo, Super Bull Rider.
Mientras, a “trancas y barrancas” le ayudaba a su padre en la finca ganadera y se metía de lleno en lo que hoy es su negocio: organizar corridas, rodeos, alquilar redondeles portátiles, conciertos internacionales y dentro de poco una línea de ropa vaquera, marca Bleak.
Sin “querer queriendo” recientemente lo metieron en un lío de faldas con La chilindrina, entre toriles, mecates, ruedos y boñigas alguien la envolvió en el capote y parió un niño sintético, rubio como un “clis de sol” y se lo endosaron al recién llegado Michael. Lo casaron y el sainete culminará en Guápiles, con una final de telenovela.
Michael Bleak vive la vida con mucha rapidez y ya siente que “algunos me envidian porque soy un carajillo de 27 años y estoy codo a codo con los mejores profesionales”. De seguir en ese redil entenderá que el mundo es ancho y ajeno.
--¿Es un polo con plata?
--Es que peero co-cómo digo' qué hijueputa'ok'ok'¡qué pregunta!'la respuesta.... no, no es así' ¡¿cómo respondo, guevón?. Pues no. A pesar de que nací en un pueblito lejano, rodeado de gente humilde y toda la carajada, la vida me enseñó de todo. Lo mismo como debajo de una mata de café, con las manos y en hoja e’plátano, que en grandes cenas con la gente más rica. Me acomodo a todos los ámbitos y eso no me preocupa ni me impresiona. He vivido bien pero nunca me he visto como un millonario, no soy un pipi, ni un chic, ni un glamur.
--¿Y el Bleak?
--Papá era un ingeniero químico de California. Murió y se llamaba Steven Michael Bleak; llegó a Costa Rica hace 33 años porque leyó en un libro viejo, muuuy viejo, que aquí estaban las peores carreteras del mundo y las mujeres más lindas. Conoció a mamá y a los cuatro meses se casaron.
--¿Es un puritico “cowboy”?
-- Totalmente. Me jalan mis raíces gringas; uso sombrero vaquero y no chonete. Calzo botas talla 44, uso jeans y hebillas anchas, camisa a cuadros, no tengo zapatos de vestir. He estado en Texas varias veces y me encantó. Con gusto viviría en Dallas, la capital mundial del rodeo.
--¿Tiene muchos sombreros?
-- Cinco finos de color blanco que uso cuando salgo en el canal; son los que más cuido, los traigo de Estados Unidos y me cuestan cerca de ¢250 mil cada uno. Los de todos los días los cambio cada 15 o 22, apenas se quiebran o arrugan, los compro en Alajuela y pago como ¢30 mil.
--¿Cómo llegó al 7?
-- Vea, con mi padre tuve un programa en Canal 13, Los taurinos. No sabíamos nada de tele pero sí de rodeo americano y hacíamos los comentarios. De ahí pasamos Al grito de puerta y terminamos en canal 42 con Rincón Taurino. Al morir papá la dueña del canal me dejó producir Super Bull Rider. También era el asistente de Roberto Camacho, dueño del redondel de Zapote, quien me conectó con Fernando Artavia, de canal 7, para trabajar en el Verano Toreado y aquí estoy, todavía a prueba.
--¿Sabe algo de toros?
--¡Diay! Nací en una finca ganadera; desde los cinco años ando entre vacas, toros y caballos, aprendí a lazar y a los 13 ya “amarraba” en los redondeles; a los 15 fui a Zapote –que es como la Copa del Mundo taurina– después de “jugado” el toro entraba a caballo, lo “sogueaba” y lo metía al corral.
--¿Y qué?
--Bueno, por eso me contrataron en canal 7, soy un experto que narra lo que ocurre en los corrales. Otros entrevistan a montadores, ganaderos, lazadores, improvisados y gente que no sabe del asunto; pero como tengo relación con todos ellos y se de dónde viene cada toro, cómo se llama y las veces que lo han jugado, puedo hacer preguntas más técnicas para facilidad de los que no saben y complacer a los especialistas.
--¿Quiere superar al “Cañero”?
--Él es un comentarista que está en el palco narrando lo que sucede en el redondel; yo estoy abajo con una mano en el micrófono y otra en el toril. Me llevo muy bien con Jorge Arturo González, El cañero y Roberto Hidalgo. Ellos tienen mucho conocimiento y experiencia; soy experto en monta a la americana y rodeo porque es mi campo. En otros temas me patean el culo a mil.
--¿Qué hubo con La Chilindrina?
--Tango India y Canal 7 tienen un convenio para llevar a los Super Amigos al Verano Toreado, son un grupo de toreros disfrazados: La Chilindrina, don Ramón, El Chavo, Flash, Batman, Robin, El Guasón y Mr. Músculos. Como parte del vacilón montaron la novela del embarazo de La Chilindrina y se inventaron que yo era el papá del guililla.
--¿Es incómodo?
--Es una broma y al público le gustó. Acaba el 2 de abril en Guápiles y nadie sabe qué pasará. La gente en la calle me dice que soy el papá de Michael Ramón y me parece tuanis, pura vida. Más bien pensé que iban a agarrar a otro más conocido, como Mauricio Hoffman o Carlos Álvarez, quienes son más guapos, carismáticos y muy queridos.
--¿Le gusta?
-- Me siento halagado porque algo debo estar haciendo bien para estar a su altura, donde todo mundo quiere estar. Es que soy la cara nueva del canal; el que apareció de pronto y nadie sabía que existía y tras de eso me apunto a los vacilones. Soy muy “avenido”. La parte complicada es que La Chilindrina sea hombre; hubiera preferido una muchacha bien guapa.
--¿Perturbado por la fama?
-- Nunca pensé que llegaría aquí. Paso el 90 por ciento del día en mi trabajo y cuando salgo a la calle los chiquitos y la gente me dan la mano y se toman fotos conmigo. No soy famoso, solo conocido. Les respondo con una sonrisa. La única vez que me sentí incómodo fue en Zapote; salí a comer y solo tenía hora y media. No me dejaban salir, todos me saludaban; estaba muy cansado y tenía un “hambrón”.
--¿Gana algo?
--Mucho. Tuve la bendición de que me escogieran como comentarista, narrador, experto en toros y ahora me meten en esa novela. Eso beneficia mis negocios y cada vez tengo más clientes.
--¿Ahorita es periodista?
--¡Diay! apenas doy abasto con lo mío. Nunca lo he pensado y creo que la gente se fija en mí porque hablo de lo que sé y proyecto lo que soy, no uso palabras raras; soy el mismo todos los días, no aparento nada.
--¿Tiene novia?
--Es que no tengo tiempo, paso ocupado desde la mañana hasta la medianoche y sería injusto sostener una relación con alguien y estar lejos. Primero mi familia y los negocios. Tuve novia y acabamos hace dos meses por eso mismo.
--¿Oye ofertas?
--Me gustan las mujeres inteligentes, independientes, atractivas, sexis y rubias. No salgo con nadie, gracias a Dios me va bien con ellas, me dan pelota, desde los pueblos hasta la puritica capital.
--¿Es un picaflor?
--Tengo lo mío y utilizo mis armas para conquistar. No me da miedo salir y enamorar a una mujer. Lo hago con detalles sencillos como prestarle atención a lo que dicen, evito hablar de mí, soy un caballero, les llevo flores, les abro la puerta del carro, les acomodo la silla y me resulta porque no están acostumbradas a ese buen trato, así las atraigo más.
--¿Prefiere los toros?
--Mucho más que a las personas. Uno sabe cómo actuarán, cuándo y por qué, aún días antes. Eso no pasa con los humanos. Es más fácil arriar cien vacas miura que trabajar con diez personas. Los toros son más leales y solo atacan cuando se ven amenazados.
--¿Cómo concilia su quehacer en las plazas de toros y su amor por estos animales con las muchas críticas que reciben esos espectáculos por el maltrato a que es sometido el ganado en ocasiones?
--Soy totalmente antimaltrato. Si algo repudio es cuando un animal sufre. Yo siempre procuro que mis animales no vayan a estar expuestos a eso. Incluso he rechazado contratos por ideas de gente, como ponerle fuego a los cachos del toro. Y cuando me ha tocado presenciar maltratos, soy el primero en llegar y señalárselos a los organizadores o dueños. Sobre lo que pasa en países como España y México, donde los matan en el redondel, a mí no me parece ni me gusta verlo; de algún modo siempe son sacrificados pero yo prefiero que eso pase en un matadero y no como parte de un espectáculo.
--¿Estudió algo?
--Llegué hasta octavo año de colegio; podía graduarme en lo que quisiera pero a mí me gustó siempre la finca y trabajar con el ganado, así que no iba a perder el tiempo para después tirar el diploma a la basura. Mejor aprendí de mi papá todo lo que ahora necesito saber para mi negocio; tengo claro mi futuro. No me salí del cole para jugar Nintendo o perder el tiempo viendo tele. Mi padre me apoyó; trabajo todos los días desde los 14 años y administro la finca desde hace once.
--¿Qué lee?
--Condorito, Western Horseman y revistas especializadas en monta de toros. En mi vida he leído un libro, no me hace falta, para eso inventaron la tele. Me encanta el History Channel o Biography Channel. Voy al cine a ver cintas cómicas o de acción, también las de vaqueros.
--¿Dónde vive?
--En una quinta en Carrillos de Poás con mi mamá, Nuria Díaz y mis dos hermanos, Lanny, de 25 años, y Justin de cuatro. La finca de “Tres Equis” es pequeñita, 200 hectáreas; tengo 180 cabezas de ganado y 35 caballos.
--¿Alguno en especial?
--Apache y Bandolero. Son mis chineados; me reconocen y tenemos una relación muy estrecha porque cuando “amarro” somos uno solo. Apache es un “American paint horse” y Bandolero “un azteca”, valen entre $15 y $20 mil cada uno.
--¿Es parrandero?
-- Soy como un abuelo. Mi trabajo es andar en festejos. Llegamos a las corridas dos horas antes; terminamos y cargamos los animales y nos vamos muy tarde. A veces llegamos de madrugada y al otro día volvemos al trabajo. Duermo cinco horas diarias. Entre semana atiendo mi negocio y no tengo tiempo para nada más. Nunca voy a bares, ni a discotecas; lo que me encanta es invitar a una mujer linda, comer bien rico, salir al cine, no soy de escándalos. Cuento chistes y hago imitaciones en las fiestas familiares. Bailo por compromiso. Siempre me relacioné con adultos; nunca hice desmadres ni anduve con viejas; me brinqué esa etapa y no me hace falta”.
--¿A qué le teme?
--A perder la vida tan linda que tengo, porque Dios disponga otra cosa. A caerle mal a la gente. Soy una buena persona con todo el mundo, rechazo los chismes, puedo estar dónde sea, saludo a todo el que pueda y ayudo a los demás.
--¿Sueña con algo?
--Voy a sonar rajón: sueño con acumular dinero; que mi familia pueda vivir sin preocupaciones por el resto de la vida y no les falte nada. También quiero sacar una línea de ropa vaquera Bleak Cowboy Style y que sea muy conocida.
--¿Algún defecto?
--Me encariño mucho con las personas y como soy más bueno que el pan, me duele el corazón cuando veo que los demás son diferentes. Confío mucho en las personas y no devuelven esa sinceridad; no me gustan los jueguitos de quedar bien con alguien y patearle el trasero.
--¿Es enfermizo?
--Nunca me resfrío ni voy al médico. Eso sí me he quebrado todo: once costillas, tres fracturas en el brazo derecho y dos en el izquierdo, todos los dedos de la mano, la rodilla, el talón, me he rajado la cabeza diez veces por los menos. En una ocasión el cacho del toro me atravesó, de lado a lado la planta del pie derecho y me lo partió en ocho; en el momento no duele tanto por la adrenalina, pero después es intenso. ¡Nada grave!
--Lo veo gordito...
--Soy bastante comelón pero me cuido mucho. Me gustan lo camarones, la carne, el pollo y el pescado, ni en broma soy vegetariano. Mi papá decía que los ticos comían por placer y no por hambre; la salvada es que mi trabajo es muy físico. Voy al gimnasio y corro mucho. En la escuela era gordillo.
--¿Tiene otro trabajo?
-- Administro la Ganadería Bleak que tiene un cortijo donde hacemos fiestas empresariales; organizo corridas y el Super Bull Rider, un campeonato de monta de toros con invitados internacionales, es un espectáculo con luces y juego de pólvora. Alquilo tres redondeles portátiles para 600 a 1.200 personas. Produzco conciertos internacionales como el de Ninel Conde. Trabajo con 50 personas y no tengo chance para nada.
--¿A quien admira?
--A mi papá. Llevo su foto y tengo otra grande en el cuarto; cuando entro o salgo la beso y lo persigno como cuando estaba vivo. Lo amo demasiado y sigue a mi lado. Su muerte fue el golpe más duro; éramos más que padre-hijo; fuimos amigos y andábamos juntos todo el día, nunca nos separábamos ni para ir a un mandado. Papá me tuvo a los 37 años y él ya había hecho todo lo que quería y así pudo concentrarse en mí.
--¿Hace lo que quiere?
--Soy libre y no hay nada ni nadie que me obligue a hacer lo que no quiero. Soy mi jefe, si quiero ir a la finca voy. La libertad es lo más importante. Costa Rica es el país más libre del mundo; uno aquí está acostumbrado a hacer lo que le plazca. Solo le hago caso a mi mamá y por ella dejo lo que sea.
--¿Usa las redes sociales?
--Tengo cinco mil amigos en Facebook y 2.500 en lista de espera. Para mí es muy importante tener relación con la gente. En las noches paso hora y media respondiéndoles; contesto todos los 80 mensajes diarios que me envían a michaelblakediaz. Nunca uso el correo electrónico, no tengo Twitter y soy muy chapa con las computadoras.
--¿Se levantó a La Chilindrina?
Jamás. ¡Es horrible! Mis gustos son otros.