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09 de enero del 2008. Ambiente vivido en pleanario Legislativo el dia de hoy, en el cual hubo una conferencia de prensa por motivo del atraso con la agenda complementaria.Alejandro Sandino
Son de papel; de ellas, solo hay tres razas; pero las mociones que permite el reglamento son el cuchillo que corta cualquier acuerdo, el mazo que rompe el diálogo y el arma con la que los diputados traban la Asamblea Legislativa.
Si bien pueden ser usadas para acelerar iniciativas y acortar plazos, lo cierto es que, cada día, las mociones adquieren mayor protagonismo en la Asamblea Legislativa, tanto en el plenario como en las comisiones legislativas.
A criterio del presidente legislativo, Víctor Emilio Granados, las mociones “conceden un poder de veto indebido y antidemocrático frente a la mayoría del Congreso. Esto se está haciendo muy usual”.
Hay mociones de tres tipos: de orden, de forma y de fondo .
Como su nombre lo dice, las de orden ordenan el debate si un diputado o un grupo quiere poner un proyecto en primer lugar, llamar a comparecer a alguien o apelar la decisión de quien conduce la discusión del Congreso.
Las de forma le permiten a los diputados devolver un proyecto específico en caso de que contenga errores. El problema es que los congresistas pueden presentar todas las que consideren oportunas, aunque en la práctica sea solo para atrasar.
Finalmente están las de fondo, que sirven para intentar enmendar errores en el contenido de los proyectos de ley; se pueden presentar en comisión y en un periodo especial de cuatro días que para este efecto otorga el reglamento.
El bloqueo. ¿Por qué son las protagonistas de muchas noticias que llevan el verbo frenar ? Porque si así lo quieren algunos diputados, en realidad, para eso sirven.
Desde el plan fiscal hasta el proyecto de ley de tránsito, pasando por el TLC, son cientos de expedientes los que se han visto bloqueados con mociones pues los diputados les dan el uso que les conviene.
Por citar un ejemplo, solo para el trámite del fracasado plan fiscal, los diputados opositores al proyecto presentaron en plenario la revisión y reiteración de 3.300 mociones de fondo, lo que obligó a los legisladores a votar 9.900 veces, de forma negativa la mayoría.
El hecho de ponerse de pie y sentarse unas miles de veces no es el único inconveniente.
Los diputados se escuchan el tiempo que el reglamento les permite hablar por las propuestas, que son entre cinco y quince minutos para cada legislador por cada moción.
Con esta técnica, los diputados del Movimiento Libertario bloquearon durante meses el plan fiscal, y, aún así, el jefe de esa bancada, Carlos Góngora, advirtió que no estaba bloqueando el plenario porque bien pudo haber presentado 50.000 mociones en vez de 3.000.
Ahora, si un diputado quiere frenar un proyecto a través de mociones de forma, es aún más fácil: solo espera a que llegue el momento previo de la votación y pone una moción de forma aduciendo que el texto está mal redactado. Esto obliga al plenario a devolver el proyecto a comisión, y así no se vota.
Con las mociones de orden, el caso es diferente, pero igual se usan como todo en el Congreso: con propósitos políticos. Mediante una moción de orden, que se puede presentar en cualquier momento del debate, los diputados pueden frenar la discusión de un tema que no va con su agenda, sin que nadie pueda hacer nada.
De ahí que diputados de todas las fracciones coinciden en que las mociones son un instrumento que debe ser mejor regulado. Para ello, una comisión especial empezará a revisar este asunto; sin embargo, con una sola moción, esta idea podría quedar bloqueada.