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Mucho más que risas

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Cuando era apenas una niña, Carmen Granados predijo su propio triunfo en la farándula tica, pero no imaginó que la muerte sería, a la vez, su aliada y su enemiga.

Por un lado, su partida nos obligó a recordar que Carmen fue una pionera en el arte costumbrista masivo; por otro, es el soplo que apaga una voz importante del humor tico, de la chota campesina, las canciones de los abuelos, el olor de trapiche...

Con su nombre siempre asociado al humor, a pesar de que también fue poetisa, compositora, actriz y hasta cantora de temas muy serios, Carmencita partió el domingo pasado; su cuerpo no esperó los ocho días que le faltaban para cumplir 84 años de edad y más de 65 de trabajar en el mundo del espectáculo.

Sus personajes de Rafela, Prematura, doña Chona, doña Vina y La abuela reunían la magia de una Costa Rica inocente y hasta solidaria.

Fue ella una mujer que se abrió camino en un campo donde dominaban los señores gracias al tesón con el que enfrentó su carrera.

El caminar de Carmen Granados fue más extenso que solo causar risa y divertir.

Su huella está clara en los nuevos humoristas costarricenses.

"Ella fue una de esas personas que indicó un camino a seguir. De manera inconsciente siento que me dijo que se podía llegar alto siendo mujer en un medio tan machista y tan peligroso como este (el humor)", afirmó a Viva Marcia Saborío, conocida por sus personajes de La Cuatrufia y de Gallito Pinto, entre otros.

Ser valiente es una de las mayores cualidades que ve Saborío en Granados. "Ella rompió esquemas. Tomó por sorpresa a muchos e hizo su trabajo de manera honesta."

Con la muerte de Carmencita, los nuevos comediantes y algunos folcloristas afirman que queda un vacío en el humor popular que nadie podrá llenar.

"No hay quien pueda reemplazarla. Fue de las primeras mujeres en este campo. Fue una luchadora constante y lo hizo en igualdad de condiciones. Ella y otras mujeres hemos demostrado que nos podemos defender con buen trabajo en el campo del humor. Fue constante en lo que hacía y tuvo gran fortaleza", opinó María Torres, quien completa el dúo con Saborío.

El tesón de Granados no eliminó lo que para muchos fue una de sus más grandes cómplices: la dulzura y la sensibilidad. Fueron parte de sus herramientas para escalar en ese hostil campo y permanecer vigente hasta el final de sus días.

"Cuando ella actuaba en el Carpa (el teatro) había magia. Atrapaba al público porque era cándida, amaba lo que hacía y el público sentía eso y la amaba por ello. Sabía lo que ellos necesitaban. En tantos años jamás he visto desatar esa magia que Carmen ponía en escena", dijo Alfredo Pato Catania, director y actor de teatro y fundador del Carpa, que antaño fue una importante sala.

Carmencita hizo de la risa, además, un instrumento para abrir conciencia en el rescate de las raíces y costumbres costarricenses y para pelear contra el alcoholismo.

Enseñar a ser

Aunque quedan registros de su vida y su trabajo, el legado de Carmen Granados es la enseñanza de una conducta profesional.

"Ella tuvo la cualidad de llegar con su humor a todo el mundo, lo mismo a humildes que a los de clase acomodada. Dio pruebas de que se podía hacer un humor sencillo y fino, hacer reír sin caer en la vulgaridad y lo chabacano. Esto, y el dejarnos ver siempre a una buena profesional que, además, vivió con humor su propia vida, es la mayor herencia que nos dejó", enfatizó el comediante Manuel Nel López.

Si hay alguna forma de retribuir lo que Carmen entregó durante tantos años, esta sería el no perder de vista lo que ella propuso como trabajo: buscar la identidad del ser costarricense.

"Ahora estamos cosechando lo que ella sembró, ahora es cuando hay un lugar para los comediantes, hombres o mujeres. Ella nos dejó un lugar para el campesino y para el humor familiar, humor construido con un lenguaje que nosotros ahora tomamos como valuarte", recalcó María Torres.

Para muchos, el discurso de Granados quedará sin eco, pues ni las familias, ni las entidades educativas o los mismos medios de comunicación están interesados en escarbar y propagar las raíces.

"Ya no hay quienes enseñen las costumbres de los abuelos a los hijos. La pasión por la patria se trae, como en el caso de Carmen", afirmó el folclorista Lencho Salazar que trabajó al lado de Granados casi por 35 años.

"A mucha gente ya no le interesa ese tipo de cosas (las tradiciones y costumbres). Es responsabilidad de los que estamos haciendo ahora humor buscar la identidad del ser costarricense, de inculcarle a nuestros hijos lo que somos, de tratar de hacer un país mejor", concluyó Nel López.

Brillo permanente

Ella tenía apenas 13 años cuando, con la fuerza de las palabras, decretó su futuro.

"Eso que han visto ustedes hoy, lo voy a hacer yo cuando sea grande, ya lo verán", comentó Carmen Granados a sus padres luego de ver en el Teatro Trébol la presentación de Julia Cordero, una de las grandes artistas de principios de siglo. Así lo registra el anecdotario Esa que llaman Rafela, que Granados escribió junto a Eladio Jara el año pasado.

Tan solo dos años después ingresó a la Compañía Nacional de Teatro y así, la quinta de 12 hermanos, inició su fértil carrera que la convirtió en una especie de mito nacional.

Pronto comenzó a participar en los primeros radioteatros que se hicieron en Costa Rica en la emisora Nueva Alma Tica. Su trabajo en ese campo fue una escuela para artistas y locutores.

En medio de este trajín, ya el personaje de Rafela -por el que ha sido tan conocida- había nacido y tenía un programa en Radio City. Doce años duró el espacio de aquella campesina y fue la base para que a Carmen se le ocurrieran otros personajes típicos.

Con el programa El matrimonio ideal (también en Radio City), con el de Doña Vina (en Monumental) , Prematura (en Columbia) y sus programas en radio La Voz de la Víctor, el nombre de Carmen Granados sonaba con enorme eco en la Costa Rica de los años 30, 40 y 50.

En 1960 se presentaba como cantante en importantes salas del país. En el Teatro Júpiter de Guadalupe cantó al lado del famoso tenor tico Manuel Melico Salazar y del violinista Alcides Prado.

Carmen era anunciada por los medios como "la estrella de la radio" y "la cantante éxito".

A finales de 1970 y principios de 1980 sus actuaciones llenaban a reventar el teatro Carpa y la crítica la elogiaba. Había publicado ya dos discos: Felicidades y Recuerdos del 48.

Fue homenajeada varias veces por organizaciones de la farándula -obtuvo el premio Huella de Oro (1983) y por el estado -develaron una placa con su nombre (1981) y la incorporaron a la Galería de Cultura Popular (1998).

Hasta hace poco tenía dos programas en radio, Alegre despertar (Columbia) y Conversando con nuestros amigos (Fides).

Con sus personajes fue la estrella en los elencos que animaban las corridas de toros de los Festejos Populares y le dio un tono campesino hasta a algunos productos comerciales.

Nació en San José el 26 de abril y su hogar de infancia estaba ubicado donde ahora reposa la Cruz Roja Costarricense en el centro de la capital.

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