La revancha de las televidentes ha llegado con el arribo de Édgar Barrantes a la televisión, pues como se sabe, las divas abundan en la misma proporción en la que los divos escasean en la pantalla chica... y a las mujeres también les gusta refrescarse la vista de vez en cuando.
Ahora basta sintonizar Canal 7 los jueves en la noche para observar a este atractivo odontólogo y finquero metido a conductor de televisión desde mayo pasado.
7 Estrellas le dio una oportunidad que nunca buscó pero que ha aprovechado muy bien.
Y es que aunque alguna vez le pasó por la mente que sería divertido o agradable hacer un comercial de televisión, Édgar nunca pensó en forjar una carrera en la pantalla chica y desde muy pequeño decidió que sería odontólogo, como su papá.
La forma en que fue "descubierto" por los encargados de 7 Estrellas es toda una anécdota. Estaba participando en el Tope Nacional, en diciembre pasado, y la periodista Maricruz Leiva lo vio, lo bautizó como uno de "los guapos del tope" y le hizo una divertida entrevista en la que él sacó a flote su autenticidad, la rapidez de reacción y el ingenio que trae en la sangre, como alajuelense de cepa que es.
Esto, aunado a su presencia y su voz, llamó la atención de Ignacio Santos, quien solicitó que le hicieran un casting para la vacante de presentador que tenían en el programa.
Édgar se presentó a la primera prueba y en el segundo llamado lo escogieron. Él está orgulloso y contento pero tiene claro que esa es apenas una faceta de su vida, pues la odontología y su especialidad en ortodoncia constituyen una de sus grandes prioridades.
"Aunque tengo una profunda dedicación por mi profesión, por supuesto que me tomo lo de la televisión muy en serio, es una gran responsabilidad, es un programa muy importante en un canal grande y estoy agradecido con la gente que me escogió, que creyó en mí".
Una de sus grandes pasiones es montar a caballo. Lo hace desde que tiene uso de razón porque, desde su más tierna infancia, su vida ha girado en torno a dos grandes ejes: el estudio y la vida del campo. Su familia tiene una finca en Alajuela que hasta hoy constituye el refugio y el remanso ideal para este atractivo moreno de dientes perfectos cuya mirada puede evocar una sobria sensualidad o una descarada picardía... según se lo proponga.
Allí invierte buena parte de su tiempo libre: se arremanga la camisa y se pone codo a codo junto con los peones a hacer las más diversas tareas: desde jardinería y arreglar cercas hasta capar cerdos o inyectar caballos.
"Yo sería un excelente marido de alquiler" bromea, "le hago a todo, plomería, electricidad, todo lo que sea armar y desarmar, soy muy creativo, de no haber estudiado odontología talvez sería arquitecto.
Más allá de sus atributos físicos, si algo caracteriza a Édgar Barrantes Soto es su sencillez. Tiene un fácil sentido del humor y también un carácter firme que lo hace llamar las cosas por su nombre, sin rodeos.
Por otra parte, también desborda modestia o ingenuidad, pues asegura que no se siente, ni remotamente, lo guapo que las mujeres dicen que es.
¿Qué es lo más "mandado" que le han dicho en la calle?
Nada. De verdad. Si acaso la gente me identifica por el programa y...
No, las mujeres. ¿Qué le dicen las mujeres?
¡Nada! O no me percato. Me pasa igual que a cualquier otra persona. Tampoco es que me asedian cuando estoy en alguna fiesta o bar, no más que a los demás...
La explicación no convence del todo pero él minimiza el tema y más bien habla de la "terrible pena" que le da cuando alguien le pide un autógrafo. "Yo entiendo que la televisión provoca esas cosas pero en la medida de lo posible trato de pasar inadvertido".
Esto es más difícil algunas veces que otras; por ejemplo cuando cruza la Avenida Central hasta Cuesta de Moras a pie porque a menudo prefiere viajar en bus desde Alajuela, ya que le da pereza manejar y disfruta mucho caminar.
Édgar no toma licor ni fuma, y asegura que es falso que sea un asiduo visitante a fiestas. "Entre semana rara vez salgo, los fines de semana tengo una vida como la de cualquiera, salgo y me divierto con mis amigos". Asegura que su trabajo como odontólogo en la clínica que su papá tiene en Alajuela le confiere una gran responsabilidad, una razón más para no trasnochar entre semana.
Retomemos el tema de las mujeres...
(Risas)
¿Está enamorado?
Sólo me he enamorado una vez en la vida pero eso terminó hace tiempo...
¿Está saliendo con alguien ahora?
(Risas) Puede ser... ¡Ah, sí, con mis amigos!
¿Es picaflor?
(Pausa) Digamos que me gusta conocer, vivir, disfrutar, hacer que la persona que está conmigo pase un rato agradable, complacer...
Lo que sí tiene claro es lo que le gusta de una mujer. No se refirió al aspecto físico, pero fue contundente en lo espiritual. "Tiene que ser humilde, inteligente, trabajadora y con los pies totalmente puestos sobre la tierra. No soporto a la gente materialista. Y definitivamente tiene que ser muy creyente porque yo creo muchísimo en Dios".
Ya en un plano más terrenal, Édgar admite que jamás podría compartir su vida con una persona desordenada. "Yo tengo mi closet ordenado por colores, llego a mi casa me quito los zapatos, los limpio y los guardo. No soy obsesivo pero no soporto el desorden".
Entre el estudio, la clínica, la finca y el programa, él saca tiempo para ir al gimnasio, más por salud y "mantenimiento" que por culto al cuerpo.
Algo que muy pocos saben es que el guapo presentador jugó como portero con las ligas menores de la Liga (con la generación de Carlos Castro) y hasta hizo la pretemporada con la Primera División durante la gestión del técnico Guilherme Farinha. Una lesión y la fuerte carga académica de su carrera universitaria lo hicieron desistir, pero, por supuesto, es manudo por los cuatro costados.
También es muy aficionado a cantar, especialmente música ranchera de gente como Vicente o Alejandro Fernández, por lo que alguna vez visita un karaoke o lo "arman" en la casa de algún amigo. Últimamente los clientes del restaurante El Cerdo Dorado , que su papá instaló en Tacacorí de Alajuela, lo convencen de que amenice la noche con unas cuantas canciones.
Édgar no deja de mencionar con orgullo y agradecimiento a sus padres. Se nota que son muy unidos y cuando se le pregunta, casi se le quiebra la voz. "Ellos no tienen idea de lo que los amo... creo que nunca se los he dicho". El resto de su familia lo integran un hermano mayor y una hermana menor.
El atractivo conductor también es, ante todo, un enamorado acérrimo de la vida. Un ejemplo de esto es que hace cualquier cosa por amanecer en la finca para "escuchar los ruidos de la mañana" y jamás duerme de día por una razón que, en su boca, suena lapidaria: "Es como robarle horas a la vida. ¿Cómo voy a dormir cuando puedo estar disfrutando de la naturaleza?".