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Niños temerosos

La ansiedad es normal durante la infancia, pero puede tornarse crónica y conducir a males mayores en la vida adulta

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ichosos los niños: No tienen nada de qué preocuparse. Lo único que hacen es jugar, comer y dormir". Así lo manifiestan muchos adultos; sin embargo, tal imagen de la infancia es tan idílica como equivocada: desde su llegada al mundo, los niños se enfrentan a una gran cantidad de situaciones capaces de provocarles ansiedad.

La ansiedad es una sensación de temor ante objetos desconocidos y experiencias novedosas que no necesariamente representan un peligro.

Aunque se trata de una reacción normal en el ser humano, esa ansiedad puede generar una serie de trastornos en los pequeños y tornarse patológica o, más aún, ser el primer paso hacia la neurosis.

"La neurosis se caracteriza por una serie de manifestaciones clínicas con las cuales el niño responde a la presión que ejercen las expectativas de sus padres y de la sociedad sobre él. Los niños no pueden ocultar eso, pero tampoco saben expresarlo con palabras; entonces, entre más abrumados se sientan, es más posible que generen síntomas que lo evidencien", afirma la psicoanalista española Carmen Gallano, quien visitó Costa Rica para participar en el Primer Simposio Internacional de Clínica de niños, organizado por la Asociación Costarricense para el Estudio del Psicoanálisis.

En principio, la ansiedad se reconoce por síntomas como sudoración, dolor abdominal, náuseas, palpitaciones, y llanto al separarse de la madre.

Si no se diagnostica a tiempo, más adelante puede derivar en fobias, pesadillas, dificultad para aprender, bajo rendimiento académico, rechazo a los alimentos y anorexia, entre otros.

Desde pequeños

Según el siquiatra Luis Diego Herrera, es común que los niños sufran ansiedad a causa de una predisposición constitucional; es decir, porque sus padres también la padecieron y de alguna forma la transmiten a los hijos.

Desde el punto de vista de los psicoanalistas, esto se relaciona con lo que ocurre durante el embarazo pues los bebés resultan afectados si la madre no los desea, o tiene alguna experiencia dolorosa, mientras están en su vientre.

"Aún antes de que el niño nazca, los padres crean una serie de expectativas en torno a él y eso es bueno, porque un bebé puede percibir que desean algo para él. El problema surge cuando los padres pretenden forzar la conducta y los logros de sus hijos, en lugar de motivarlos en forma adecuada", afirma la psicoanalista francesa Francoise Grog, quien también asistió al simposio.

Al ver inhibidos sus deseos y convertirse en objeto de lo que sus padres esperan de él, el niño es presa fácil de la ansiedad. Esto se evidencia, precisamente, en los niños que son muy apegados a sus progenitores.

"Son niños que se niegan a quedarse en la escuela, insisten en dormir con sus papás y reaccionan con pánico si ellos quieren salir solos, pues imaginan que tendrán un accidente y no regresarán", describe Herrera.

Con un criterio distinto al del psicoanálisis, el siquiatra atribuye esto a la llamada "ansiedad de separación". (Véase recuadro Con nombre y apellido).

El abuso, la agresión, el abandono y otras experiencias traumáticas durante los primeros años de vida también pueden desencadenar la ansiedad.

Asimismo, "si una persona sufrió alguna experiencia de este tipo durante su infancia tenderá a sobreproteger a sus hijos, entonces ellos crecerán con la idea de que el mundo es inseguro", afirma.

Lo anterior es común en los niños que son muy tímidos, pues la timidez es una forma de evitar situaciones y personas desconocidas.

Así, por ejemplo, es normal que un niño sienta miedo cuando debe dar una charla a sus compañeros de escuela. Pero, los niños ansiosos se ven afectados por los nervios a tal punto que se marean y olvidan lo que estudiaron, ya que la descarga de adrenalina les bloquea los centros de atención en el cerebro.

Vencer el miedo

Para Jean Jacques Grog, otro psicoanalista invitado al simposio, no es posible hablar de un tratamiento adecuado para todos los niños que presentan síntomas de ansiedad o neurosis, ya que es necesario evaluar cada caso para reconocer y tratar las causas particulares.

Sin embargo, su colega francés Bernard Nomine afirma que la principal recomendación para los padres es "dejarse sorprender por sus hijos".

"Es importante respetar a los niños como personas y estimular sus capacidades, no tratar de imponerle otras. Esto no quiere decir que se eviten los límites en el hogar, pues el niño necesita pautas que lo guíen, sino que se piense en el bienestar de los pequeños antes que en la satisfacción de los padres", afirma.

En opinión de Herrera, los padres deben permitir que los temores y la ansiedad de sus hijos se manifiesten naturalmente, para que puedan afrontarlos y evitar que evolucionen hasta ser crónicos.

Por ejemplo, cuando el niño llora porque teme quedarse en la escuela, los padres deben seguir llevándolo. Si se trata de una fobia o miedo a una situación en especial, como la oscuridad, es necesario exponerlo a eso que le causa temor y demostrarle que no existe peligro alguno allí.

El siquiatra también afirma que los niños necesitan un estilo de vida lo más estable posible. Por esta razón, es importante preparar al niño cuando va a ocurrir un cambio de casa o de escuela, va a nacer un hermanito, u otras situaciones sorpresivas.

Finalmente, los especialistas afirman que es importante buscar ayuda profesional para el niño y su familia, de modo que juntos puedan combatir la ansiedad.

Con nombre y apellido

El siquiatra Luis Diego Herrera, especialista en niños, distingue varios tipos de ansiedad:

Anticipatoria: Surge antes de que el niño se enfrente a la situación que le causa temor. Por ejemplo, se enferma antes de un examen.

De ejecución: Se da durante una situación que al niño le parece amenazante. Por ejemplo, falla en un examen a pesar de que estudió.

De separación: Se da cuando la relación entre el niño y sus padres se descontinúa por un viaje u otro motivo, y luego él teme ser abandonado si vuelven a separarse.

Social: El niño teme relacionarse con otras personas y tiende a ser introvertido.

Fobias: La ansiedad se canaliza en un solo objeto que el niño considera peligroso. Por ejemplo, la oscuridad, los ascensores, los animales, etcétera.

Trastornos obsesivo-compulsivos: Un pensamientos obsesiona al niño y lo lleva a actuar en forma compulsiva. Por ejemplo, piensa que su casa es insegura y se levanta por las noches para revisar si todo está bien.

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