La cera es el mecanismo de defensa del oído. Si usted la remueve estará expuesto a infecciones, a lesiones en ese órgano y a una posible reducción de su capacidad auditiva.
Según el otorrinolaringólogo Mauricio Buitrago, la cera es un lubricante natural que mantiene una humedad balanceada en el oído. Al ser viscosa, atrapa las partículas de polvo y diferentes
sustancias para evitar que lleguen al canal auditivo. Puesto que su ph es ácido, también evita el crecimiento de hongos y bacterias, que no sobreviven en ese medio.
"Cuando la persona remueve la cera elimina ese factor de protección natural. Además, si se utilizan hisopos u otros objetos para limpiarse los oídos, la cera se empuja hacia el interior y puede formar un tapón que se impacte en el tímpano, produciendo erosiones, sangrados e, incluso, infecciones", dice el especialista.
Los tapones de cera dificultan el paso de las ondas sonoras y reducen la capacidad auditiva. Si usted nota que la producción de cera en sus oídos aumenta o que su olor se torna nauseabundo, acuda a un experto.
Buitrago afirma que los lavados de oído solo deben hacerse cuando la producción de cera es muy abundante, con indicaciones específicas de un médico.
Un lavado incorrecto puede hacer que restos de jabón entren al oído y produzcan una peligrosa resequedad en él.