paralelo10@correo.co.crNo es posible –y nadie podría pretenderlo– reseñar aquí los aportes de Álvaro Quesada Soto (1945-2001) a los estudios literarios de nuestro país. Por lo demás, sería una tarea innecesaria puesto que la inmensa mayoría de las personas interesadas en la materia conocen de sobra la dimensión y el impacto de tales aportes.
En la eventualidad de que algún desprevenido lector de esta reseña los desconociera, bastará decir que los trabajos de Álvaro Quesada Soto son determinantes para poner en relación la producción literaria del país con otras manifestaciones culturales y, más aún, con la historia política y social de la nación.
Sin embargo, aquella sería una pobre referencia pues dejaría de lado lo que son sus aportes mayores: la agudeza y la sutileza, la elegancia y la erudición, el amable rigor con el que Quesada Soto revela esos vínculos y profundiza en ellos.
No se trata simplemente de “poner en relación” la producción literaria del país con su contexto histórico, político y social; se trata más bien de desentrañar los mecanismos con los que estos planos se intersecan, interactúan y se imbrican, en la complejidad concreta de la dinámica social e histórica.
De esa forma, su obra está constituida por un conjunto de estudios que resultan, a un tiempo, teórica y metodológicamente rigurosos, novedosos en relación con abordajes previos y, en algunos casos –no siempre–, accesibles al lector no especializado.
Por ello, no es exagerado afirmar que sus trabajos son un parteaguas y marcan un antes y un después en los estudios literarios en Costa Rica.
Nuestra tarea no consiste en reseñar, en tan breve espacio, el conjunto de la obra de Quesada, sino tan solo el volumen de reciente publicación, que reúne algunos textos que el autor preparaba en el momento de su prematuro e inesperado fallecimiento, hace ya 10 años.
Se trata de un esfuerzo colectivo emprendido por su viuda, la actriz Eugenia Chaverri; por algunos de sus colegas –los editores del volumen son Gastón Gaínza y Amalia Chaverri, y también contribuyó la especialista Flora Ovares–, y por la Editorial de la Universidad de Costa Rica, cuyo Consejo Editorial integró Quesada Soto durante muchos años.
Quienes conozcan la obra de este autor, recordarán que ella estaba guiada por un programa ambicioso y coherente, que arrancaba con el estudio de los orígenes de la producción literaria del país, a finales del siglo XIX: La formación de la narrativa nacional costarricense (1986).
A este volumen lo siguieron dos en los que el autor continuaba su análisis centrado en la producción de las décadas siguientes, cuando sobreviene la crisis de la república liberal: La voz desgarrada (1988) y Uno y los otros (1998).
Dándole continuidad a su proyecto, Quesada emprendió luego el examen de la producción literaria de la llamada “generación del 40”. Son estos los textos principales que el presente volumen póstumo recoge. Destacan dos estudios sobre Fabián Dobles y Joaquín Gutiérrez.
Se trata de abordajes en profundidad. Quesada ahonda en la obra de esos dos autores señeros de nuestra literatura, como tal vez no pudo hacerlo con ninguno de los escritores estudiados en sus libros previos, precisamente por ser estos obras de carácter sinóptico, en los que pasaba revista a la producción literaria de varias décadas.
A esos textos se suma un conjunto de estudios sobre la dramaturgia costarricense (recordemos su estrecha vinculación con las artes escénicas).
El libro incluye también una recopilación de artículos publicados en diarios y revistas por académicos y otras personalidades de las artes y la cultura como homenaje a Álvaro Quesada tras su muerte.
Asimismo, podrá leerse una extensa –quizá la más completa– bibliografía sobre estudios literarios costarricenses publicada hasta hoy, que se encontraba entre los papeles de Quesada.
En todos esos materiales, los estudiosos y el público interesado encontrarán las mismas cualidades que reconocemos en el conjunto de la obra de Álvaro Quesada, por lo cual debemos agrade-cer a los editores, a los familiares y a la Editorial de la Universidad de Costa Rica, haber llevado a buen término esta iniciativa.