¿Sabía usted que del antiguo edificio de la Biblioteca Nacional solo queda un muro de piedra y que ahí funciona hoy un parqueo?
¿O que detrás de la construcción del Teatro Nacional pudo haber una historia de amor? ¿O que la primera ermita de San José era un humilde galerón de madera y paja ?
Decenas de edificios de San José que fueron construidos en los siglos XIX y XX, resguardan entre sus muros la historia de una capital hoy desdibujada entre la contaminación y el caos vial.
En su nuevo libro Los muros cuentan: crónicas sobre arquitectura histórica josefina, el arquitecto e investigador Andrés Fernández desmenuza la “biografía” de 19 edificios capitalinos, algunos de ellos muy conocidos, mientras otros solo existen hoy en fotos.
La obra reúne un total de 21 artículos publicados en el suplemento “Áncora” de La Nación y en la revista Su Casa entre el año 2005 y el 2010. Además de narrar vida y milagros detrás de estos 19 edificios, el autor incluye un par de textos dedicados a dos grandes arquitectos que dejaron un valioso legado al país: Francisco Tenca ( 1861-1908) y Jaime Carranza (1875-1930).
La ciudad ¿perdida? Desde que era un chiquillo de cinco años, Andrés Fernández sabía que quería ser arquitecto, pero también reconocía, a esa edad, estar enamorado de la ciudad. Con curiosidad infantil se preguntaba ¿cómo sería la San José de la que le hablaba su papá?
Aquel niño ya creció; no obstante, su curiosidad aún lo acompaña: “Me propuse a indagar el pasado de San José, buscar esa ciudad para saber qué fue de ella. La arquitectura es testimonio de la evolución de nuestra historia; es reflejo de nuestra identidad como costarricenses”, explicó Fernández.
Él mismo es un citadino empedernido que disfruta de comerse un helado sentado en una banca frente al Teatro Nacional, leer el periódico en un parque e incluso inhalar el e smog : “si no huele a humo, no me gusta”, bromeó el arquitecto.
Con una mezcla entre ratón de biblioteca y detective del pasado, Fernández recuperó la historia de edificaciones como el Teatro Nacional, la antigua Fábrica de Licores, la Antigua Aduana, la Casa Amarilla, el Colegio de Señoritas, la casa Jiménez de la Guardia y el aeropuerto de La Sabana.
Fernández resaltó que el valor de la arquitectura histórica va más allá de dos conceptos que se utilizan, en su criterio, erróneamente: patrimonio y monumentalidad.
“El hecho de que un edificio tenga o no una declaratoria como patrimonio, es un mero trámite burocrático. Los edificios son testimonios de una época y de un contexto particular y, eso les otorga un valor inherente. Tampoco es cierto que la arquitectura monumental sea más importante que otro tipo de construcciones más modestas”, opinó Fernández, quien ya alista la segunda parte de este libro.
Los muros cuentan se presenta este miércoles 18 de setiembre, a las 7:30 p. m., en el Espacio Cultural Carmen Naranjo (en la antigua Estación del Ferrocarril al Atlántico). Participarán como expositores el arquitecto Roberto Villalobos y el escritor Alberto Cañas. La presentación es abierta el público.