El actor francés Gerard Depardieu declaró hoy en Madrid: "Tuve que engordar para hacer de Obelix y al ser una película tan simpática uno no siente su peso. Pero, enseguida, puntualizó: "Realmente no estoy gordo. Soy fuerte."
Depardieu, que se encuentra promocionando su última película Asterix y Obelix contra César, añadió que solo entiende su trabajo como una forma de comunicación con el mundo y negó que la profesión de actor se pueda aprender, "como tampoco se aprende a amar o a respirar".
Acostumbrado a encarnar personajes históricos como Rodin o Balzac, el actor galo confesó que Obelix ha sido un más difícil todavía en su carrera, ya que estos cómics "representan el espíritu francés" y es más complejo encarnar a un personaje de dibujos.
Después de "Cyrano"
Depardieu, que el próximo día 27 cumplirá 50 años, estuvo a punto en 1990 de conseguir el Oscar al mejor intérprete por Cyrano de Bergerac, pero unos comentarios sobre su adolescencia y una violación acabaron con sus esperanzas.
"Sí, me deben un Oscar por Cyrano, pero el mejor Oscar es que el público vio la película y la amó", contestó sin atisbo de acritud, aunque no deja escapar la ocasión para tildar de "lastimosa" e incluso "imbécil" la reacción de la Academia de Hollywood.
Sin embargo, se mantiene abierto al mercado estadounidense y comentó que está a punto de rodar allí 102 dálmatas en un papel del que no ha querido revelar nada: "No soy uno de los perros; en todo caso seré un perro gordo."
Depardieu dijo sentirse muy orgulloso de su hijo Guillaume, quien acaba de recibir el premio a la mejor interpretación masculina en el pasado festival de cine de Gijón por su trabajo en Pola X, galardón concedido después de que el certamen lo expulsara por destrozar una habitación del hotel donde se hospedaba.
"Estoy muy orgulloso de mi hijo, tanto como de mis dos hijas." Después se mostró magnánimo en cuanto al comportamiento de Gillaume en el festival al decir: "Es un joven romántico y, como todos los jóvenes, tiene mucha fragilidad."