No es una tarea cualquiera. Además de poseer diversas habilidades y conocimiento litúrgico, quienes se encargan año con año, de construir el Altar de las Alabanzas, popularmente conocido como el Santo Monumento, saben que su trabajo tiene un propósito muy especial.
El altar servirá para que la comunidad católica concentre su atención en el Jesús presente en la eucaristía durante la noche del Jueves Santo.
Por eso, en todos los rincones del país muchos hombres y mujeres devotos, entregan parte de su tiempo para cumplir con esta misión, y de paso agradecen al Creador por los favores recibidos durante el año.
Uno de ellos, Fabio Amado Aguilar Alvarado, tiene 30 años de dirigir, junto a un grupo de colaboradores voluntarios, la construcción de esta obra en la parroquia de San Antonio de Belén, en la provincia de Heredia.
Según recuerda Aguilar, fue en 1974 cuando a solicitud del cura párroco de entonces un grupo de unas quince personas comenzó a construir el monumento.
De ese equipo inicial, en la actualidad solo quedan cinco. Los demás han sido reemplazados por nuevos integrantes, muchos jóvenes y profesionales en áreas variadas como arquitectura, ingeniería, soldadura, carpintería, ebanistería y otras especialidades.
"Todos son del pueblo y nadie cobra", comenta Fabio Amado para resaltar el espíritu de servicio y trabajo desinteresado de los participantes.
Inspirado en salmos, lecturas bíblicas y en la liturgia, Aguilar escoge el tema que desarrollará en la construcción del Monumento, para lo que toma en cuenta las recomendaciones del cura párroco y las ideas de los demás miembros del grupo.
Por ejemplo, este año el monumento está dedicado a las vocaciones misionales en Asia.
"Todos nos sentimos satisfechos de la obra pues de esta forma le dedicamos un mes de trabajo a Dios por todos los favores recibidos durante el año", comenta Aguilar quien ya trabaja en la idea que desarrollarán para la próxima Semana Santa.
Vocación y entrega
Otro que lleva rato en estos menesteres es Arturo Herrera Solano. Él comenzó a servir de monaguillo en la Catedral de Alajuela cuando apenas contaba con 10 años de edad.
Al igual que Fabio Amado, desde hace tres décadas esta involucrado en la construcción del Santo Monumento y su inclinación hacia el arte lo ha convertido en el encargado de decorar el templo para todas las actividades que se celebran durante el año.
Su habilidad en la iglesia la llaman talentos o carismas -aclara Herrera- y ese talento que él posee sale a relucir con la sola descripción de la obra que construye al evocar los colores, cortinas y la iluminación que utiliza para dar vida al altar.
Este año, Arturo prepara un mural que sirve de fondo y que representa unos árboles en primavera con tonalidades rosa, naranja, lila, celeste. Luego se construirá un pozo antiguo y un jardín en cuyo tronco se colocará el sagrario y el Santísimo.
"Es algo bonito y atrayente que mantiene a la persona en contemplación y meditación sin necesidad de que haya extravagancias o despilfarro", comenta.
Arturo cuenta con el apoyo de un grupo de personas que toman su idea y aportan las suyas en un auténtico trabajo de equipo.
"Es una satisfacción el devolverle a Dios de lo que me ha dado, las habilidades para trabajar y de agradecerme por todo lo que me da", dice al referirse al sentimiento que le depara su trabajo.
Trabajo incondicional
Pero no crea que solo los hombres están involucrados en la construcción del Altar de las Alabanzas, las mujeres también dicen presente, y lo hacen de una forma práctica y efectiva.
Así sucede en la parroquia de Nuestra Señora de Ujarrás, en Paraíso de Cartago, en donde existe el Grupo de Adoradoras del Santísimo, que ya cumplió 25 años de dedicarse a apoyar esta obra, con igual número de integrantes.
Su fundadora y ahora presidenta, Hilda Solano Avendaño, relata que entre todas escogen el motivo que más les gusta y ¡manos a la obra!
Como ella misma señala, es a punta de rifas, cafecitos y donaciones que logran reunir el dinero para la construcción del altar que servirá para adorar a Jesús Sacramentado.
Este año la construcción está dirigida por Martín Bonilla Poveda, joven de 22 años colaborador de la parroquia en la pastoral juvenil y la liturgia, y quien desde los 9 años se involucró en tareas de la iglesia, en ese entonces como monaguillo.
"Sabemos que estamos preparando un lugar para la oración y la contemplación, es muy bonito y uno lo siente como algo hermoso", dice el joven acerca de esta experiencia.
"Para mí es lo más lindo, Jesús Sacramentado es el Rey del cielo y la tierra en ese pedacito de pan que a veces pasa desapercibido por quienes no lo conocen y no creen que esté ahí", afirma por su parte doña Hilda.
Ella, además, aprovecha su experiencia de maestra pensionada para transmitir estas enseñanzas a las nuevas generaciones.
"Tenemos un grupo de niños adoradores del Santísimo y les inculcamos el amor y el respeto a Jesús Sacramentado", comenta doña Hilda, convencida de que ellos serán quienes en un futuro, quizás no tan lejano, mantendrán con vida esta tradición.