¿Se ha convertido su hogar en una oficina más? ¿Lleva material de trabajo a todas partes, aun en vacaciones? ¿Ocupa su mente en resolver problemas laborales durante sus horas libres? ¿Siente que dormir o tomarse un descanso es una pérdida de tiempo?
Si contestó con un sí a la mayoría de estas preguntas, ¡cuidado! Según los expertos, esos son claros indicios de que usted podría ser un adicto al trabajo.
Agobiante adicción
Aunque no está reconocido como un trastorno psiquiátrico, el término inglés workaholism sí es común entre los psicológicos para referirse a las personas que presentan una conducta obsesiva hacia sus empleos.
En un artículo sobre el tema publicado en la revista de Internet Self-help Magazine , la psicóloga estadounidense Laura S. Strudhl define este tipo de personas como individuos que concentran toda su atención en el trabajo y con ello se olvidan hasta de sí mismos.
Dicho de otro modo, su empleo compite abiertamente con otros vínculos importantes para las personas, como lo son la amistad, el noviazgo o la familia, al robar el tiempo que dichas relaciones demandan.
Por ejemplo, Álvaro (quien pidió guardar su identidad) es ejecutivo de una empresa distribuidora de maquinaria pesada.
Aunque, en teoría, su horario de trabajo se extiende de siete y treinta de la mañana a cinco y treinta de la tarde, en la práctica es muy diferente. De hecho, mucho antes de llegar a la oficina ya ha atendido varias llamadas de clientes y realizado, de camino, alguna que otra visita de negocios.
De igual manera, por la noche se dedica a completar reportes y otros detalles relacionados con las labores del día siguiente. Para Álvaro, este ritmo de trabajo es normal y lo ve como una necesidad para poder así realizarse profesionalmente, mantener su nivel social y cumplir cabalmente con las obligaciones económicas de su hogar.
Ronald Ramírez Henderson, psicólogo clínico conductual, explica cómo la persona con una conducta compulsiva hacia el trabajo, ha desarrollado un patrón de comportamiento cuyo origen puede ser un empleo previo con condiciones extremas de trabajo, que más tarde haya derivado en hábitos difíciles de cambiar.
También puede responder a situaciones presentadas durante una etapa temprana de la niñez, como, por ejemplo, un padre con tendencias muy marcadas hacia el trabajo que haya inculcado elementos fuertes de responsabilidad en la escala de valores del pequeño. Con el tiempo, todo ello termina en la adquisición de las conductas compulsivas antes descritas.
"Es importante notar que se trata de un patrón diario de conducta. No porque, esporádicamente, una persona se quede a trabajar hasta tarde, podemos hablar de un problema compulsivo", advierte Ramírez.
"No hay almuerzo gratis"
Los individuos que presentan este comportamiento suelen afrontar problemas de familia o de pareja tal vez deriven en divorcio.
Álvaro afirma que la mayoría de sus colegas han fracasado en su primer matrimonio por culpa de una dedicación excesiva al trabajo. Aunque este no es su caso, sí reconoce el sacrificio de tiempo familiar como una consecuencia directa de su extenso horario laboral.
"Cuando hago contactos durante la noche o interrumpo un paseo de fin de semana para cerrar un negocio, lo hago porque, para mí, eso significa poder solventar las necesidades del próximo mes".
Marcha atrás
Difícilmente, una persona reconocerá su condición de problema pues suele justificarse como un medio necesario para alcanzar un fin específico.
"Por lo general, son personas en puestos de confianza, de gran compromiso dentro de la empresa y con ingresos muy altos", afirma Ramírez. Resalta, además, los problemas de salud derivados del alto nivel de estrés que sufren estas personas.
Tanto es así, que las empresas que ignoran o descuidan la salud emocional de sus empleados se ven enfrentadas, tarde o temprano, a la rotación continua de personal, lo cual es negativo para sus propios intereses.
Por esta razón, en países desarrollados, como los Estados Unidos, algunas compañías poseen programas de estímulo y protección al trabajador que contemplan a su familia.
Para Ramírez, son empresas visionarias que contemplan aquel gasto como una inversión pues con ello se garantizan por mucho tiempo la capacitación y experiencia del empleado.
De ahí que los expertos aboguen por brindar más educación sobre el tema de la salud emocional. Esto hará que el trabajador sea responsable de su propia salud, y que las compañías velen de forma integral por sus empleados.
Tampoco se puede dejar de lado la responsabilidad del gobierno en la promulgación de nuevas leyes de protección al trabajador, que eviten los excesos.
Sobre este punto, el psicólogo Ronald Ramírez advierte que no se debe interpretar todo esto como una "alcahuetería" o estímulo a la mediocridad, pues el fin último es cuidar y mejorar la salud emocional y física de las personas.
Volver a vivir
Si usted ha descuidado a sus seres queridos y siente los efectos negativos de un trabajo absorbente, quizás estos consejos le ayuden a retomar el control de su vida.
La mayoría de las relaciones humanas requiere al menos de veinte minutos de "conexión" diaria positiva. Manténgase en contacto con las personas importantes en su vida y sienta el calor de la relación.
w Cuide su cuerpo. Hágase exámenes físicos regularmente y no descuide su alimentación. Duerma bien y ejercítese.
Reexamine sus metas. ¿Está usted haciendo lo que quiere con su vida? ¿Qué le gustaría poder decir dentro de diez años acerca de cómo invirtió su tiempo?
Si lo estima necesario, busque ayuda profesional con un psicólogo o consejero profesional.
Fuente: Adaptado de las recomendaciones de Laura S. Strudhl en la revista de Self- Help Magazine .