El duelo de espadachines más memorable del cine ocurrió entre Robin Hood y Sir Guy de Gisbourne. El “príncipe de los ladrones” y el esbirro del rey Juan chocaron aceros, partieron candelabros, tiraron braceros, rompieron mesas, pelearon en escalinatas y cruzaron mandobles hasta que Robin traspasó con su espada a Gisbourne.
Fue la escena culminante de
Flynn era “un calavera”, un gamberro incapaz de rechazar una buena pelea, una bella dama o un litro de whisky; tanto que fue sepultado con seis botellas'por si acaso. Era tan aficionado al licor que solía llegar al set con bolsas de naranjas, las que inyectaba con alcohol para después chuparlas.
Este juerguista impenitente sacó a Hollywood de la ruina con sus películas, conocidas como “
El magnetismo de Errol atraía a niños, jóvenes y mujeres que llenaban las butacas fascinados con sus correrías, que incluían el rescate de una muchacha bonita después de un prolongado duelo a capa y espada.
Todas las acrobacias las realizaba sin dobles porque no quería ser un farsante. Flynn libró duelos sobre riscos, montó caballos a galope y saltó barrancos, luchó contra indios duros y reales. Según reconoció una vez ,“la razón de fondo era que tenía miedo y tenía que enfrentarme a ese miedo. Si me da miedo hacer algo, yo lo acorralo, intento combatirlo y derrotarlo”.
La carrera de Flynn arrancó en 1933 y acabó 26 años más tarde, con 58 filmes de los cuales 12 fueron un “taquillazo”, entre ellos
Errol Leslie Thomson Flynn nació en Tasmania en 1909; su padre era un destacado biólogo, oceanógrafo y botánico y su madre una intelectual, tan preocupados por sí mismos que dejaron al pequeño “apañándoselas solo”.
Boxeador, “gambusino”, buscador de perlas, lavaplatos, explorador militar, marino mercante, capataz en una plantación de cocos y finalmente actor, “tuvo el mundo entero en la palma de sus manos y no supo aprovecharlo”, según el director Irving Rapper.
Odió las estructuras y las instituciones; huyó de todos los colegios; pasó de un lío amoroso a otro; montó broncas en tabernas y vivió entre la temeridad y el heroísmo, para encarnar en la pantalla su propia vida bullanguera, plena de escándalos de faldas, pleitos y acosado por los acreedores.
Una noche de 1942 un oficial de policía tocó la puerta de la casa de Flynn en Mulholland Drive, para informarle que estaba acusado de “violación estatutoria”, en buen español: estupro. Las leyes de California prohibían el “acceso carnal” con menores de 18 años, aunque estas lo consintieran.
Resulta que los agentes del orden habían detenido por “vagabundeo” a Betty Hansen, una pelandusca quien declaró haber participado en una “fiestecita” con varios actores, entre ellos Flynn.
Este negó los cargos pero fue fichado y dejado en libertad bajo fianza, no sin antes recibir una advertencia telefónica para que pagara $10 mil y el asunto quedaría en el olvido.
El chantaje y el juicio amenazaban la carrera de Flynn, que por entonces filmaba
La cosa se complicó aún más cuando Peggy Satterlee, otra menor con reputación de “buscona”, acusó al actor de haberla violado en su yate. Los periódicos sensacionalistas titularon: “Robin Hood acusado de violación”.
Por supuesto que Errol, Peggy y Betty contaron “rollos” diferentes; el Gran Jurado escuchó las versiones y tras una breve deliberación declaró inocente a la estrella.
Apenas Flynn llegó a su casa descorchó varias botellas de licor y comenzó a celebrar la absolución, pero el fiscal de distrito ignoró el fallo y siguió el proceso, ante lo cual la Warner contrató a su mejor abogado – Jerry Geiler– para defender a Flynn.
El leguleyo de Geiler alargó el juicio y comenzó una sistemática campaña para desacreditar a las demandantes, rastreando todo lo que pudiera acerca del dudoso pasado de las pobres “damiselas”.
Peggy no pudo explicar por qué tardó un año para descubrir y denunciar que Flynn la había seducido y “desflorado”; Betty admitió que consintió en quedarse desnuda en la orgía con Flynn. El jurado, formado por doce mujeres, absolvió de nuevo a Errol y este terminó su película, que fue un sonado éxito.
Los tiempos habían cambiado en Hollywood; ni los dueños de la industria del cine ni los actores estaban dispuestos a seguir pagando protección a políticos y policías.
Si alguien gastó la vida, ese fue Flynn. En su autobiografía
Flynn revela en su libro a una persona divertida, brillante, sensible, inteligente y sabia, que buscó intensamente el placer, con ingenio y cinismo. Con un estilo irónico y humorístico, relató su fugaz existencia, adobada con reflexiones sobre la familia, las mujeres, los amigos, los jefes y compañeros de actuación.
Obsesionado por el sexo, tuvo una extensa lista de amantes casadas, solteras, maduras y especialmente jóvenes. En 1980 Charles Higham, en
Tony Thomas rebatió esa especie en
Flynn fumó opio y marihuana; inhaló cocaína, se inyectó morfina y probó todo tipo de afrodisíacos. Despreciaba el peligro y rara vez utilizó dobles para sus películas. “Me gusta disfrutar la emoción de vivir cada día, cada hora del día, porque sólo estamos aquí una vez. Sintamos el viento mientras podamos”.
Estuvo casado tres veces. Primero con la actriz bisexual Lili Damita, de 1935 a 1942, que lo acosó y llevó incontables veces a los tribunales por pensiones atrasadas. Ese matrimonio fue turbulento y ambos acabaron varias veces en el hospital. Durante una fiesta de aniversario, y frente a todos los invitados, ella le rompió una botella de champán en la cabeza y él le propinó un puñetazo que la dejó inconsciente.
En 1942 se casó con Nora Eddington y en 1950 con Patrice Wymore; estando con ella mantenía relaciones con una jovencita de 16 años, Beverly Adams.
La estrella de Flynn comenzó a declinar en los años 50; rompió con la Warner y se fue a Europa, sus películas ya no eran tan taquilleras y el fisco lo acusó de evasión de impuestos. Se refugió entonces en su velero Zaca y apenas salía para filmar una que otra película.
Tras una vida de excesos el cuerpo le pasó la factura. Su memoria flaqueaba y finalmente cayó muerto el 14 de octubre de 1959, en Vancouver. Falleció en brazos de Beverly, su juvenil amor, y la autopsia reveló que su deceso fue causado por un explosivo combo: la combinación de un infarto de miocardio, trombosis, arterioesclerosis, degeneración del riñón y diverticulosis en el colon. Según el forense, tenía 50 años pero su cuerpo parecía el de un hombre de 70.
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