Pocos se acuerdan de él. ¿Quién sería capaz de citar su nombre? Lo opacó el brillo de otro titán cinematográfico, fue su lugarteniente y aceptó caminar agachado para que el público jamás notara que era más alto' nunca más grande.
Fue el chico malo en la comedia musical romántica más empalagosa del cine moderno; el bufón de un reyezuelo que hoy es el santón obeso de una secta científica y fue el buenazo enamorado de la “culifloja” del high school .
Los años lo machacaron, las drogas lo doblegaron, los dolores lo consumieron, pero lo mató el olvido y el “pudo ser”, porque Jeff Conaway siempre se quedó al borde de la pista, viendo a otros bailar.
Eche atrás la bobina del tiempo y vuelva a 1978. Ocurrieron sucesos tan prosaicos como el lanzamiento del gato Garfield y otros tan inéditos como la muerte de dos Papas y la coronación de otro, así como el nacimiento de Louise Brown, el primer bebé probeta.
Pero ese año estrenaron Vaselina ( Grease ), en la cual Jeff –llamado Jeffrey Charles William Michael Conaway– interpretó a Kenickie, lacayo que reía todas las gracejadas de Danny Zuko, encarnado a la perfección por un larguirucho John Travolta.
Pocas películas tienen un nombre tan apropiado. Vaselina era eso, la historia de un grupo de grasientos jovencitos típicos de una secundaria gringa, quienes, en lugar de estudiar, pasan correteando a sus compañeritas, entre litros de malteadas, empachosos helados, calóricas hamburguesas, acrobáticos bailes y pegajosas melodías.
Pudo ser la oportunidad dorada para que Jeff catapultara su carrera fílmica, migrando de Broadway al universo de Hollywood, pero un meteorito llamado Travolta lo precipitó a tierra, dejando a su paso solo una débil estela de luz.
Vaselina , escrita por Jim Jacobs y Warren Casey, comenzó a principios de los años 70 como un proyecto de teatro experimental en Chicago. La obra fue llevada a Broadway por los productores neoyorquinos Robert Stingwood y Allan Carr, quienes la estrenaron el 14 de febrero –Día de San Valentín– en la Sala Eden de Nueva York. Conaway obtuvo del papel de Danny Zuko y, a ratos, hacía de Kenickie.
También, por aquellos años, desde el fortín de Studio 54 pegaba un nuevo tipo de música y baile: el disco; una mezcla de funk , soul y ritmos latinos. Se juntaron el hambre y las ganas de comer. Por un lado, el disco, aupado por las voces melosas de los Bee Gees, y, por otro, el reverdecer juvenil de los dorados años 50 para olvidar la carnicería de Vietnam.
En medio de ese caldo cultural, llevar al cine Vaselina fue cuestión de soplar y hacer botellas. A Randall Kleiser le encargaron la dirección y él, en lugar de darle a Jeff el papel principal, le lanzó el bombón a Travolta tras su éxito como Tony Manero, en Fiebre de sábado por la noche , que impuso la moda de los zapatos plataforma, las camisas abiertas con cuello en V y los pantalones campana. Para variar, Jeff se quedó en el casi, casi.
¡Qué tiempos!
La fantasía del cine reunió en Vaselina a un elenco de hombres y mujeres entrados en años, para simular las peripecias de unos adolescentes juergueros, entre ellos Jeff.
Su espigada figura, cigarro tras la oreja, copete y pelo engominado, chaqueta negra, camiseta y jeans ajustados aún hacen vibrar a sus fans, quienes añoran a Kenickie al compás de Summer Nights o en el asiento trasero de su Thunderbird, manoseando a la coqueta de Rizzo.
A los dos años de edad, Conaway actuó por primera vez en Broadway y sus padres –Helen y Charles– barruntaron su talento artístico, primero como modelo infantil y más tarde como roquero y actor.
Jeff nació en Nueva York, el 5 de octubre de 1950; creció en varios barrios hasta que sus padres se establecieron en Queens. La madre trabajó un tiempo como actriz con el seudónimo de Mary Ann Brooks, estudió música en un conservatorio y, cuando el niño tuvo tres años, se divorció de Charles, también actor, director y publicista, según la revista People .
A los 10 años, Conaway obtuvo su primer papel en la obra All the Way Home y la crítica alabó su actuación a lo largo de 333 representaciones, detalló la agencia AP
Con solo 15 años, fundó la banda roquera 3 ½, estudió en la Escuela de Artes de Carolina del Norte y prosiguió en la Universidad de Nueva York. En su primer filme Jennifer on My Mind , de 1971, en el rol de Hanki, compartió el plató con un novel Robert de Niro.
Un año después, debutó en el teatro con Vaselina y esto le abrió las puertas de la televisión: Happy Days , La chica de la tele , Koyak . Pasó a pequeños filmes: Nunca te prometí un jardín de rosas o Pedro y el dragón , hasta que la suerte tronó a su puerta con la versión cinematográfica de Vaselina .
Solo que esta vez, Conaway obtuvo el papel de Kenickie, amo de un Thunderbird Greased Lightning, el fetiche motorizado capaz de sacar de la carretera a las niñitas bobaliconas de senos grandes debajo de blusas apretadas, con enaguas volátiles y mediecitas dobladas en el tobillo.
Todavía hoy es la comedia musical más taquillera de todos los tiempos; la banda musical vendió más de 20 millones de copias, recaudó $340 millones en la taquilla y lanzó al estrellato a una desconocida cantante australiana: Olivia Newton-John, la ingenua Sandy, una mocosa de zapatillas rojas, que, al final, atrapa un escurridizo Danny y se van volando bajo el cielo azul en el Thunderbird rojo.
De esa cinta Jeff saltó a Taxi para ser Bobby Wheeler, actor fracasado objeto de las bromas de todo el elenco, especialmente de Danny De Vito. Abandonó la serie televisiva en la tercera temporada porque el consumo de drogas le impedía hasta decir los diálogos, pero también para evitar encasillarse en el rol del muchacho tonto al que todo le sale mal.
Vagó como un fantasma de serie en serie, de película en película; unas veces como actor secundario y otras solo en breves apariciones.
Igual le iba en su vida sentimental. Tuvo tres esposas. A los 21 se casó con una bailarina, pero el matrimonio fue anulado; en 1980, contrajo nupcias con Rona Newton-John, tuvieron a Emerson y se divorciaron al cabo de cinco años. Reincidió al casarse con Keri Young en 1990 y en el momento de su muerte – el 27 de mayo del 2011– andaba ennoviado con Victoria Spinoza.
El segundón
Durante la filmación de Vaselina, Jeff sufrió un fuerte golpe en la espalda y para aliviar los dolores comenzó a consumir analgésicos. A mediados de los años 80, estuvo en tratamiento por sus adicciones a la cocaína y al whisky ; en un reality show del 2008 aceptó esos vicios y reconoció su afición por el opio y la codependencia con su novia Vikki Lizzi.
En el programa Celebrity Rehab’s , confesó haber sido “torturado” en la niñez por otros chiquillos mayores y, a los siete años, fue víctima de pedofilia y pornografía infantil. Su amigo Travolta intentó , sin éxito, rehabilitarlo por medio de la cienciología.
En un artículo en la revista National Enquirer, su novia Vikki aseguró que Travolta había intentado tener sexo oral con Jeff, mientras dormía tras la filmación de Vaselina . Según Vikki, el actor hizo la aseveración en una nota escrita previa a un fallido intento de suicidio en el 2006. La declaración se unió a los recientes rumores sobre la homosexualidad de Travolta y de que su matrimonio con Kelly Preston es una pantalla.
La estrella inició su ocaso y abandonó el cine: “Pensé, si me quedo en ese negocio estaré muerto en un año. Había drogas en todas partes y gente que las usaba, en cuenta yo”, se lamentó Jeff.
El 11 de mayo del 2011, Conaway llegó de urgencia al Hospital Encino; los médicos lo indujeron a un coma para tratarle una neumonía y una intoxicación en la sangre ocasionada por una bacteria.
Jeff se automedicó con analgésicos y antibióticos contra la gripe, pero solo agravó su condición; finalmente, sus parientes decidieron desconectarlo de los aparatos que lo mantenían vivo.
Inconsciente en los minutos finales, murió el 27 de mayo. Logró exorcizar sus demonios y darle paz a su alma gentil, como manifestó Phil Brock, su socio en varios negocios.
Amado por sus amigos, respetado por sus colegas, Jeff Conaway intentó estar en el palco de las estrellas, pero solo encontró campo en la gradería. Tal vez entró al más allá agachado, como le exigieron los productores de Vaselina , para que su estatura no opacara a Travolta.1