Hay días que hace sol pero ni él con todo su esplendor alcanza para secar toda el agua que hay en el Parque Nacional Tapantí-Macizo de la Muerte.
Aquí, el preciado líquido se hace ver y sentir: cae del cielo, gotea de las hojas, pasa por el río y baja de las quebradas que ocupan las casi 58.500 hectáreas que conforman este paraíso verde.
El sector Tapantí, en el distrito de Orosi, es uno de los sitios más lluviosos del país con un promedio anual de precipitación de 7000 mm -hay épocas que ha llegado a los 8000 mm-, lo cual es bastante si se considera que el promedio en el resto del área es de 3000 mm.
Esta húmeda cualidad le permite hospedar y proteger una cantidad sustanciosa de biodiversidad que algunos se han dado el gusto de contar: 45 especies de mamíferos, 260 de aves, 28 de reptiles, 28 de anfibios, muchas especies de plantas, entre ellas cinco especies endémicas de bromelias (o sea que solo aquí nacen). Además, la cantidad de insectos es incontable, incluso reside la Thysania agrupina, una mariposa que, según los entendidos, ostenta el reinado de ser la más grande de América.
El parque tiene dos puestos de visitación: el de Tapantí y el de la Esperanza del Huarco. En este último no hay áreas públicas, existen senderos pero son para uso de guardaparques o para turistas de aventura. Nos dirigimos entonces al primero.
La ruta del agua
Para llegar a Tapantí-Macizo de la Muerte hay que tomar la ruta de Cartago y pasar por el valle de Orosi, una zona que trata de recuperarse tras la pérdida de algunos de sus habitantes a raíz de un derrumbe provocado por la cantidad de agua que cae aquí. Aun así, los guardaparques aseguran que las zonas de emergencia están señaladas y que el parque está ajeno al peligro.
El sol sonríe radiante y aunque nos mostramos optimistas con su calor somos advertidos por Mauricio Hernández, guardaparques: "con el clima aquí nunca se sabe...". Bastó en mencionarlo, para que empezara a llover...
De largo se escucha fuerte el Grande de Orosí, un torrente que pasa por mitad del parque y nos acompaña con su constante susurro.
El parque tiene tres destinos que ofrecer a los turistas: el sendero la Oropéndola, el de los Árboles caídos y La Pava.
La Oropéndola tiene una longitud de recorrido de 1.200 metros, lleva a los turistas al mismo margen del río, donde el que quiera puede darse un baño. También hay mesas de picnic, parrillas y servicios sanitarios.
El sendero de los Árboles Caídos, tiene un mirador a pocos metros de donde se deja el carro, el cual entrega sin mayores contratiempos la belleza de un paisaje habitado por curvas montañosas, neblina y un chorro de agua de varios metros de altura. Ahí cerquita, junto al parqueo, también hay área techada de picnic, parrillas y servicios sanitarios.
Y La Pava lo deja a 400 metros del río, tiene un rancho para disfrutar de su almuerzo y al igual que los anteriores lo lleva por sectores de abundante y virgen vegetación.
Aunque son pocas las zonas para llegar a este parque, los senderos dispuestos al público son cómodos, de fácil acceso, bien cuidados y limpios. Esto, unido a la ventaja de que el parque queda bastante cerca de San José (aproximadamente una hora u hora y media), hacen de esta zona un posible y agradable destino turístico.
Hay que advertir que estos días son días muy lluviosos, pues de mayo a octubre es cuando más agua cae, no en vano Tapantí significa en lengua indígena: "Torrente que baja del cielo", así que no olvide la capa o el paraguas.