El hecho de que el aborto sea una práctica prohibida en la mayoría de los países de América Latina no significa que sea inexistente en la región.
Aproximadamente cuatro millones de mujeres se someten cada año a abortos ilegales en la zona, en condiciones de emergencia y con un total desconocimiento de las consecuencias que le generan este tipo de intervenciones quirúrgicas, penalizadas en una buena parte de los países latinoamericanos.
Datos procedentes de la red informativa Comunicación e Información de la
Mujer (CIMAC), con sede en México, revelan que las mujeres que se realizan esta práctica clandestina en muchas naciones, deben acudir de emergencia a los hospitales frente a la duda y los malos tratos del personal médico que les hizo el aborto.
La organización no gubernamental Population Council (Consejería de la población) advierte que las pacientes, a pesar de llegar con hemorragia y dolor, son atendidas luego de esperar hasta 24 horas en las salas de emergencia.
"Ellas toleran porque se sienten culpables por haberse embarazado y dejan que las examinen en presencia de otras personas, se someten a tratamientos sin que medie explicación alguna, no reciben anestesia y salen del hospital sin saber si todavía son fértiles o cómo podrán evitar un nuevo embarazo", explica el mencionado organismo.
Clave en educación
El director del programa Fronteras de la Consejería de la Población, James Foreit, expresó que la mayoría de las muertes maternas y de las lesiones que dejan los abortos, podrían evitarse si las mujeres tuvieran acceso a servicios médicos e información sobre métodos de planificación familiar.
El organismo en coordinación con instituciones oficiales y otras ONGs, realiza una serie de estudios para mejorar e igualar los servicios de atención para después del aborto, mediante el sistema de modelos integrales en México, Guatemala y Perú.
La propuesta pretende aplicar, a aquellas que llegan a los hospitales luego de haber abortado, un tratamiento de emergencia en el que se emplea la aspiración manual endouterina, una técnica mucho más segura que sustituye al legrado uterino, y el acceso a los medicamentos adecuados.
A la par se les facilita a las mujeres operadas el apoyo emocional, la privacidad y la información sobre la recuperación, así como un retorno a su estado de fecundidad y a la normalidad de su vida sexual.
En práctica
Los investigadores de la Consejería aplicaron este modelo integral en un hospital de Oaxaca en México, donde encontraron una ausencia de información sobre los procedimientos aplicados por los médicos a las mujeres hospitalizadas por esta práctica quirúrgica.
Por otra parte, lograron detectar que los especialistas en medicina suelen utilizar el método de aspiración manual sin anestesia. Esto lo hacen por considerar que no equivale a la técnica del legrado.
Esto provoca, según el organismo, que la paciente post-aborto por lo general sufra de hemorragias continuas.
Los investigadores de la Consejería recomendaron realizar charlas de capacitación a los profesionales en salud para evitar este tipo de riesgos.
En ese sentido, la Consejería de la Población, también insistió en la necesidad de que las mujeres logren tener acceso a los servicios integrales de salud reproductiva y exámenes para la detección de infecciones y de todo tipo de cáncer.