En el último cuarto del siglo XVIII, a los pobladores de los barrios de La Lajuela, Ciruelas, Targuás, Puás y Río Grande se les impuso trasladarse a Villa Vieja (hoy Heredia) para sus obligaciones civiles y, especialmente, para las religiosas. Las 268 almas que conformaban los cinco caseríos carecían de un lugar sacro cerca de sus moradas y debían viajar varios kilómetros para cumplir con los sacramentos.
Son imaginables las penurias de las familias con bebés en pos de bautizos y de confirmación, las urgencias de los novios en procura del matrimonio, o de los deudos que requerían santos óleos para sus difuntos. Todos iban a pie, a caballo o en carretas, generalmente a la intemperie.
En repetidas ocasiones, los vecinos más destacados habían solicitado autorización para la erección de una iglesia en sus predios. Les era urgente porque no querían ser más jurisdicción de Heredia ni en lo sagrado ni en lo profano.
Si les concediesen el permiso para crear una Ayuda de Parroquia, darían el primer paso para ser autónomos. El cura de Villa Vieja, Juan Manuel López del Corral, escribió a Guatemala pidiendo atención a lo requerido por La Lajuela, pero no fue escuchado.
El 23 de marzo de 1777, Esteban Lorenzo de Tristán y Esmenola asumió el obispado de Nicaragua y Costa Rica. Una de sus preocupaciones era promover las vocaciones sacerdotales. La creciente grey carecía de quienes le brindasen atención espiritual. El obispo también se ocupó en ordenar la administración eclesiástica, revisar las capellanías y fomentar la enseñanza religiosa. Sobre todo, su particular interés era la erección de templos y oratorios. Esto sería determinante para los de los citados barrios.
El 21 de setiembre de 1782, Tristán estaba en Heredia y pidió a la feligresía de los cinco caseríos que se reunieran en La Lajuela, donde iría a confirmarlos. El 12 de octubre se presentó a hacerlo. Consta que bendijo un oratorio en el Barrio de La Alajuela, y ofició misa.
El punto dudoso. Se supone que la casa donde Tristán concelebró estaba unos metros al norte de la esquina noroeste de la actual Catedral de Alajuela. En el Archivo Nacional se conserva el expediente que da fe de la celebración religiosa, pero no indica dónde quedaba exactamente aquella casa ni a quien pertenecía.
En el lugar que la tradición señala como fundacional de la ciudad, una placa de mármol reza: “El 12 de octubre de 1782, en casa, que aquí se ubicó, del español ilustre Don Dionisio Oconitrillo, el Obispo de Costa Rica y Nicaragua Mons. Esteban Lorenzo Tristán celebró la Santa Misa con que se fundó Alajuela a la que, en sus 210 años de fecunda existencia y a los 500 del Descubrimiento de América rendimos sentido homenaje. Asociación para el Estudio de la Historia Patria. 1782 - 12 de octubre - 1992”.
La asociación que suscribe el texto fue una agrupación local conformada por el periodista Guillermo Villegas y el ingeniero Enrique Soto. Con buena intención, la placa contribuye a visibilizar un lugar señero para la “alajueleñidad”. También se recuerda a quien se tiene por propietario de la casa donde presumiblemente se ofició la primera misa. Sin embargo, la información expuesta mueve a dudas.
Autos de fundación. En el Archivo Nacional se conserva el documento “Autos hechos sobre la creación de la Ayuda de Parroquia de la Villa Vieja de Heredia, Fundación de Alajuela y Testimonio de estos autos”. El expediente confirma que el obispo Tristán tenía buen poder de convocatoria.
Aquel 12 de octubre, Tristán logró juntar a “todos los vecinos de los cinco Barrios de este término” y darles misa. Según el documento, lo acompañaban “distintas personas” de León de Nicaragua, de Villa Vieja y de Cartago. Todos firmaron un acta plena de cargos y títulos, pero no figura “el español ilustre don Dionisio Oconitrillo”.
En cambio, Oconitrillo sí había suscrito las petitorias que desde 1777 se elevaron a Guatemala en pos de la autorización para erigir la parroquia.
Tristán notó el abandono católico en el que se encontraba su rebaño “lajueleño”. Esto, sumado a las imaginables presiones de los “principales” por tener autoridad sobre sus lares, lo hizo prometer que se ocuparía “graciosamente de todas las diligencias necesarias” para obtener el permiso que urgían. La construcción de la ermita, así como la manutención del cura y del culto, correrían por cuenta de los vecinos.
El obispo Tristán advirtió a los presentes que era “preciso comprar terreno suficiente para levantar la Yglesia [sic]; darle cercos, lonja y cementerio para enterramiento de tan crecido vecindario”. Luego hizo gala de desprendimiento personal al comprar “a su costa una Caballería de tierra en el sitio señalado”.
El lugar para la erección de la parroquia se había elegido “por ser el mejor, el más fértil, útil y ventajoso y en proporcionada distancia para todos los Barrios”. Era el centro de la barriada de La Lajuela. A costa de Su Ilustrísima Persona, allí se compraron “la propiedad de la tierra y casa” donde se afincaría la iglesia en cuanto se lo permitieran, pero no esperaron.
Una semana después de la misa, los vecinos ya habían apurado diligencias, quizá no tan graciosas, para edificar un oratorio. De todas maneras, Guatemala tenía intenciones de responder solamente mucho tiempo después.
Emplazamiento impreciso. El oratorio que el obispo Tristán bendijo el 12 de octubre de 1782, aquel donde ofició la primera misa, pudo estar en la sala de la casa del “español” Oconitrillo, pero bien pudo ser que no.
En la Colonia era frecuente que las casas de los pudientes tuvieran un rincón con altar, reclinatorios y bancas para las visitas. El oratorio de Oconitrillo quizá fue el bendito por Tristán para oficiar la misa primigenia, pero es improbable que la casa de un “principal” continuara abierta a la comunidad.
Los datos consignados en los Autos orientan el oratorio primigenio hacia otro lugar, propiedad de otro vecino.
El expediente dice que el “nuevo” oratorio se ubicó en una casa pequeña que pertenecía a Manuel Ruiz, vecino de Villa Vieja. La palabra “nuevo” mueve a dudas. ¿Alude a que el oratorio en casa de Ruiz se vio como “nuevo” en relación con el efímero que hubo en la casa de Oconitrillo (que sería el “viejo”), o se lo reconoció como “nuevo” por ser realmente una absoluta novedad en la aldea?
El “acta de nacimiento” de Alajuela no precisa si en La Lajuela hubo uno o dos oratorios en menos de ocho días; tampoco especifica dónde fue la primera misa. La discusión está abierta.
Largueza obispal. La generosidad de Tristán continuó. Por 16 pesos más compró a Isidro Cortés –también herediano– otra media caballería para adjuntarla al oratorio. Los terrenos fueron prontamente amojonados y escriturados. Una semana después de oficiada la primera misa, en La Lajuela ya eran considerables las temporalidades que la Iglesia.
La casa de Ruiz, aparentemente ubicada donde hoy está la Catedral, fue comprada por treinta pesos, “para que los vecinos de aquellos Barrios tengan Misa los días de fiesta”.
Todos los trámites se hicieron en Heredia. Los proveedores reconocieron “estar pagados enteramente, y por no saber firmar lo hicieron tres testigos por nosotros, que á nuestro ruego se hallaron presentes, en Villa Vieja, a diez y nueve de octubre de mil setecientos ochenta y dos”.
En marzo de 1785, el “nuevo” oratorio mencionado por el expediente cedió ante la construcción de una iglesia. Fue bendecida otro 12 de octubre, pero en 1790 y dedicada a San Juan Nepomuceno.
El autor es dramaturgo e investigador costarricense.