Al anexarse a Costa Rica, en 1824, Nicoya no solo le añadió 10.141 kilómetros cuadrados al país: también le heredó una invaluable riqueza cultural.
Hoy, las tradiciones y los elementos propios de la época precolombina conviven en ese territorio con el desarrollo turístico y la infraestructura moderna.
Un recorrido por la provincia permite descubrir elementos del pasado en la alimentación, las manifestaciones artísticas, y en prácticas de la vida cotidiana.
"Los patrones culinarios, con recetas basadas en el maíz, tienen una raíz prehispánica. Lo mismo ocurre con el uso de instrumentos como el metate para moler el maíz y con ciertas prácticas agrícolas, como el aporreado de los frijoles y la costumbre de hacer cultivos alrededor de las casas", explica el arqueólogo Francisco Corrales, director del Museo Nacional.
Los bizcochos, el pozol, las tortillas y las tanelas son ejemplos del sabroso aporte de Guanacaste. Su tradición ganadera también ha contribuido a la riqueza del país.
Historia milenaria
El Partido de Nicoya, constituido entonces por los poblados de Nicoya, Bagaces, Santa Cruz y Guanacaste, se convirtió la quinta provincia de Costa Rica, en 1848.
Ese territorio que hoy es Guanacaste estuvo habitado desde unos 10.000 años antes de la conquista española, por lo que la mayor parte de su historia corresponde al pasado precolombino.
"Hasta el año 800 después de Cristo, allí habitaron grupos autóctonos que pertenecían a la misma región cultural que los de Panamá, Colombia y el sur de Nicaragua. Después arribaron poblaciones de origen mesoamericano, los chorotegas, y predominaron", afirma Corrales.
Numerosos trabajos en jade y en cerámica elaborados por esos grupos indígenas se han encontrado en sitios arqueológicos y se conservan en museos.
Al legado artístico se añaden elementos de la medicina natural que aún es empleada por algunos. También es posible encontrar todavía ranchos con techos de palma y hornos de piedra.
Sin embargo, las prácticas cotidianas se modifican. "Antes era muy común el uso de la carreta y los sabaneros se transportaban a caballo. Ahora que hay carreteras, muchos guanacastecos tienen su jeep ", señala la historiadora Alicia Vargas.
Según dice, el folclor guanacasteco es muy diferente al de la Meseta Central, aunque instrumentos como el quijongo, los tambores, las ocarinas y la marimba, así como los trajes típicos de Guanacaste, siempre están presentes en las fiestas cívicas.
Según Corrales, la población guanacasteca es una de las que más luchan por mantener viva su identidad y por conservar su legado.