En ese Monte Frío. En ese lugar también la gente teme que se abrirá una herida en los Estados Unidos. Es julio de 1864 y la guerra entre el Norte y el Sur es inevitable: la Guerra de Secesión. En ese momento, surgirá la más apasionada historia de amor. La vemos en la película Regreso a Cold Mountain (2003), dirigida por el británico Anthony Minghella.
Por un lado tenemos al soldado Inman, quien no solo debe enfrentar la crueldad humana expresada en la guerra, sino que, además, vive su infierno personal por el intenso amor que siente por una mujer, por una joven mujer que lo espera en Cold Mountain.
Por otra parte, está Ada. Ella espera con paciencia, con pasión, con amor y también con rabia. Su piano es el compañero que la ayuda en su tristeza, que ella teje y desteje en distintas canciones. Su espera es amarga ante el acoso de los hombres que se han quedado en el pueblo, ante la pobreza y la soledad.
De pronto aparece Ruby, mujer de pueblo, enérgica, vital, quien viene a acompañar a Ada: las mujeres son la retaguardia valiente de una guerra cuando los hombres pelean a muerte. Ellas también tienen su queja, que se comporta como denuncia.
Lo dice Ruby: "Los hombres hablan de esta guerra como nubarrones negros, pero son ellos los que provocan la tormenta y después gritan: ¡carajo, está lloviendo!"; es parte de la terquedad humana: hay quienes siguen pensando que las guerras son necesarias y que pueden ser preventivas.
De esa manera, en la película, alternan y se entremezclan dos líneas argumentales que caminan a encontrarse en ángulo agudo. Son: el retorno de Inman (Jude Law) entre los más distintos episodios, algunos inncesarios en el relato, y la espera de Ada (Nicole Kidman) con el apoyo de Ruby (Renée Zellweger).
Esto es Regreso a Cold Mountain. Es un peregrinaje y una espera, como si fueran dos conceptos religiosos del amor. Se basa en la novela Monte Frío, escrita por Charles Frazier. En su trama, la cinta se expresa entre el intimismo romántico y el sentido épico de la guerra, donde el amor es el sentimiento positivo.
La película tiene momentos intensos, buenísimos, para dibujar la crueldad bélica: cuando Inman encuentra a una mujer hundida en la soledad con un hijo recién nacido (extraordinaria actuación de Natalie Portman), también hay momentos bajos, pero ?en general? estamos ante un muy buen filme: visualmente hermoso, estéticamente bien logrado, dirigido con sensibilidad, reflexivo y de atmósfera penetrante.
Las actuaciones valen bien, aunque Nicole Kidman está lejos de sus capacidades y, esta vez, pareciera posar como la mujer que se sabe bella, y que lo es. En fin: estamos ante una película que vive el anhelo del amor, lo hace bien y que vale la pena ver. La recomendamos.
Cómo, cuándo, dónde...:
Regreso a Cold Mountain se exhibe en Circuito de Cines Magaly, Cinépolis y Cinemark.
Entrada: De ¢1.000 a ¢1.500, según la sala. Precio especial en las tardes y para pensionados.
Horario: Funciones regulares.