¡El mar está de fiesta! En adelante, los emblemáticos tiburón martillo y el tiburón punta blanca océanico, estarán mejor protegidos contra las capturas y el comercio de sus aletas en Costa Rica y el mundo.
A pesar de la oposición de varios países interesados en su explotación pesquera –como China y Japón–, la llamada Convención sobre el Comercio Internacional de Flora y Fauna (Cites), acordó ayer regular las exportaciones de partes de este animal.
Con ello, se pretende fiscalizar y desalentar la práctica del aleteo de cinco especies de escualos.
¿Cómo? Cites es un acuerdo entre 175 países que data de 1973 y se encarga de regular el comercio de 35.000 especies de animales y plantas que, para garantizar su supervivencia, los incluye en tres apéndices. En este caso, los tiburones fueron incluidos en el Apéndice II.
Actualmente, el denominado aleteo está prohibido en gran parte del mundo, pero no era delito comerciar con esas aletas.
La inclusión en el Apéndice II no solo limita el comercio de tiburones, sino que crea ahora la obligatoriedad a los Gobiernos de emitir permisos de exportación e importación de todos materiales vinculados a estas especies.
Las especies. Se trata de tres especies de tiburón martillo ( Sphyrna lewini, Sphyrna mokarran, Sphyrna zygaena) , el punta blanca océanico ( Carcharhinus longimanus ) y el tiburón cailón.
El martillo destaca por su gran tamaño y porque es una especie altamente migratoria. Viaja entre sitios protegidos como la Isla del Coco, isla Malpelo y Galápagos. Es muy apetecida para el aleteo debido que mide hasta cuatro metros de largo y tiene aletas proporcionalmente grandes. Además, es un animal que nada en aguas superficiales, por lo que es de fácil captura.
Por su parte, el tiburón océanico punta blanca, es un tiburón de mares tropicales y de movimientos lentos. Es robusto y de aletas largas con punta blanca y redondeadas.
Nótese que los tiburones están en el tope de la cadena alimentaria del mar; por ello, su presencia es un indicador inequívoco de que hay un ecosistema saludable y capaz de alimentar a todos esos animales. Su ausencia, por el contrario, altera los patrones naturales y es sinónimo de desequilibrio.
Se estima que cada año se capturan unos 100 millones de ellos en el mundo debido al comercio de sus aletas, que valen hasta $100 por kilo y son consideradas un manjar en Asia.
De hecho, el comercio mundial de productos de tiburones era de $310 millones en el año 2005 y ha seguido en alza. Por ello, hace rato que se promovía la incursión de estos en la lista de regulación.
Las negociaciones. La decisión de proteger estas especies tiburones no es una sorpresa, sino el fruto de un grupo latinoamericano por varios años.
El experto costarricense Randall Arauz es uno de los que ha participado en forjar esta alianza durante más de cinco años para cuidar del tiburón martillo.
“Esto es uno de los primeros actos en largo rato en donde Centroamérica actúa como bloque”, celebró René Castro, ministro de Ambiente.
La decisión fue tomada con dos tercios de los votos: 91 votos a favor, 39 en contra y 8 abstenciones. A pesar de ello, habrá que esperar hasta el último día de la convención, el próximo 14, para que estas decisiones sean ratificadas en la sesión plenaria de Cites.