Roma, Italia. Una de las pinturas más célebres del mundo, "La última cena" de Leonardo Da Vinci, realizada sobre un muro de un convento de Milán (norte de Italia), será de nuevo accesible al público a partir del 28 de mayo, tras 22 años de restauración.
"La pintura de Leonardo empezó a morir prácticamente antes de ser terminada", explicó Giuseppe Basile, del Instituto Italiano de Restauración, al narrar la historia de una de las obras maestras del gran artista florentino, que se distinguió en todos los ramos del arte.
La obra, encargada en 1495 por el duque de Milán, Ludovico Sforza, llamado el Moro, para decorar el refectorio del convento de Santa María delle Grazie, fue terminada en 1498 y representa la última cena de Cristo con los apostóles durante la cual anuncia que uno de ellos lo traicionaría.
Da Vinci, que no utilizó la técnica de los frescos, realizó la pintura al temple y aceite sobre una capa de pared con dos estratos de una preparación hecha con yeso.
La técnica, utilizada para la pintura sobre tabla, le permitía corregir y cambiar la composición, al contrario del fresco.
Pero el yeso, el blanco de plomo, la cola y el aceite utilizados por Leonardo conservaron la humedad interna del muro, al contrario del fresco que deja respirar el muro.
La humedad de la cocina del refectorio contribuyó a alterar aún más el muro, sobre todo después de que el convento fue transformado en 1799 en cuartel. En 1897, "La última cena" tuvo un momento de tranquilidad ya que el edificio se convirtió en museo hasta la segunda guerra mundial. Los bombardeos aliados sobre Milán en agosto de 1943 destruyeron el convento, pero dejaron milagrosamente intacto el muro con la pintura.
Por casi cuatro siglos, numerosos retoques y restauraciones fueron hechos cada 30 o 40 años para pegar, consolidar o fijar la obra.
La última restauración, que se inició entre 1977 y 1978 es seguramente la más osada realizada hasta ahora y por lo tanto muy criticada.
La restauradora Pinin Brambilla, decidió eliminar minuciosamente con la espátula, con la ayuda del microscopio, los retoques de pintura y materiales acumulados para encontrar la obra original.
Los especialistas italianos consideran que dichos materiales, física y químicamente, puden destruir la materia utilizada por el grande maestro.
"El cuadro se volvió más legible debido a que se fue oscureciendo todo en forma uniforme" explicó la restauradora, que ha pasado más de 20 años trabajando en la obra para recuperar "cada escama de la pintura".
"Fueron modificados los dibujos originales, como el rostro de San Mateo, al que le agregaron la barba, ampliaron otras caras y oscurecieron cabellos, ahora descubrimos la potencia del original", agregó.
Nuevos detalles han sido hallados, como los dibujos de flores sobre las decoraciones del fondo.
"La obra ha sido tratada como una reliquia, se trata de un trabajo excepcional", afirmó la ministra Giovanna Melandri, quien apoya la restauración, fuertemente criticada en el exterior, y quien participó en un seminario sobre el tema organizado esta semana en Roma.
Algunos expertos, como el francés Jascques Franck, consideran "desastrosa" la restauración porque "sacrifica los retoques históricos que dan coherencia visual a la obra, ya deteriorada en un 80%", dijo.
La eliminación de la pátina que ha dado el tiempo provocó también una polémica internacional tras la restauración de los frecos de Miguel Angel en la Capilla Sixtina del Vaticano.
Edición periodística: Adriana Quirós Robinson, La Nación Digital. Fuente: agencias.