SI BIEN LA MODERNIDAD nos ha entregado en los últimos días una frondosa oferta gastronómica, esta semana hacemos un alto en el camino para sentarnos a la mesa de La Cazuela, un bar y restaurante con una tradición de 23 años y del que se dice "su fuerte es la comida peruana".
Situado en el puro centro de Santo Domingo, La Cazuela no desvela con la modernidad arquitectónica que exhiben otros restaurantes, todo lo contrario: su atractivo es habitar en una casona de más de 140 años de antigüedad. "Era la casa de mis bisabuelos", nos contó otro día Danilo Esquivel, el dueño del restaurante, quien nos describió orgulloso por dónde estaba el establo, dónde amarraban las bestias, por dónde pasaba la asequia&...;
Está construido en madera y adoble. Los pisos, las ventanas y las gruesísimas paredes que dividen las estancias son originales. Incluso el pilón ubicado en la entrada era usado por la familia. "A mí me ponían a moler maíz y café en él cuando estaba chiquillo".
De la puerta un pasadizo nos conduce hacia varios salones sencillos sin mayores decoraciones que las mesas. Todo es limpio y espacioso. Están deshabitados, debe ser porque es sábado y a nadie -excepto nosotros- se le ocurre almorzar después de las 3 p.m.
Por instinto buscamos el aire libre y caemos en la terraza del fondo, con jardín incluido. Ahí empezamos la tarea de escarbar el menú y aunque en la oferta es muy variada decidimos entregar todas nuestras atenciones a las sugerencias peruanas que abundan en el documento.
Hasta el final
El agua empezó a caer, el frío y el hambre trataron de apagar nuestros ánimos hasta que los platos llegaron. Iniciamos con una causa limeña de camarones, una parihuela de mariscos y un ceviche de pulpo. No sabemos a cuál de todos empezar a dar nuestros más sinceros aplausos.
La causa es un puré de papa relleno de unos camarones en una salsa blanca, es un plato frío y delicioso. El ceviche de pulpo nadaba en cebolla y un caldito de limón, exquisito. La parihuela es una especie de sopita de mariscos bien condimentada que con esa lluvia sabía a gloria.
De plato fuerte no demoramos mucho en la escogencia, nos fuimos a las especialidades de la casa y en ellas caímos directo en la paella la cazuela especial.
Un plato cubierto de pulpo, camarones, calamares, cangrejo. mejillones, y bajo ellos una cama de arroz que antes había absorbido todos los jugos de los frutos del mar. Además, sobre todo lo anterior, unos camarones y unos trozos de pescado empanizados le daban una apariencia y un sabor muy diferente.
Lo mejor de todo es que aunque el menú la anunció para dos personas, tres quedamos totalmente satisfechas con un plato que se nota, había sido hecho con gran esmero. Después nos enteramos que Osvaldo Durán es el nombre del peruano responsable de cocinar los alimentos.
La especialidad, según el dueño, son la carne y los mariscos, algunos dicen que tiene el mejor filet mgnon, pero nosotros no lo probamos todavía y en esta visita -por lo cantidad de comida que ha llegado a nuestra mesa- no lo haremos, habrá que ir otro día.
La Cazuela tiene 23 años de experiencia en estos menesteres culinarios. Y aunque en un principio nació como un restaurante de comida casera, la sobreoferta de sodas en la zona hizo que Esquivel se orientara hacia otro tipo de comida. Así que contrató un chef peruano y desde entonces se ha puesto a servir las delicias de la gastronomía del norte. De esta, los más apetecidos por los clientes son el ceviche peruano, el picante de camarón, el de mariscos y el pescado.
"A la gente que viene le gusta la casa, por la antigüedad que tiene. Los precios en lo que a comida peruana se refiere, son de los más cómodos, además, la atención es muy buena". En esto último, también le damos la razón, por que además de comer bien, las atenciones del mesero no nos abandonaron en toda la velada.