EscucharRESTAURANTES italianos hay muchos, algunos realmente buenos. Sin embargo, uno que logre una relación "de más que amigos" entre las pastas y los mariscos, muy pocos. Esto, entre otras cosas hacen de Tutti Li un lugar para, tomar y comer, en serio.
Desde que abrió, hace pocos meses, este restaurante mostró un comportamiento "sospechoso" que llamó la atención de quienes andaban estrenando el centro comercial Plaza Itskazú: varias veces a la semana el lugar se llenaba por completo y afuera la gente se atrevía a esperar...extraña conducta si tomamos en cuenta que en este centro comercial lo que sobran son lugares para alimentarse.
El asunto es que, poco a poco, las opiniones empezaron a surgir y hasta el momento, no hemos encontrado más que buenos comentarios para Tutti Li, un lugar que parece tener muy bien puesto ese nombre que significa: "Todo ahí".
Volvimos tras la complicidad del anonimato para comprobar si el trato iba a ser el mismo que la primera vez que lo visitamos, cuando delatamos nuestra procedencia.
Es un viernes, y como sospechamos el lugar está repleto y varias personas esperan su mesa fuera. Pero el hecho de no llegar en grupo nos permitió a dos disfrutar de la única mesa disponible. De ser los últimos pasamos a ser los primeros.
En el restaurante flota un zumbido de conversaciones al que tuvimos que ajustarnos aumentando el volumen de nuestra plática. Los meseros sortean las mesas en su ir y venir y desde nuestro lugar, o más bien, desde cualquier lugar, se ve una comitiva de sombreros rojos -bajo los que hay cocineros- concentrados en su función creativa.
Por más que tratemos de imaginar en qué estarán es imposible determinarlo pues entre las más de cien posibilidades que tiene el menú, ellos podrían estar haciendo cualquier cosa. Y nosotros, que no llegamos aquí para facilitarles la labor, estamos listos para ordenar...
Mucha experiencia
El menú es una especie de brochure que no tendría nada de malo si su manipulación no fuera dificultosa. Hay que doblarlo ¿o desdoblarlo? Verlo por detrás ¿o por delante? Las pastas estaban por aquí...ah no, están aquí...Bueno, el asunto es que toma su tiempo descubrir en todas sus caras las posibilidades, que son bastantes, la gran mayoría platos exclusivos.
Además de los consabidos camarones, el menú le mete mariscos a todo lo que puede; entre los frutos del mar escogidos para lucirse están: el salmón, el pulpo, la tilapia, los calamares, la corvina, y las almejas, entre otros. Todas son creaciones del chef y propietario, Biagio Fontana, un italiano con un basta experiencia culinaria en países como Brasil, Panamá, Venezuela, Guatemala y algunas naciones de África. La chef Daniela Jiménez, su contraparte costarricense, también metió la cuchara.
De entrada nos rendimos ante un carpaccio de pulpo y un panzerotto. Los dos eran novedades en nuestros paladares, pero después de haberlas probado, acaban de entrar a nuestra lista de platos predilectos.
El carpaccio es un plato extenso cubierto de rodajas de pulpo fresco y sabiamente acompañado de apio, ajo y perejil. El pazerotto es una cazuelita recién salida del horno que contenía queso mozzarella y un poquito de salsa de tomate que ni siquiera le permitimos que se enfriara.
Mientras estamos sumidos en los placeres de la mesa, el zumbido de las conversaciones no ha cesado pero ya nos acostumbramos. Entre un par de copas de vino, buena comida e igual atención, es fácil sentirse cómodo.
Optamos para cenar por un ravioli abierto y un Lomito a la parrilla. Al ravioli, la verdad, no le encontramos la forma pues venía cubierto por una salsa rosada, pero lo que sí le hallamos y desde el primer bocado, fue el sabor: pasta, camarones, espinacas y hongos. Una combinación prodigiosa.
La carne era un corte de, según el menú, 250 g., y no lo dudamos pues es un buen "tuco" de carne, acompañado de ensalada y papa asada. Muy bueno para los que siempre se van a las carnes.
No hay forma de tratar de salir de Tutti Li sin caer en la tentación de los postres, así que si usted está a dieta, no la vea por que no podrá evitarlo. Nosotros sucumbimos a los pies de un bacio perugina. Una especie de bolsita hecha de pasta, rellena de nutella y nueces y acompañada de helados...Y aquí se nos acabaron las palabras.
