Sinsabor.A quienes nos sentimos “salseros de corazón”, nos alegró la noticia de que Tito Nieves, el “Pavarotti de la salsa”, viniera a nuestro país para deleitarnos con un “conciertazo” que lo fue, señores, pero a medias...
Como yo, probablemente llegaron muchos otros, deseosos de bailar todos sus éxitos, pero vaya decepción... El Club Ático, en Zapote, le quedó corto al “Pavarotti”, y no por su tamaño –que sí aguantó el gentío que lo esperó con ansias hasta casi la medianoche, cuando por fin apareció su silueta, mucho más delgada, en el escenario–. Le quedó corto en el sonido, pues de las tantas intervenciones que hizo para saludar a esa fanaticada que lo acompañó por más de dos horas, pocas fueron las palabras que logramos entenderle quienes estábamos en la parte de atrás, mejor acomodados para no quemar mucha suela en medio de tanta vuelta y taconazos.
Sin duda, la estructura de esa bodega transformada en “pista de baile” para esta ocasión y en escenario de rock para otras, no era el sitio idóneo para traer a este boricua, que nos ha conquistado con temas como El amor más bonito, Fabricando fantasías y No me queda más.
Su voz era para volar más alto, en un lugar con más clase, donde las mujeres no tuvieran que hacer larga fila para poder ir al baño, ni quienes pagaron la entrada VIP, oígase VIP, estar en esa subidera y bajadera de gradas para “echarse” a pista.
Muchos de los que bailaron y sudaron hasta más no poder, se quejaron del precio de las bebidas y hasta del servicio. Pero ¿qué se podía esperar de la organización si hasta conseguir las entradas fue un suplicio? Bueno... al menos en mi caso.
Ojalá y, pese a todo, a nuestro “Pavarotti” le den ganas de regresar muy pronto. Esperamos que para una próxima, los organizadores sean más considerados con él y con quienes lo esperamos por horas para poder disfrutar su espectáculo en ese particular “club” josefino.