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Es fácil dejar pasar el arte de Salvador Dalí porque él mismo se encargó de proveer infinitas distracciones. Hace 25 años falleció, pero continúa siendo una de las figuras únicas del arte del siglo XX: ya podemos descorrer los velos que ocultaban sus obras y volver a apreciarlas.
“Yo, Dalí, he descubierto los caminos de la revelación y de la alegría, el deslumbramiento de la felicidad reservada a los ojos lúcidos”, decía en Confesiones inconfesables . “Participo con todo mi ser en la gran pulsión cósmica, y mi razón la transformo en simple instrumento para descifrar la naturaleza de las cosas y leer mi delirio para apreciarlo mejor”, complementa.
De allí hay que partir: el gran arte de Dalí fue el delirio y, por eso, fascina. Nació en 1904 y a los 25 años ofreció su primera exposición individual. En poco tiempo, se convertiría en una figura que opacó a otros pintores del surrealismo y sus mundos oníricos e imposibles se convirtieron en espacios habitados por millones de amantes del arte.
Dalí hacía visible lo que no podía ser: puso en práctica la idea del subconsciente en la pintura como un método para crear y para la interpretación del público.
Se convirtió en la cara más visible del surrealismo, aunque René Magritte, Max Ernst e Yves Tanguy, entre muchos otros, produjeran obras tan retadoras y experimentales como la suya. Para muchas personas, como él mismo decía, Dalí es el surrealismo –por más variado que fuera el movimiento –.
Persona y mito. Salvador Dalí nació el 11 de mayo de 1904 en Figueres, Cataluña, una tierra que visitaría una y otra vez en sus imágenes y escritos. Desde que ingresó en la madrileña Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ya tenía fama de dandy e hizo amistad con pared como Federico García Lorca y Luis Buñuel.
Pintura, escultura, joyería, cine, teatro... Ninguna técnica se resistía a su voluntad de mostrarlo todo bajo nueva luz. “Porque una cosa es segura: detesto cualquier forma de simplicidad”, escribió en un ensayo ilustrado francés de 1935, La conquista de lo irracional .
“Dalí hace una referencia de Dalí antes de Dalí; él fue construyendo su propia imagen. En este momento, podríamos hablar de la marca Dalí. Es una persona que fue creando el mito sobre el mito”, considera el director del Museo Calderón Guardia, Luis Núñez.
Según el historiador de arte Efraím Hernández, el espectáculo podría distraer de otras miradas a la obra de Dalí. “Hay pinturas de él que son muy atractivas como mundos muy particulares, bizarros en algunos momentos, extraordinariamente mágicos, pero eso es la piel de la obra”, considera.
“Dalí tiene una factura realista para hablar de cosas que jamás podríamos ver”, dice Hernández. Psicoanálisis y filosofía han competido por abarcar las monstruosas deformaciones de los personajes dalinianos y la profusión de símbolos, pero para nuevos ojos son cautivantes enigmas.
“Dalí se repitió constantemente. Tomó parte de su iconografía y la reinterpretó. Perder vigencia aterraba a Dalí”, opina Núñez. Así, incursionó en el cine (con Buñuel y Alfred Hitchcock) y llevó su perpetuo performance a la televisión.
“Su extravagancia alude a la idea del artista como individuo singular y diferente, que es un concepto que viene del romanticismo”, considera Hernández.
Políticas. A George Orwell no le gustaba Salvador Dalí. De hecho, al novelista y ensayista su arte le parecía “ enfermo y repugnante ”, y así lo expresó en su ensayo El beneficio del clero. Algunas notas sobre Salvador Dalí. Entre frases de escasa indulgencia, destaca : “Las dos cualidades que Dalí posee incuestionablemente son un don para el dibujo y un atroz egoísmo”.
“Picasso es español, yo también; Picasso es un genio, yo también; Picasso es comunista, yo tampoco”, declaraba Dalí . No hay cómo entenderlo sin la política, pero tampoco hay claridad en ella. ¿Qué pensaba realmente? En España, no pocos artistas le reprocharon su apoyo a Francisco Franco y su persistente comercialización de su producción artística en sus últimos años.
En abril del 2013, una gran retrospectiva de 200 obras que inauguró el Museo Reina Sofía de Madrid se propuso llevar la vastísima producción daliniana a nuevas generaciones: cerca de 730.000 personas la visitaron .
Hoy, la Fundación Gala-Salvador Dalí es la galería privada más visitada de España, pues 1,6 millones de personas visitan sus salas repletas de su prolífico legado.
En verdad, la mayor obra de Dalí fue su biografía. 25 años tras su desaparición física, sigue soñando. Medio despiertos ante su vasta obra, nosotros seguimos intentando comprenderlo.