Frente al riesgo que conllevan las transfusiones, como el posible contagio de sida y otras enfermedades, la búsqueda de un sustituto de la sangre se intensificó en los últimos años.
Si bien la sangre sigue siendo irremplazable, se han desarrollado expansores que sustituyen las funciones del plasma, componente que ocupa el 50 por ciento del volumen del vital líquido rojo.
"Los expansores del plasma son sustancias que tienen una composición química parecida al plasma y cumplen la función de reponer el volumen perdido cuando hay un sangrado activo. Cuando alguien pierde mucha sangre por alguna razón, lo más importante es reponer el volumen para mantener la presión sanguínea y lograr que el fluido llegue a los órganos vitales", explica el hematólogo Jorge Cháves, miembro del Comité de Medicina Transfusional del Hospital Calderón Guardia.
Ahora las investigaciones se concentran en crear alternativas que desempeñen las mismas tareas de las células que componen el resto de la sangre: plaquetas, que permiten la coagulación y son necesarias para detener las hemorragias; glóbulos blancos, que proveen defensas para el organismo, y glóbulos rojos, que transportan el oxígeno a todos los tejidos del cuerpo.
En Estados Unidos y Canadá se utiliza hemoglobina modificada y proteínas que son capaces de transportar oxígeno con mayor rapidez que las células comunes, pero presenta el inconveniente de que su periodo de duración en el flujo sanguíneo es muy corto.
Múltiples ventajas
La existencia de un sustituto eficaz para la sangre permitiría contar con una suficiente cantidad de sustancia en el momento oportuno; por ejemplo, en casos de cirugías, accidentes, quimioterapias y el tratamiento de ciertos casos de anemia.
También reduciría los riesgos de las transfusiones, entre los cuales se incluyen la transmisión de enfermedades infeccionas como el sida, la hepatitis, la sífilis y el Mal de Chagas y las posibles reacciones adversas causadas por la incompatibilidad sanguínea. Aunque una persona reciba sangre de otra que tiene su mismo grupo sanguíneo, es posible que la presencia de un subgrupo diferente cause fiebre, hipotensión arterial ( lo contrario a la hipertensión) y destrucción de los glóbulos rojos del paciente.
La Organización Mundial de la Salud ha establecido la meta de que, en el año 2007, el 50 por ciento de la sangre que se utiliza en todo el mundo sea donada por voluntarios, pues esta es otra manera de lograr que las transfusiones sean más seguras. En Costa Rica, el 40 por ciento captado en los bancos de sangre proviene de voluntarios, y toda se somete a análisis para evitar la presencia de agentes infecciosos.
"La sangre donada en forma voluntaria es más segura porque los voluntarios deben ser personas sanas, que no consuman drogas, que mantengan una alimentación adecuada y un comportamiento sexual seguro", explica Cháves.
Seguridad ante todo
En octubre de 2002 se creó la Comisión Nacional de Seguridad Transfusional, a la cual pertenece Cháves. Según dice, el objetivo es estimular la donación voluntaria de sangre y regular las transfusiones en todo el país, de modo que se realicen solo cuando sean necesarias y en condiciones seguras.
Mientras se encuentra un sustituto eficaz, en la actualidad se trata de evitar al máximo las transfusiones de sangre completa y de separar sus componentes para proveer a cada paciente solo el que necesita, ya sea plasma, glóbulos o plaquetas.
"Lo ideal es que toda la sangre que se capte sea fraccionada para ponerle al paciente solo lo que realmente necesita, con lo cual se aprovecha al máximo el recurso. En el caso de la anemia, por ejemplo, primero se debe investigar bien las causas de la enfermedad para ver si es posible tratarla de otra manera y dejar la transfusión como una última opción", afirma Cháves.
Según dice, otras alternativas que ya se emplean son los factores estimulantes de la eritropoyetina hormona que regula la producción de glóbulos rojos y los factores estimulantes de la producción de glóbulos rojos. Sin embargo, una dosis de estos factores cuesta cerca de ¢60.000, por lo que es una opción muy costosa para los sistemas de salud pública.
Ciertos grupos religiosos, como los Testigos de Jehová, contribuyen con los hospitales en la compra de esos factores y apoyan la búsqueda de sustitutos para la sangre porque su fe les impide aceptar transfusiones de sangre o de sus componentes, aún cuando se trate de un asunto de vida o muerte. Solo en Costa Rica hay cerca de 20.100 personas que comparten esa creencia, lo cual se convierte en un reto para los hospitales cuando es necesario tratar a alguien de esa religión.
"En varios libros de la Biblia, como el Génesis y los Hechos, se dice que debemos abstenernos de la sangre. Para nosotros, el aceptar sangre es violar la ley de Dios y está al mismo nivel de la fornicación y la idolatría", manifiesta Edwin Thompson, quien es Testigo de Jehová.
Garcias al interés científico o a la fe religiosa, es posible que muy pronto los pacientes que requieran de una transfusión reciban sangre artificial.
¡A donar!
Donar sangre es una manera de salvar vidas, incluso, quizá, la del propio donante, pues hay una probabilidad de uno a cinco de que una persona requiera sangre donada por lo menos una vez en su existencia.
La sangre y sus componentes se utilizan para efectuar procedimientos quirúrgicos, tratar a los pacientes anémicos, o con hemofilia, suministrar plaquetas a los pacientes de cáncer que reciben quimioterapia y otros fines.
El 95 por ciento de los bancos de sangre en el país es manejado por la Caja Costarricense del Seguro Social. En ellos se extrae la sangre con agujas nuevas y estériles, de modo que el procedimiento no es riesgoso para el donante.
Después de la donación, el cuerpo reemplaza el plasma en un día, aproximadamente, y los otros componentes en unas cuantas semanas.
Largo camino
Los primeros intentos de sustituir la sangre datan del siglo XVII, pero las investigaciones se aceleraron en la década de los ochenta, ante el riesgo que significaba la transmisión del sida.
Las investigaciones han seguido dos vías: trabajar directamente con la hemoglobina donada para manipularla químicamente en el laboratorio, o producir sangre sintética que eliminaría la necesidad de donantes.
El Instituto Biopure, de Cambridge, Massachusetts, produjo hemoglobina humana modificada.
La compañía SYBD, en Ohio, ha desarrollado productos que buscan suplantar la sangre con sustancias sintéticas que, según la empresa, está dotada para transportar al menos cinco veces más que la hemoglobina natural.
En la actualidad se busca una sustancia que sustituya a la hemoglobina y que no requiera condiciones tal delicadas como esta para su utilización; es decir, que se pueda almacenar por bastante tiempo a temperatura ambiente y que su transfusión no dependa del tipo de sangre del paciente.