Nueva York. AP. El premio Nobel de Literatura Saul Bellow, un maestro de la melancolía cómica que en novelas como Herzog y Humboldts Gift deploró la suerte del alma en el mundo moderno, murió ayer a los 89 años.
Walter Pozen, amigo y abogado de Bellow, dijo que el escritor padecía de mala salud, pero se mostró lúcido hasta el fin. Pozen dijo que la esposa y la hija de Bellow estaban a su lado cuando falleció en su casa de Brookline, Massachusetts.
Bellow fue uno de los más aclamados de una generación de autores judíos que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial, y que incluye a Bernard Malamud, Philip Roth y Cynthia Ozick. Aportó a las letras norteamericanas la garra del inmigrante, la inteligencia del ratón de biblioteca y el altruismo del romántico.
"La columna vertebral de la literatura estadounidense del siglo XX fue proporcionada por dos escritores: William Faulkner y Saul Bellow", dijo Philip Roth. "Juntos son el (Herman) Melville, (Nathaniel) Hawthorne y (Mark) Twain del siglo XX, dijo.
Ganó el Premio Nacional del Libro en tres ocasiones y en 1976 recibió el premio Pulitzer.
Lauros. Ese año recibió el Premio Nobel de Literatura por su comprensión humana y su análisis sutil de la cultura contemporánea.
Tampoco careció de detractores. Normal Mailer calificó Augie March de "documental sobre viajes para intelectuales tímidos". El crítico Alfred Kazin lo llamó "intelectual universitario" que "desprecia las clases inferiores".
El escritor se esforzó por superar la maldición del Nobel y siguió escribiendo hasta pasados los 80 años de edad.
Se casó cinco veces, tuvo tres hijos y, a los 84 años, una hija. Alternó con presidentes y estrellas de cine, como Marilyn Monroe y Jack Nicholson.
Hijo de inmigrantes rusos, Solomon Bellows nació el 10 de julio de 1915 en Lachine, cerca de Montreal, Canadá. Cambió su nombre a Saul Bellow cuando empezó a publicar en los años 40.
Su primer idioma fue el hebreo. En su vida familiar conoció la violencia de su padre, así como el sentimentalismo y el sentido del humor de ambos progenitores.
Desde el principio, se mostró decidido a relatar otra clase de historia, a apartarse del machismo hermético de Ernest Hemingway.
"¿Tienes emociones? Asfíxialas. En cierta medida todos obedecen este código", escribió Bellow en Dangling Man . Mientras el protagonista de Hemingway se guarda sus problemas, Bellow declara: "Yo quiero hablar de los míos".